La Ilustración financiera. 5 de febrero de 1930, página 12.
Remesa de oro a Inglaterra
En nuestro número anterior recogimos en una breve noticia un comentario que apareció en la prensa extranjera respecto al envío de oro de España a Inglaterra.
La falla de conocimiento que aquí se tuviera con motivo de tales envíos y su finalidad, hizo que acogiéramos aquella noticia sin comentario alguno. Con más exactitud, aunque con la misma inexpresión en cuanto a la finalidad de los envíos dichos, vemos confirmados tales hechos. La importante revista El Economista, dice a tal efecto: El domingo salió de Madrid en camiones militares, por resultar por ese medio más económico su transporte que en ferrocarril, una remesa de oro del Tesoro, para ser embarcada en Vigo con destino al Banco de Inglaterra. Esa remesa es de un millón de libras esterlinas y es la primera de las cuatro, cada una de igual suma, que se había acordado enviar a Inglaterra; pero allí se supone que el cambio de situación política puede hacer variar tal acuerdo, y que es posible que no se envíe más oro a aquel país.
Sigue sin darse explicación oficial ni oficiosa de la finalidad de esa operación, pero lógicamente pensando, debe responder al propósito de colocarlo en cuenta corriente, con interés, naturalmente, pagadero en oro, proveyéndose así de cantidades de ese metal destinadas a la regulación del cambio internacional. Coincidiendo en un todo con el colega, esperamos que el nuevo Gobierno, en su propósito expuesto de llevar el país a la normalidad política, no seguirá guardando el secreto en que se ha envuelto la operación.
El Sol, 2 de marzo de 1930, página 12.
CONFERENCIAS
"Confianza y crédito"
El vizconde de Eza clausuró el ciclo de conferencias organizado por la sección de Cuestiones económicas, financieras y monetarias de la Asociación de Derecho Internacional con una disertación sobre el tema "Confianza y crédito", desarrollada ante numeroso auditorio en el salón de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. En el prólogo de la conferencia, el vizconde de Eza declaró que sentía cierta violencia al hablar sobre asuntos en los que tenía que sentar puntos de vista distintos y aun opuestos a otros, sin que se le pudiera contradecir, por sor él un enamorado de los debates parlamentarios, donde cada cual expone su criterio ante los demás, pero que como también opina que todos cuantos se dedican a observar el desarrollo de los fenómenos económicos y forman idea sobre los mismos deben contribuir al estudio de sus fases, persiguiendo la situación más conveniente para los intereses del país, prefiere disertar, resumiendo las conferencias de otros oradores que le han precedido en la tribuna, a permanecer silencioso, "pues los escépticos, en estos tiempos, deben suicidarse y desaparecer de la sociedad".
Partiendo de juicios formulados por la Prensa financiera de Londres, según los cuales España no carece de medios para regularizar su situación monetaria, sino de confianza en los procedimientos que conviene seguir a dicho efecto, expuso el trato, a su juicio injusto, que se ha dado a la posición española ante el problema que afecta a nuestra moneda. Tradujo varios sueltos de periódicos franceses, cuya característica es el tono cáustico, irónico, del reproche; de otros ingleses, flemáticos y doctrinarios, y, por último, de alemanes, francamente burlescos, para deducir de unos y otros que se pretende mediatizar nuestra soberanía en ese terreno, llevándonos por derroteros convenientes a otros intereses, o al menos tratando de infiltrarnos teorías consideradas como panaceas que no son de aplicación a nuestro caso y que a veces incluso fracasan allí donde han sido ya puestas en práctica.
Califica de bochornoso el hecho de que se tratara de acreditar, mediante la apelación a técnicos extranjeros, la situación de solvencia financiera de nuestro país, y hace notar que el "Berliner Tageblatt" ya recogió en sus columnas el efecto devastador que en la Cotización de la moneda española produjo el anuncio del jefe de la Dictadura de que pensaba estar unos cuantos años más en el Poder.
Después leyó afirmaciones publicadas recientemente en diversas revistas financieras, concretando casos de despilfarro, como el del Patronato Nacional del Turismo, y noticias de la Prensa extranjera aludiendo al envío de oro a Londres, sin que el contribuyente —que tiene derecho a que se le diga—sepa el concepto en que se hayan efectuado tales remesas.
