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Eclipse de sol del 28 de mayo de 1900

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EL ECLIPSE DEL DÍA 28 DE MAYO DE 1900 (La ilustración artística, 4 de junio de 1900)

Grande ha sido la expectación que el eclipse del día 28 de mayo último ha despertado, no sólo en el mundo de los sabios, sino que también en las gentes más profanas en materias de astronomía. Unos por el afán de realizar estudios y comprobaciones de grandísima importancia para las ciencias astronómica y física, otros por la curiosidad de presenciar un espectáculo que se sale de los límites de lo común, bien puede asegurarse que en la tarde del citado día no quedó en las poblaciones y sitios en donde podía observarse el fenómeno celeste quien no tuviera fijas sus miradas en el firmamento y siguiera las distintas fases del eclipse.

Hubo un tiempo en que los eclipses se consideraron como sucesos inexplicables para la generalidad y que infundían terror en el ánimo del vulgo y aun en el de personas medianamente ilustradas; hoy, en cambio, apenas hay quien ignore en qué consiste un eclipse, quien no sepa que se produce por la interposición de la luna, ese astro opaco y muerto que gira alrededor de nuestro globo, entre el sol y la tierra. Y sabido esto y desde el momento en que el exacto conocimiento de las leyes que presiden en los movimientos del sistema planetario permite anunciar con fijeza absoluta el instante en que el fenómeno ha de realizarse y las condiciones dentro de las cuales se ha de producir, las antiguas supersticiones han cedido el puesto á la curiosidad, y al espanto de otras épocas ha sucedido el deseo de tomar parte, cada cual dentro de su esfera, en tan solemne acontecimiento.

Grande, inmensa es la importancia que para la ciencia tienen los eclipses. (Gracias á ellos se han podido confirmar de una manera palmaria las ideas concebidas acerca de la arquitectura del sistema solar y las leyes á que antes nos hemos referido relativas á los movimientos de los astros; gracias á ellos también ha sido posible estudiar la composición química y la constitución física del sol. 

Hasta hace poco, cuando la labor de los astrónomos tenía casi por único objeto el estudio de la astronomía de posición, atendíase en los eclipses principalmente á la determinación de los momentos de los contactos, se trataba de fijar con el mayor rigor los límites reales de la sombra y la extensión de ésta y se buscaban con afán los planetas intramercuriales.

Pero desde que en 1860 el espectroscopio y la cámara fotográfica empezaron á dar resultado como instrumentos de investigación astronómica, los trabajos de los observadores durante los eclipses se encaminaron preferentemente al estudio de la composición y constitución del sol, analizando con el uno las capas y envolturas exteriores de éste y sorprendiendo por medio de la otra las formas de su corona.

La observación de esta última ha sido el principal objetivo de los astrónomos en el último eclipse, y por lo tanto nos parece conveniente decir algo sobre ella y sobre la distinta manera como ha sido considerada por los astrónomos antiguos y modernos. La corona únicamente puede observarse desde los puntos en que el eclipse es total y consiste en la luminosidad radiada que se esparce sobre la cromoesfera, estrecha cinta rojiza que rodea á la luna cuando ésta oculta el disco brillante del sol. Los antiguos creyeron que era simplemente un resplandor del sol, una difusión de la luz solar; más tarde supúsose que era un efecto de difracción de los rayos solares al rozar el borde de la luna, porque nadie podía admitir que fuera una manifestación directa de la masa solar, que perteneciera realmente al sol. Y tan arraigada estaba esta creencia, que ni siquiera quedó destruída cuando Maraldi hizo notar en 1724 que la corona no caminaba con la luna ni permanecía centrada con ella, como debía suceder en el caso de que fuera simplemente un efecto de difracción.

Hasta el eclipse de 1851, en el que los astrónomos la examinaron con más detenimiento, no quedó demostrado que la corona pertenecía al sol, hecho que fue plenamente evidenciado durante el eclipse de 1869, por la presencia en el espectro de la luz de la misma de líneas brillantes que no pueden proceder sino de gases incandescentes que no existen en nuestra atmósfera ni en la luna.

Sentado esto, compréndese el interés que la observación de la corona despierta; pues formando parte del sol, el conocimiento de la constitución de este astro no puede ser completo sin el conocimiento de aquélla. Y en esto radica principalmente la importancia de las observaciones de los eclipses totales, ya que hoy por hoy no hay otra ocasión de examinarla y analizarla que cuando durante éstos se hace visible.

Hasta ahora son pocos los datos que se poseen acerca de su estructura, de su constitución física y de los elementos que la componen; de aquí el afán de los astrónomos en el último eclipse de fotografiarla, de tratar de obtener detalles minuciosos de todas sus regiones, de estudiar sus movimientos y de fotografiar su espectro.

La corona fue fotografiada por vez primera por el español Montserrat en el Desierto de las Palmas (Castellón) y por el inglés Warren de la Rue en Rivadesella (Burgos) en 16 de julio de 1860; en 18 de agosto de 1868 Janssen y Lockyer estudiaron por vez primera el espectro de las protuberancias; en 7 de agosto de 1869 Young vió en el espectro de la corona una raya brillante verde que, supone producida por un elemento desconocido en la tierra, al que denominó coronio; en 22 de diciembre de 1870 el propio Young hizo en el espectro nuevos descubrimientos que revelaron directamente la composición química de la cromoesfera; en 29 de julio de 1878 se vio que los cambios de forma de la corona son periódicos y que su período coincide con el de las manchas; en 16 de abril de 1893 Deslandres estudió la región ultraviolada del espectro y el movimiento de rotación de la corona, y en 22 de enero de 1898 se fotografió el espectro de nuevas regiones de la cromoesfera y la corona durante la parcialidad.

En el eclipse del día 28 de mayo último la sombra se inició en el Pacífico al Suroeste del Colorado, al amanecer; atravesó en dirección Noroeste los Estados orientales de América, cruzó el Atlántico, penetró en Portugal, siguió por España y desapareció en las orillas del Nilo al ponerse el sol.

Para estudiar tan interesante fenómeno han venido á España los más célebres astrónomos extranjeros, de quienes nos parece oportuno consignar algunos datos biográficos.

Sir Norman Lockyer, presidente de la comisión inglesa que sentó sus reales en Santa Pola, nació en 17 de mayo de 1837 en Rugby, estudió en Inglaterra y Francia, y después de haber sido agregado al departamento de Guerra, fue profesor de Astronomía física en el Colegio Real de Ciencias de Kensington. Actualmente es director del Observatorio físico solar y profesor físico astronómico del Colegio Real; ha hecho grandes descubrimientos astronómicos y ha escrito importantes Obras.

M. Hamy pertenece desde 1884 al Observatorio de París, en cuya representación ha estudiado el eclipse en Elche. Nació en Boulogne-sur-mer en 1861 y estudió en la. Universidad de París. Es miembro del Instituto y autor de diferentes trabajos sobre mecánica celeste y astronomía física.

M. Meslin, enviado á Elche también por la Universidad de Montpellier, de la que es profesor, nació en Poitiers en 1862, estudió en la Escuela Politécnica y en la Normal Superior de París; es doctor en Ciencias Físicas desde 1890 y ha publicado notables trabajos é inventado un aparato para la resolución de las ecuaciones. 

El conde de la Baume-Pluvinel, que ha observado el eclipse desde Elche comisionado por el ministerio de Instrucción Pública francés, comenzó sus tareas astronómicas en 1882, estudió en Rusia el eclipse total de 1887, en Cayenne el de 1889, en Creta el de 1890 y en el Senegal el de 1893. Se ocupa de trabajos de astronomía en el Observatorio de Meudon, dirigido por el célebre astrónomo Janssen.

M. Lagarde, que acompaña á M. Hamy, es autor de una importante memoria sobre determinación de las latitudes en América y de otros notables trabajos científicos.

El Dr. Ralph Copeland, presidente de la comisión escocesa que se instaló en Santa Pola, ha hecho notables trabajos sobre el calor de la luna y el aspecto de Júpiter. 

M. Bourget, delegado de la Universidad de Tolosa, nació en Clermont Ferrand en 1864, estudió en París y en Tolosá, y en 1898 fué agregado al observatorio de esta última ciudad y nombrado más tarde profesor de conferencias. Desde 1895 se dedica especialmente á la fotografía de las nebulosas y de las aglomeraciones estelares.

M. Lebeuf, delegado de la Universidad de Montpellier, nació en Blaisy en 1859, es profesor desde 1883, ha sido astrónomo en el observatorio de Besanzón. Actualmente es maestro de conferencias de Astronomía en la citada universidad y profesor de la Escuela Superior de Comercio.

M. Carrere nació en Tolosa en 1865, fue nombrado mecánico de aquel Observatorio en 1894 y desde aquella fecha toma parte en todos los trabajos que se efectúan en aquel establecimiento. 

Del popular astrónomo Camilo Flammarión nada hemos de decir, por tratarse de una personalidad científica tan universalmente conocida y por haber publicado su semblanza en LA ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA.

Los astrónomos españoles han estado también brillantemente representados.

La comisión del Observatorio de Madrid estaba presidida por el director del mismo D. Francisco Iñiguez, doctor en Ciencias y catedrático de la Universidad Central, y por el primer astrónomo D. Vicente Ventosa, y se instaló en el cerro del Berrocalillo, á dos kilómetros de Plasencia.