Advierte que la mejoría recaudatoria de que se jactaba la Dictadura tiene su verdadero origen en la reforma tributaria de 1920-22, hecha por el partido conservador; que la reacción satisfactoria que la peseta acusaba desde 1902se debió a la contención de la inflación monetaria, a la repatriación de capitales españoles procedentes de las colonias, a la coyuntura favorable que en el Extranjero se produjo y a la inmigración de capitales de otros países, que iban viniendo al nuestro al notar cómo se fomentaba aquí un persistente progreso material, y que, si bien en 1926-27 se llevó a cabo otra afluencia de disponibilidades extranjeras, la circunstancia de no haberse afincado en España y de haberse retirado últimamente demuestra que no tenía ese dinero confianza en el alza de la peseta, es decir, en un porvenir económico que lo remunerara convenientemente, y ello—dice el Vizconde— fue porque la actuación de la Dictadura defraudó a los aportadores de aquella masa monetaria, como defraudó por último a todas las clases económicas del interior.
Alude a la posición del Banco de España en el problema de los cambios y la defiende, recordando que ha sido discreta y que en ocasiones hasta se ha extremado su carácter de Banco nacional, como cuando se creó el Banco Exterior, contra el parecer de aquél, no obstante lo cual se le obligó a contribuir a la formación del capital del nuevo establecimiento.
Con referencia a la intervención en el cambio para defender la peseta, la califica de desdichada; critica severamente el que todavía no se haya podido saber cuánto costó ni dónde están las pesetas compradas y puestas a rédito, según decía una nota oficiosa, y la extraña lamentación de que el Comité de Cambios no dispusiera de todas las reservas oro del Banco de España para su labor, cuando en realidad actuó, indebidamente, en forma de organismo bancario, sin la garantía de competencia que a tal clase de institutos hay que exigir para la natural confianza en su obra.
A pesar de sentir gran simpatía por Francia, se muestra el conferenciante enemigo de la "moda que ha venido de París", según la cual debemos estabilizar. Asegura que allí, después de hacerlo a 124 francos por libra, se ha determinado una inflación excesiva, que ha elevado extraordinariamente los precios y ha producido ya tal perturbación que se estudia ahora la manera de introducir modificaciones en ese régimen monetario.
Se muestra conforme con las conclusiones del dictamen de la Comisión para el estudio del patrón oro y dice que conviene vulgarizarlas en forma que lleguen a todas las capas sociales para hacer intervenir a todo el país en cuestiones tan vitales como estas de que se trata, ya que una de las más inmediatas manifestaciones del problema es siempre la cuestión de los precios.
Trata de la balanza de pagos, y se muestra avergonzado de que sea España una excepción dentro de la Sociedad de las Naciones para el estudio de ese interesante aspecto, por falta de estadísticas, y dice que la sección económica de la Asociación de Derecho Internacional esta laborando, con enorme sacrificio, para subsanar semejante deficiencia. Y recuerda que ya él mismo, en 1916, hizo una valuación de la riqueza de España, que de 75.000 a 85.000 millones de pesetas ha id' creciendo después de la guerra en términos considerables.
Dice que como el volumen del presupuesto actual no excede de la proporción que debe exigirse entre ese factor y la renta nacional (10 a 12 por 100), no hay ninguna causa de alarma que aconseje acudir a medios distintos de los propios españoles para resolver el problema, contra lo que propone el señor Thery en el "Economiste Européen" (la atracción de capitales extranjeros), y repite que no hay por que tampoco pensar en que la peseta pierda nada de su valor, vista la verdadera potencialidad económica del país, que ofrece amplío campo de desenvolvimiento para el futuro.
Y terminó su interesante conferencia recomendando que de ahora en adelante todo español hable menos y trabaje más, porque los dos elementos de la riqueza positiva son siembre "trabajo y capital". El vizconde de Eza fue muy aplaudido y felicitado. El secretario de la Económica Matritense, Sr. Prieto Pazos, hizo notar a los concurrentes que se hallaba entre ellos el rector de la Universidad de Coimbra, doctor Costa Lobo, y le rindió un expresivo homenaje de afecto, saludándole en portugués. El ilustre profesor lusitano fue objeto de muy cariñosos aplausos por parte de todos los circunstantes.
La Ilustración financiera. 12 de marzo de 1930, página 2.
Confianza y crédito
otra coincidencia
La desorientación que durante los años de la Dictadura existía con relación a los problemas financieros de España; aquel tejer y destejer del gobierno dictatorial y las opiniones contradictorias que de vez en vez se dejaban oír en la prensa, parece haber sufrido una importante reacción que se traduce en una uniformidad de criterio respecto a las causas y orígenes de los problemas, así como en el juicio sobre los remedios a emplear.
Hombres de ideologías tan opuestas y que enjuician sus actos desde puntos distintos de la actividad social, se les ve coincidentes, a través del modo personal de expresión, en tales criterios y juicios Así, la saliente figura bancaria del marqués de Cortina, la personalidad hacendista del Sr. Riu, la competencia técnico mercantil del Sr. Sacristán, la suficiencia letrada y sagacidad política del Sr. Bergamín, todos son en apreciar las mismas causas de nuestra crisis monetaria en la falta de crédito público, por efecto de la pasada situación política, y el egoísmo del exterior aprovechando esta circunstancia para hacernos víctima de su especulación.
Esta unanimidad de criterio, en la que comprendemos al actual ministro de Hacienda, constituye, a nuestro juicio, el síntoma más favorable en el camino de las soluciones; de una parte porque ello asegura la posesión de la verdad en los hechos que se han de combatir, y de otra, afianza el éxito en la aplicación de los procedimientos por la cooperación que han de prestar, no sólo cuantos de un mismo modo opinan, sino todos aquellos que, faltos de estas ideas, o influenciados por esta repetición de juicios iguales, han de formar legión tras los que primero se han significado.
Y ya en este orden de lo que pudiéramos llamar la legión de los reconstructores del crédito público, seríamos injustos si no pusiéramos a la cabeza de ella a los señores que formaron la Comisión del Patrón oro, que en la época más difícil, por las presiones que pesaban sobre las ideas y sus manifestaciones, supieron dar la nota de serenidad y cordura que faltaba al elemento gobernante, sentando así las bases que han permitido llegar a esta unánime manifestación actual.
En nuestro propósito de ir recogiendo en estas columnas la exteriorización de cuantos juicios convergen en las mismas apreciaciones, no ya por el hecho de la coincidencia con los nuestros, que repetidamente hemos declarado, sino por estimar que prestamos un servicio al país contribuyendo, en la medida de nuestra modestia, a mostrarle el verdadero camino para hallar el remedio de nuestras actuales desdichas, hemos de referirnos hoy a la más reciente exposición hecha por un ponderado político conservador muy versado en cuestiones económicas, y especialmente de aquellos relacionados con la producción del suelo.
Nos referimos al señor vizconde de Eza y a su conferencia sobre el tema "Confianza y crédito". De su contenido poco o nada deberíamos decir, una vez que hemos ya expuesto el sentir del conferenciante de conformidad con aquellas otras personalidades a que aludimos. Sin embargo, aun en la repetición siempre se halla alguna novedad, siquiera sea la forma de expresión o el mayor número de antecedentes probatorios en un determinado extremo.
En la conferencia del señor vizconde de Eza hubo de destacarse a este efecto la lectura que hizo de diversas publicaciones francesas, inglesas y alemanas, reveladoras, a través de la forma peculiar de expresión de cada nación, de un propósito decidido de obligar a España a ir con su estabilización a aumentar el caudal, que se cree inagotable, de la especulación del capital internacional. Entre esta exposición de juicios de la prensa extranjera, merece citarse, por el valor que le da su origen, el señalamiento que dicha prensa hace de los casos de despilfarro del Patronato Nacional de Turismo.
¿Qué testigo de mayor excepción puede invocarse que esta misma prensa, que ha explotado tal despilfarro? Esta acusación a posteriori, ¿no parece un caso de conciencia? Igual apreciación podría hacerse de esotras alusiones de la misma prensa al envío de oro a Londressin que el contribuyente sepa el concepto en que se ha efectuado.