La del Observatorio de San Fernando, que se instaló en Elche, trabajó bajo la dirección del señor don Juan Viniegra, conde de Villamar, sabio astrónomo que se halla al frente de aquel establecimiento.

El Instituto Geográfico y Estadístico comisionó á su ingeniero geógrafo D. Antonio Esteban, que observó el eclipse desde Malagón (Toledo); la dirección de Hidrografía á varios oficiales de marina que se instalaron en Navalmoral de la Mata (Cáceres), y el Instituto Meteorológico al ilustre director de este centro Sr. Arcimis. 

El eclipse se verificó en las condiciones previstas por los astrónomos, quienes esperan obtener grandes resultados de las observaciones durante el mismo realizadas.

En Barcelona, donde el eclipse fue parcial, comenzó el contacto á las 3 y 10 minutos de la tarde, avanzando lentamente la sombra de abajo arriba y de derecha á izquierda. La luz del sol se fue amortiguando, presentando un tinte especialísimo y proyectando las hojas de los árboles una sombra rara.

A las 4 y 10 pudo verse el planeta Venus á simple vista; á las 4 y 19 quedaba eclipsada casi toda la superficie del disco solar. La temperatura descendió notablemente, habiendo llegado la diferencia á 13 grados entre el primer contacto y el máximo del eclipse.

Las interesantes fotografías que en esta y en la anterior página publicamos, debidas á los Sres. Rus y Fernández, permitirán á nuestros lectores formarse idea exacta de las principales fases del eclipse observadas desde nuestra capital.

El diagrama que reproducimos en la página anterior es, en nuestro concepto, la explicación más clara que del fenómeno puede darse, así por la sencillez con que éste aparece gráficamente expuesto, como por los datos explicativos que contiene. — M,


EL ECLIPSE DE SOL (La Época, 28/5/1900)

En las estaciones de Madrid.

Ya desde anoche comenzaron á escasear los billetes para los trenes especiales, siendo acopiados por los revendedores, que exigían 20 pesetas por los que costaban seis. Varios de estos aprovechados revendedores fueron detenidos en la calle de Alcalá y conducidos al Juzgado.

Desde muy temprano, casi desde el amanecer, la esplanada de Atocha presentaba una animación grande. Grupos pintorescos de expedicionarios, con la impaciencia de una curiosidad extremada, acudían á las estaciones de Atocha y de las Delicias. Se veían bastantes coches particulares, y los tranvías llegaban repletos.

Los grandes andenes de la estación del Mediodía llenáronse bien pronto, no ocurriendo incidente digno de mencionarse. Han hecho su agosto los vendedores de periódicos y los de «cristales preparados para el eclipse». Casi todos los expedicionarios han sido previsores, y llevaban merienda preparada.

Trenes que han salido.

De la estación de las Delicias han salido cinco trenes para Navalmoral, en esta forma:

El primero salió á las seis de la mañana, el segundo á las seis y cincuenta, el tercero á las siete y quince, el cuarto a las ocho y cinco y el quinto á las ocho y treinta. Calcúlase que sólo de las Delicias han salido dos mil ochocientos viajeros.

De la estación de Atocha salieron muy temprano, á las seis y seis y media, dos trenes especiales para Alcázar y Argamasilla, y á las siete, en el mixto de Andalucía, también iban muchos viajeros hasta Alcázar.

Para estos trenes se despacharon 250 billetes de primera clase, 193 de segunda y 1.465 de tercera. Es decir, que cuando eran las nueve de la mañana ya habían salido, sólo de la estación de Atocha, cerca de dos mil viajeros.

A las diez salió un tren de lujo, con restaurant, y otro, también de lujo, á las once, que sólo llevaban departamentos de primera; el de las diez con dirección á Alcázar, y el otro á Argamasilla. En el primero iban 133 viajeros y em el segundo 599, formando un total de 730.

Los trenes botijos. —Varias noticias.

La salida de los trenes especiales ha dado gran animación á las estaciones de Atocha y las Delicias. Los trenes aristocráticos se formaron con gran orden. En el momento de formarse los trenes botijos ha reinado extraordinaria animación. Algunos individuos llevaban gatos y otros animales, para ver el efecto que les hacía el eclipse. Al arrancar los trenes hubo aplausos y vivas.

La Infanta lsabel.

S. A. la Infanta D.ª Isabel ha salido para Alcázar en el tren de lujo de las diez y media. Iba en un coche-salón preparado al efecto. La acompañan la marquesa de Nájera, la condesa de Toreno y su secretario-tesorero, Sr. Coello. Los duques de Santo Mauro llevaban dos coches salones y otro convertido en comedor, pues el segundo tren no llevaba restaurant.

Personas conocidas.

En la aglomeración de gente que había esta mañana en la estación del Mediodía veíanse muchas caras conocidas. Sería empresa casi irrealizable citar todos los nombres de personas conocidas que formaban parte de las expediciones astronómicas. Recordamos á los duques de Alba, Santo Mauro, Medinaceli y Bivona; general Martínez Campos; el ministro de Hacienda y el subsecretario, Sr. Aparicio; el embajador de Austria; los marqueses de Santa María de Silvela y de Benamejís; el conde de Mejorada; los Sres. Baüer, Calleja, Cortezo, Muriedas (D. R y D. A.); Corrales, Rubio (D. T.), Bravo (D. A.), Alonso Martínez, Benlliure, Alvarez Quintero, López Silva, director de la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante, Sr. Maristany; administradores del Comte de París, Sres. Griolet y Dufeuillé; marqués de Aleya, Milá y Pí, Belluga, Navarro Reverter, Rolland, Comyn, Sáinz (D. Ramón), Grasas, Laserna, Vedia, Luque. Echegaray, Bermejillo, Gallo (D, P.), Semprún, Peláez (D. I.), Mejía, De Blas, Serrano Echevarría, Vincenti, Sarthou, marqués de Seoane, La Morena, Bocherini, Llombart y otros muchos. 

El personal de la Compañía, especialmente el jefe y subjefe del movimiento, han trabajado activamente para la mejor organización del servicio. La policía ha detenido á varios revendedores que exigían cantidades verdaderamente fabulosas por los billetes económicos. Hubo quien llegó á exigir por uno de estos billetes cien pesetas.

Cooperación del ejército.

El Diario Oficial del Ministerio de la Guerra ha publicado la siguiente Real orden circular:

«Invitado este ministerio por el Observatorio Astronómico...

EDICIÓN DE LA NOCHE

EL ECLIPSE

En Madrid

En el Observatorio Astronómico.

Desde las primeras horas de esta mañana se ocupó el astrónomo Sr. Escandón, que ha quedado al frente del Observatorio Astronómico de Madrid, en hacer los últimos preparativos para llevar á cabo las observaciones que con el escaso material de que hoy se disponía en dicho establecimiento podían realizarse.

Al efecto, aparte de la gran ecuatorial de la torre, cuya antigüedad es ya respetable, aun cuando no le priva de prestar buenos servicios, se ha utilizado otra más pequeña, situada en el pabellón llamado de la Luna; con este regular anteojo de Steingel han hecho observaciones los alumnos del doctorado de la Facultad de Ciencias, sobre los extremos siguientes:

1.° Primer contacto del sol y de la luna.

2.º Llegada de la sombra á la primera mancha solar,

3.º Ultimo contacto.

4.º Observaciones relativas á la corona, franjas volantes y perlas.

En otro lugar inmediato había otro anteojo, con el que hacían observaciones los alumnos de la Facultad de Ciencias Sres. Alfrais, González y Puebla, con arreglo al mismo formulario anteriormente citado.

Además había otros anteojos de menor dimensión, servidos por personal apto, y otros empleados del Observatorio se hallaban encargados de anotar cuidadosamente los movimientos del barómetro, termómetro y otros aparatos meteorológicos.

Otro grupo de alumnos de la Universidad, dirigidos por D. Octavio de Toledo, ha observado también con un anteojo.

Los alrededores del Observatorio.

Durante toda la tarde se ha permitido la entrada del público en los alrededores de los edificios del Observatorio.

Las gentes rodeaban á los encargados de observar el eclipse, dirigiéndoles preguntas acerca del fenómeno, que eran contestadas con gran complacencia y amabilidad por aquéllos.

No bajarían de tres á cuatro mil personas las que han pasado la tarde en aquel sitio y en los alrededores del ministerio de Fomento, donde, por ser grande el horizonte que se vislumbra, era lugar muy á propósito para contemplar el eclipse.

No ha faltado quien observase que en las conversaciones, conjeturas y exclamaciones producidas por la contemplación del fenómeno se advertía una inesperada cultura en el público, producida en gran parte por la publicidad que la Prensa ha dado estos días á todo lo referente á las causas y fases de esta clase de fenómenos.

En el momento en que, pasada la fase máxima del eclipse, empezó á aumentar la intensidad de la luz, fueron desfilando los espectadores, dirigiéndose gran parte de ellos al Retiro, que con este motivo se ha visto muy animado durante el resto de la tarde.

En la torre del Observatorio.

Mucho antes de dar principio el fenómeno se hallaba en la torre donde está la gran ecuatorial el astrónomo Sr. Escandón y varios auxiliares.

A las dos y media llegaron á aquel sitio el ministro de Instrucción pública; el subsecretario de dicho departamento, Sr. Rancés; el rector de la Universidad Central, Sr. Fernández, y González y los jefes do la sección de Universidades, de Propiedad intelectual y del archivo del ministerio de Instrucción pública.