Esta exposición del juicio exterior y sus comentarios sobre el mismo fue, a nuestro juicio, lo más saliente de la conferencia, por el carácter de mayor novedad en orden a los demás extremos tratados. Muy brillante fue la crítica que hiciera de la intervención en el cambio, atacándola serenamente por desconocerse aún cuánto costó ni dónde están las pesetas compradas y puestas a rédito, según se declaró en nota oficiosa, así como la extraña lamentación de que el Comité de los Cambios no dispusiera de todas las reservas oro del Banco de España para su labor.
No fue de extrañar, por tanto, dadas las orientaciones mantenidas en toda la conferencia, la manifestación de conformidad con las conclusiones del dictamen para el estudio del patrón oro, de las cuales dijo que convenía vulgarizarlas en forma que llegasen a todas las capas sociales, para hacer intervenir a todo el país en cuestiones tan vitales como las que trata.
Al término de la conferencia el señor vizconde de Eza dio una nota de pesimismo al tratar de la balanza de pagos, por manifestar que se mostraba avergonzado de que fuera España una excepción, dentro de la Sociedad de las Naciones, para el estudio de este interesante aspecto, por falta de estadísticas, si bien anunció que la Sección de Economía de la Asociación de Derecho Internacional estaba laborando, con enorme sacrificio, para subsanar tal deficiencia.
Una sola tacha hemos de poner a la oración que comentamos, y es que al terminar de hablar el señor vizconde recomendase a todos los españoles que hablasen menos y trabajasen más. Sólo faltaba que, como el ex dictador, hubiera aconsejado comer menos.
El Liberal, 19 de agosto de 1930, página 5.
EN EL PROBLEMA DEL CAMBIO
UN SISTEMA CATASTRÓFICO
Escribimos este artículo un poco alarmados, porque el intento de prohibir las dobles, el aumento del tipo de interés para las pignoraciones en pesetas plata y su disminución para las pignoraciones en pesetas oro, no eran medidas aisladas e incongruentes, sino las manifestaciones de un sistema cuya existencia nos ha descubierto una comunicación de Hacienda.
Nosotros sabíamos, como sabe todo el mundo, que el problema del cambio ha de resolverse mediante una serie de medidas debidamente sistematizadas. Lo que ignorábamos nosotros, y no podía sospechar nadie, es que las tres medidas citadas formaran parte de una sistematización conducente a mejorar el valor exterior de la peseta.
Si en esas medidas hay ilación y congruencia, nos permitimos llamar la atención de quien corresponda, porque el sistema descubierto ES EL INFALIBLE PARA ARRUINAR EL VALOR DE LA PESETA.
Si lo que se desea es que nuestra peseta siga el camino del marco alemán o de la corona austriaca, lo que debe hacerse es convertir en sistema las tres medidas citadas. Y como esto no quiere hacerse y si se está haciendo es inconscientemente, llamamos la atención sobre ello para que quien tiene la máxima responsabilidad vea si no se impone una inmediata rectificación.
Estos problemas monetarios resultan en algunos casos de difícil comprensión, porque en su manifestación práctica y debido principalmente a la relación internacional, se usa un léxico muchas veces totalmente bárbaro e incomprensible. Los especialistas hacen de ese léxico un objeto de culto y lo cultivan como los sacerdotes egipcios cultivaban el rito misterioso.
Ahora hemos descubierto que en el fondo de todo aquel misterio no había más problema que el de la propiedad de la tierra. Las dobles, el report, el deport los gold-points. El cierto, el incierto y otra colección de palabritas por el estilo convierten el cambio en un fetiche indio. Cuando un profano invade el coto técnico. el iniciado lo recibe con esa balística de su léxico, y el profano ha de reconocer que eso del cambio es una cosa incomprensible.
En realidad es lo más fácil del mundo si habláramos todos en cristiano. Un sistema es un conjunto de medidas o actos con una interdependencia y un fin común. Un sistema para mejorar el valor de la peseta es por consiguiente la serie de medidas que el conocimiento científico permite considerar conducentes a la mejora del cambio. Cuando se toman medidas sin saber si influyen o no en el cambio, no se puede decir que se está actuando sistemáticamente, o sea, en los límites de un sistema, y para que se compruebe lo que es el sistema que se está aplicando, basta leer la parte dispositiva de la real orden de 24 del pasado, en la que se ha escrito textualmente: ‘'Liquidarlas (las dobles) determinará una ventaja, que influya o no en el curso de los cambios", de suerte que una medida de la trascendencia de la modificación del tipo de interés, de la pignoración de los bonos oro y del empleo del oro de la Tesorería, se ha tomado en un sistema para mejorar el cambio, sin saber si influirá o no en el curso de loa cambios.