Además, han presenciado el eclipse desde aquel sitio los redactores del Heraldo de Madrid, Sres. Pérez Mínguez, Bello y López Ballesteros; el de El Imparcial, Sr. Romero; de El Español, Sr. Espinos; de El Nacional, Sr. Cerezo y de LA ÉPOCA, Sr. Barber.

El eclipse.

El aspecto del cielo antes de dar principio el eclipse era muy favorable para la observación del mismo.

La atmósfera se hallaba diáfana y completamente despejada; solamente algunos pequeños vapores se veían á distancia considerable del punto de visualidad y algunos más pronunciados celajes aparecían por el Nordeste.

En el sol se apreciaban con claridad hasta nueve manchas da pequeñas dimensiones.

El primer contacto de la sombra de la luna con el disco solar se verificó á las dos horas treinta y seis minutos y cincuenta segundos de la tarde. A partir de este momento pudo apreciarse en la cartulina de la ecuatorial cómo aumentaba la porción de sol eclipsada.

La disminución de la luz solar tardó, sin embargo, bastante tiempo en ser perceptible.

He aquí algunas observaciones posteriores, anotadas con sujeción á la hora de los relojes do bolsillo: 

3 y 2 minutos. -La sombra alcanza á la primera mancha del disco solar. La porción eclipsada es ya bastante considerable y la disminución de la luz se percibe sensiblemente. El panorama de Madrid desde la torre del Observatorio ofrece aspecto singular, semejando efectos de sol en una tarde despejada de invierno.

3,25 —Sólo queda visible del disco solar una quinta parte. La luz disminuye mucho, tornándose melancólica y dando un tinte amarillento á los objetos. La sombra proyectada por los árboles tiene algo de fantástica, por el color de los rayos luminosos que se proyectan en el suelo á través de las ramas. Los tejados de los edificios toman un color plomizo y sombrío.

3,35.—Estamos casi en la fase máxima del eclipse. El aspecto del cielo es el del crepúsculo vespertino. Distínguese sobre el cartón de la ecuatorial un segmento del disco solar que apenas mide un centímetro. También aparecen distintamente las anfractuosidades de la luna. Nótase un sensible descenso de la temperatura. El aspecto del cielo es parecido al que ofrece cuando se acerca una tempestad, ocultando la nube el sol y dejando parte del horizonte descubierto. Color del cielo, el plomizo característico de los eclipses totales.

Minutos antes de la fase máxima se han podido observar, durante cuatro minutos, las franjas volantes. En el zenit aparece muy brillante el planeta Venus.

3,45.—Ha pasado la fase máxima del eclipse, notándose en seguida un considerable aumento en la intensidad lumínica y en la anchura del segmento libre de la sombra. No se ha visto, ni por asomo, nada de corona ni de perlas, si bien estas últimas no se esperaba poder observarlas, por ser sólo características de los eclipses totales.

Cuatro de la tarde. —El disco solar aparece limpio en una quinta parte de su totalidad. La luz aumenta considerablemente, siendo de notar que es mucho más sensible su aumento que lo fue su disminución. Para los profanos ha pasado ya todo lo interesante del fenómeno.

Las observaciones del Sr. Escandón.

No satisfechos los periodistas con estas observaciones por ellos mismos practicadas, y, por lo tanto, poco precisas, rogaron al astrónomo Sr. Escandón les diese alguna explicación de lo observado.

Las horas de contacto—nos dijo—se han tomado con la precisión matemática anunciada. Ha sido muy notable la diferencia entre el decrecimiento de la luz en la primera fase del eclipse, y el crecimiento y brillo de la luz solar hasta el contacto de salida. El cielo ha presentado el color plomizo característico de los eclipses totales.

Ha sido también muy notable la aparición de las franjas obscuras volantes que durante cuatro minutos próximos á la fase máxima hemos podido contemplar. El viento ha refrescado bastante y el descenso de la temperatura ha sido considerable. A las cinco de la tarde ha recobrado su valor normal la columna termométrica. El distinguido astrónomo dio estas noticias como producto de la observación del momento, sin perjuicio de ampliarlas cuando se hayan reunido todos los datos.

Las personas que han observado el fenómeno desde la torre del Observatorio han quedado sumamente satisfechas de la amabilidad con que el Sr. Escandón ha atendido sus preguntas, y de las deferencias que para todos ha tenido, y muy especialmente con los periodistas, á quienes ha proporcionado todo género de facilidades para llevar á cabo su información.

Los señores ministro y subsecretario de Instrucción pública y el rector de la Universidad han seguido con gran interés todas las fases del eclipse.

Datos complementarios.

Durante el desarrollo del fenómeno ha descendido la temperatura, según los termómetros del Observatorio, cinco grados y tres décimas. También el barómetro ha experimentado un pequeño descenso, que no ha llegado á un milímetro. No ha sido posible precisar la velocidad de las franjas volantes.

Los astrónomos de Santa Pola.

Desde Santa Pola pidieron esta mañana los astrónomos escoceses é ingleses que se encuentran allí la hora exacta del Observatorio de Madrid, que les fue comunicada por el Sr. Escandón.

En el ministerio de la Gobernación.

El Sr. Dato había tenido la atención de invitar á los periodistas que habitualmente concurren al ministerio de la Gobernación para presenciar desde las nuevas terrazas de dicho edificio el fenómeno celeste. A las dos y media se encontraban en dicho sitio, además del Sr. Dato, el subsecretario, Sr. Hernández, los jefes de sección Sres. Santoyo, Betegón y Moreno, varios redactores de El Imparcial, El Español, La Correspondencia de España, El Nacional, El Dia, LA ÉPOCA, las Agencias Mencheta y Almodóvar, así como algunos jefes y oficiales de aquel departamento.

La mayor parte de los observadores se ha provisto de las modestas ecuatoriales, que, desde cinco céntimos hasta una peseta, se expendían profusamente en la Puerta del Sol; pero no dejaron de percibir los detalles del eclipse.

Los dos astros protagonistas acudieron con gran puntualidad á la cita que se habían dado, y ya desde las tres podía apreciarse bien el espacio de la esfera solar cubierta por la luna, en una tercera parte, á partir del borde Sudeste; es decir, que comparada la referida esfera con un reloj, empezó á eclipsarse la comprendida entre las horas IIII y V, con mayor inclinación hacia la segunda. A las tres y media, el borde superior de la luna llegaba al centro del disco solar.

Varios periodistas, que practican lo que habitualmente se llama la alta información, estimaron que las azoteas no estaban bastante elevadas; así es que subieron al templete del reloj, y bajo la bola (admiración de los forasteros) encontraron un excelente punto de observación, situado á 35 metros sobre el nivel del pavimento de la Puerta del Sol.

Al Norte y Oeste limitaban el horizonte la sierra del Guadarrama con sus estribaciones, que por la última orientación terminan en las peñas de Cadalso y de Cenicientos; por el Este veíanse las alamedas del Retiro, la meseta de Vallecas, destacándose, entre otras, las torres de la Equitativa, de las Escuelas de Aguirre y de la parroquia da San Jerónimo, y el Observatorio Astronómico, y por el Sur aparecía, desde luego, la elevada torre de la parroquia de Santa Cruz y la masa compacta de edificios de aquella parte de la población.

En muchas azoteas, bohardillas y hasta en los caballetes de los tejados veíase mucha gente. La concurrencia era considerable en las aceras y alrededor de las farolas centrales de la Puerta del Sol, y sobre todo debajo del Hotel de París.

Llegó el momento solemne: millares de personas, fija la vista en el sol, á través de cristales de color o ahumados, al ver que disminuía sensiblemente la intensidad de la luz, comprendieron que no había tiempo que perder y reconcentraron su atención. Desde la torrecilla mencionada Madrid entero parecía iluminado por poderosos focos de arco voltaico; los campos que se distinguen por Occidente tomaron un especial tinte violáceo.

Los ligeros celajes que procedentes del Norte cruzaron el cielo á primera hora de la tarde, desapareciendo en los momentos más interesantes del eclipse. La temperatura, que era muy calurosa, bajó de tal suerte, que en las azoteas del ministerio de la Gobernación se sintió un fresco muy agradable. Algunos establecimientos de la Puerta del Sol, entre ellos el Crédit Lyonnais, se vieron obligados á encender la luz eléctrica en sus oficinas.

De la residencia de los Padres Jesuítas, en la calle de la Flor, fue lanzado un globo de papel, que se elevó á considerable altura. Poco después de las cuatro, ya el disco del sol fue aclarándose por la parte que primeramente había sido obscurecida,

Terminadas las observaciones, el subsecretario del ministerio obsequió en su despacho á los periodistas con exquisitos pasteles, vinos y cigarros, completando de ese modo las atenciones que les había dispensado el Sr. Dato.

En Palacio.

SS. MM. el Rey y la Reina Regente y SS. AA. la Princesa de Asturias y la Infanta D.ª María Teresa, acompañados de las personas de la servidumbre del día, han presenciado el eclipse desde la terraza del Regio Alcázar, utilizando algunos telescopios é instrumentos ad hoc.

El espectáculo desde la terraza era verdaderamente hermoso. La parte de horizonte en dirección al radio de acción que ha comprendido el eclipse, se veía completamente obscura, habiéndose divisado algunas estrellas. S. M. el Rey ha sacado varias instantáneas del eclipse.

En las calles.