Si el sistema consiste en medidas de esa naturaleza y que se toman con ese conocimiento, el sistema sólo puede conducirnos al desastre. Veamos lo de la doble. Ya hemos dicho y repetimos que se harán todas las dobles que se quieran y no habrá quien pueda impedirlo, porque no habrá quien pueda concretar cuándo existe o no existe el contrato de doble.
La doble, como toda operación mercantil, se hará siempre que al hacerla se haga un buen negocio. Toda persona versada en estudios económicos sabe que el contrabando es el hermano natural de la Aduana. Intentar prohibir la doble y al mismo tiempo aumentar el beneficio del que la haga, es una pura incongruencia, y esto es lo que se ha hecho. Con una moneda estable, la doble es la operación que mantiene el equilibrio en el precio internacional del dinero, tenida cuenta del riesgo del crédito en relación con el país deudor.
El interés entre dos países con situación social, política y monetaria igualmente estable, el interés del dinero es el mismo, y cuando sufre un desplazamiento, lo compensa y nivela la cuenta corriente, mediante el crédito directo o mediante dos cuentas corrientes, que esto y nada más es la operación de doble.
Cuando en un país tiene la moneda un valor fijo, pero la situación política o social es inestable, el interés se desplaza y no se nivela por el riesgo que significa la situación de fondos en ese país En este momento es cuando se produce la remesa oro, o sea, cuando la ausencia del crédito obliga al pago efectivo. Cuando en un país tiene la moneda un valor variable y por consiguiente un carácter puramente crediticio, por la prohibición del envío de oro, la doble tiene dos manifestaciones: la primera evitar la operación de cambio, y la segunda, disponer de capitales en pesetas, ya que la peseta es un valor variable, para especular contra la peseta.
Se mejora el cambio actuando directamente sobre el cambio. haciendo que el que tenga libras las venda y que el que tiene pesetas no las compre; pero no se actúa sobre la doble porque la doble no es la causa de la desvaloración, sino el efecto de esta desvaloración. Lo que se está haciendo en este problema parte de un completo olvido de todos sus factores.
Si la Banca inglesa halla su beneficio con la doble en España, la doble se hará, a pesar de todas las prohibiciones, y lo que se ha hecho es aumentar el beneficio de la Banca inglesa, y decimos inglesa, para singularizar a la Banca extranjera El banquero inglés gana en la doble española la diferencia entre el valor de la libra al contado y el valor de la libra a tres meses, y además el interés que recibe de sus pesetas en España.
Aumentar este interés es aumentar el beneficio del banquero inglés, y este banquero inglés hará la doble a pesar de todas las Juntas o Comités que aquí funcionen. Si un importador abre el crédito directamente en Londres, este importador no necesita autorización alguna, porque en vez de la compra de libras en España hace la doble en Londres y se limitará a poner a disposición del banquero inglés las pesetas equivalentes a las libras que el banquero inglés haya puesto a su disposición.
Lo que se está haciendo en este asunto es sencillamente trazar el camino al comercio español para que en todas sus operaciones con el extranjero prescinda de la Banca privada española, a mayor gloria y beneficio de la Banca inglesa.
Para comprobar el carácter suicida de la actual actuación basta recordar como se desvaloró el marco. El marco se desvaloró haciendo exactamente lo que se está haciendo ahora en España con la peseta. El público alemán, ante las restricciones oficiales, prescindió de la Banca alemana y trabajó directamente con las Bancas suiza y holandesa. Lo que prohibían las leyes alemanas, se hacía cómodamente en Suiza y Holanda. Y todos los profesionales recuerdan unos telegramas que se mandaban en serie ofreciendo la operación en doble en marcos desde Holanda y desde Suiza y pagando por los marcos un interés de 40 por 100 anual. Los ilusos que facilitaban sus marcos ante el aliciente de ese interés, ignoraban que se pagaba el interés para poder efectuar las ventas de marcos contado, que llevaron el valor del marco a cero.