Ha habido extraordinaria animación desde el medio día. Los vendedores de cristales ópticos para observar el eclipse, apostados en la Puerta del Sol y calles céntricas, vieron agotadas sus mercancías una hora antes del eclipse, por lo que ya recurrieron á vender clichés negativos y á ahumarlos con cerillas.

En los pisos altos y en las azoteas de muchas casas ha habido bastante gente, que ha hecho uso de diferentes aparatos de observación, entre ellos el de colocar palanganas y ver el eclipse por reflexión derecha, como decía una chula.

En la calle de Alcalá sacaron de un café un gran espejo, que sirvió también de aparato, formándose un grupo numeroso de curiosos dispuestos á gozar del espectáculo gratis. También han llamado la atención, en la calle de la Montera, varios astrónomos alcoholeros, que miraban al sol á través de grandes botellas llenas de morapio.

En una azotea de esta calle, varios individuos, vestidos de magos y con enormes cucuruchos en la cabeza, exhibieron un gran cartel que decía; «Observatorio Flammarion». En cada esquina se ha establecido un observatorio, y pocas personas han dejado de emplear su cristal ahumado, pues el que no lo tenía lo pedía prestado á cualquiera. En loa cafés, muchos parroquianos ahumaban las copas, empleándolas como aparatos ópticos.

Conforme se acercaba el momento señalado la espectación crecía en loa grupos. Al señalar el reloj de Gobernación las 2 y 36 minutos, miles y miles de personas enfocaron al sol, con tubos, cristales, gafas y anteojos ahumados. 

A medida que la luna iba cubriendo el disco solar crecían los comentarios, entre ellos los de la gente del pueblo, haciendo ocurrentes y graciosas apreciaciones. Al Hipódromo llegaban los tranvías llenos de gente, y en loa corros inmediatos muchas familias se arriesgaron á aguantar el sofocante calor que hacía, en aras del eclipse. 

Durante éste no se ha visto volar pájaro alguno, pero en el mismo instante en que termino aparecieron grandes bandadas de gorriones y vencejos, que se remontaban hasta perderse de vista. En la Puerta de Atocha, Plaza de Alonso Martínez, Puerta de Alcalá y otros sitios, ha habido mucha gente. Al cerrillo de los Ángeles han ido varios expedicionarios en coches y á caballo. Los consejeros del Banco de España, que se hallaban reunidos, vieron el eclipse desde la azotea situada cerca del reloj.

En el Retiro.

Desde las dos de la tarde había numeroso público en la parte del Retiro que da á la calle de Alfonso XII. Muchas personas iban provistas de ecuatoriales de todos los precios. Desde aquella parte del Retiro el aspecto que ofreció Madrid era realmente magnífico. El cielo tenía un color gris y el astro del día aparecía como envuelto en tupida gasa. La población ofrecía el mismo golpe de vista que las noches en que está iluminada por la luna llena. El rostro de las personas se veía de un color intensamente pálido. En todos los concurrentes había honda emoción, y en el momento de menor claridad reinó un profundo silencio.

Los anteojos.

Los ha habido de todos los precios, como decimos anteriormente. Los más caros, que eran de una peseta, estaban formados por un tubo, que llevaba en su interior dos discos de cristales de color obscuro. Había otros de cristales ahumados, que expendían los vendedores en la siguiente forma:

—¡Lentes para ver el eclipse! ¡A 10 céntimos para verlo total, y á cinco ¡para verlo parcial!

Los anteojos de una peseta han sido expendidos por una casa de objetos de física, que ha vendido más de mil.

En el Viaducto y en las Vistillas.

En el sitio conocido por el Campo de las Vistillas la aglomeración ha sido grande, y lo mismo en el Viaducto de la calle de Segovia. Muchas vendedoras de la Plaza de la Cebada, provistas de grandes cristales ahumados, observaban el fenómeno celeste, comentando el espectáculo con frases mas ó menos ingeniosas.

Muchos individuos, provistos de grandes botas de vino, refrescaban el gaznate con sendos tragos, sin duda para soportar el calor verdaderamente tropical que se dejaba sentir. En uno de los balcones cercanos al Viaducto había colocado un telescopio de pequeñas dimensiones, por el cual observaban el eclipse algunas señoras.

El estado del tiempo.

Aunque ha podido temerse alguna alteración atmosférica por efecto del fenómeno solar registrado hoy, el tiempo ha continuado siendo muy espléndido. A las tres y media de la tarde, ya comenzado el eclipse, se sintió ligero viento fresco. Próximo á terminarse el fenómeno volvió á sentirse algún calor. La temperatura á las ocho de la mañana fue de 14 grados, de 29 á las dos de la tarde y de 25 á las cuatro. La máxima ha sido de 31, y de 11 la mínima. El barómetro ha marcado 714.

Según observaciones particulares de nuestro distinguido amigo el Dr. Cortejarena, la temperatura, al comenzar el eclipse, era de 30 grados al sol. Bajó después á 25, y en el momento de mayor intensidad marcaba el termómetro 24.

En provincias

(DE LA AGENCIA MENCHETA)

EN ELCHE

Día espléndido. - El paso de las estrellas. -ingleses y escoceses.-El meridiano de Madrid.

Elche 28 (8 mañana).—El día ha amanecido espléndido. Los astrónomos han pasado la noche haciendo observaciones. Llegan infinidad de touristas, no sólo por las líneas férreas, sino por las carreteras, utilizando todo género de vehículos.

Cada casa del pueblo se ha convertido en un observatorio, emplazándose los aparatos en los tejado. Me dicen que en Santa Pola los comisionados ingleses han pasado la noche en la playa, anotando el paso de las estrellas por el meridiano. La Comisión escocesa se ha establecido en la meseta de una montaña. Tengo la hora exacta del meridiano de Madrid.

La Comisión de San Fernando ha comprobado sus horas con las del Observatorio central, teniendo en cuenta la diferencia de meridianos, y cuanto telegrafíe referiráse matemáticamente á la hora del meridiano de Madrid.

Polavieja.—Observaciones de Flammarion. El fenómeno celeste en los animales y en las plantas.

ELCHE 28 (8,30 mañana).—Ha llegado á las siete y media de la mañana el general Polavieja, acompañado del diputado Sr. Mataix, coronel Villalón, el director de Las Provincias, de Valencia, D. Teodoro Llorente, el gobernador de Alicante y otras autoridades. En la estación había mucha gente. De pie, en casa del alcalde, ha recibido el general muchas visitas.

Flammarion ha enviado al Observatorio del conde de Baume plantas, cohetes voladores, para determinar las diferencias de examen del fenómeno celeste á simple vista y cintas de diversos colores para apreciar el cambio de tintas. Propónese estudiar el efecto del fenómeno en los animales y en las plantas.

Más forasteros.—Catedráticos, curiosos y astrónomos.—Buen negocio.

ELCHE 28 (9,20 mañana).—Sigue en aumento la afluencia de forasteros, hasta el punto de dificultar el tránsito por las calles. En carruajes y caballerías no cesan de llegar vecinos de los pueblos inmediatos. Han llegado los catedráticos Sloker, Sevilla, Hernández Sanchiz, Gómez Ferrer, Camaña y doctores Colvee y Merenbrach, que marcharon á Santa Pola.

Los vendedores de vidrios ahumados están haciendo un buen negocio.

Desde Murcia.— 3.000 «touristas».—Por si acaso.

ELCHE 28 (10,15 mañana).—El tren especial de Murcia ha traído 3.000 viajeros. Entre ellos han venido el obispo de Cartagena, el alcalde de Murcia y el marqués de Villamantilla. Muchos aficionados, impacientes, ocupan ya las azoteas de las casas mirando al sol.

«Eclipse» de carteras. - Buenos preludios, Flammarion.—Operaciones.

ELCHE 28 (1 tarde).—En el programa del eclipse ha habido una novedad: la llegada de una cuadrilla de carteristas, que ha hecho el eclipse total de varias carteras. El más importante ha sido el de una que contenía 4.000 pesetas.

Los astrónomos muestranse muy satisfechos de la limpidez de la atmósfera, que permitirá hacer muy curiosas observaciones. Flammarion con su secretario, ha salido ya para el Observatorio del conde de Baume. El público le ha hecho una cariñosa despedida. El alcalde y el gobernador acompañan á Polavieja.

En pleno eclipse.—La duración.—Como de noche. - Buenas observaciones.

ELCHE 28 (3,10 tarde).—A las dos horas cuarenta y tres minutos y veinticinco segundos ha comenzado el eclipse. Desde la Finca Nueva se ha anunciado el fenómeno disparando una carcasa ó traca. En esta momento las calles de la población están desiertas, pues la gente ocupa las azoteas. A las tres horas cincuenta y siete minutos y cincuenta segundos comenzó la totalidad, hasta las tres horas cincuenta y nueve minutos y un segundo. La duración ha sido, pues, de un minuto y once segundos. 

A las tres iniciose la noche rápidamente infundiéndose el pánico en las gentes sencillas y operándose varios fenómenos propios de la noche. La diafanidad de la atmósfera permite a los astrónomos hacer observaciones perfectas.

Después del eclipse. Observaciones de Flammarion. Ningún nuevo astro.

ELCHE 38 (5,30 tarde).-El eclipse ha terminado a las cinco horas, cuatro minutos y cincuenta segundos. Flammarion, en cuyo observatorio he estado acompañando al general Polavieja, me ha dado los siguientes datos:







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