Aumentar en España el tipo de interés es aumentar el beneficio del banquero extranjero, es darle un medio para que cautive al capital español y para que este capital sea inconscientemente la causa de su propia ruina. El tipo de interés se aumenta cuando se sistematiza una revaloración y la cotización desciende por sí sola; pero no se aumenta cuando la cotización hace lo contrario.
Toda ordenación de un sistema monetario ha de constituir un conjunto orgánico en el que el tipo de interés sea el índice de la situación del mercado. En los Estados Unidos, en el momento de la inflación bursátil, el dinero exigible a la vista, el destinado a los préstamos, a los agentes de Bolsa, se pagó hasta el 20 por 100 anual, cuando los descuentos no pagaban el 7 por 100.
Es un postulado económico que la moneda abundante cobra menos que la limitada. En eso que aquí denominamos sistema estamos haciendo justamente lo contrario. El título del Estado que cobra el 5 por 100, pagará por la pignoración más de lo que cobra por interés. El título del Estado que cobra el 6 por 100, pagará por la pignoración menos de lo que cobra por interés. La moneda plata, la abundante, según tenemos demostrado, cobrará por descuentos 6 por 100. La moneda escasa, la peseta oro, cobrará por pignoración 6 y medio por 100. Los 20.000 millones que han suscrito todos los españoles pagarán más. Los 300 millones, de los que, según se dijo en notas oficiales, el 50 por 100 fue suscrito por extranjeros, pagarán menos. Y todo eso no se hace para mejorar el cambio, sino que se hace sin saber si influirá o no influirá en el curso de los cambios. ¿Por qué se hace?
La Libertad, 3 de octubre de 1930, página 5.
La depreciación de la peseta y el envío de oro al Extranjero
Londres, 2.—Comentando de nuevo la baja de la peseta, el «Financial News» insiste en considerar necesaria la exportación de grandes sumas en oro por parte de las autoridades españolas para impedir la depreciación de su divisa nacional, añadiendo que simultáneamente debe llevarse a la práctica el programa de estabilización.
El expresado diario termina diciendo que aun en el caso de que este oro no fuese en realidad vendido al Extranjero, sino simplemente depositado en Bancos centrales del mismo, esto produciría. a su juicio, un efecto favorable en el mercado de cambios.
La Libertad, 25 de octubre de 1930, página 3.
EL PROBLEMA DE LOS CAMBIOS
Ha regresado la Comisión del Banco de España
En el sudexpreso de París llegó ayer a Madrid la Comisión financiera del Banco de España y del ministerio de Hacienda, que se ha entrevistado en París y en Londres con diversos elementos financieros y bancarios.
Esperaban en la estación algunos familiares de los señores que constituyen la Comisión, que, como se sabe, ha estado formada por los Sres. Bas, Aritio y Rodríguez Pastor, por el Banco de España, y Flores de Lemus, en calidad de experto, por el ministerio de Hacienda. También se encontraba en la estación el Sr. Montalvo, subgobernador del Banco de España.
Ninguno quiso hacer declaración alguna, y únicamente el Sr. Bas dijo a los periodistas que iría al Banco de España, a las doce, para presidir un Consejo.
Consejo en el Banco de España
Declaraciones del Sr. Bas
A las doce se reunió el Consejo del Banco de España, bajo la presidencia del Sr. Bas, asistiendo, entre otros consejeros, los señores Aritio, Pastor, Gamazo, Rolland, Sáinz (D. José), González Pintado, etc. A la una y media terminó la reunión, y el gobernador del Banco recibió a los periodistas, que le felicitaron por la excelente impresión que ha recogido la Comisión en sus entrevistas con la Banca nacional de distintos países.
—Así es, en efecto—confirmó el Sr. Bas—. No hemos podido encontrar mejor dispuestos a todos ni recoger más muestras de adhesión que las que nos han prodigado. Y conste que no hemos ido a pedir nada ni a contratar nada, sino únicamente a hablar.
—¿A quiénes han visto ustedes? preguntó un periodista.
—A los representantes de los Bancos nacionales de Francia y de Inglaterra y del Banco Internacional de Pagos.
—¿Nada más?
—También nos han visitado otros representantes de la gran Banca, que han mostrado la misma disposición bacía nosotros que sus Bancos nacionales. Y es que es tan grande la compenetración entre unos y otros, que la orientación que marque la Banca nacional es seguida sin titubeos por la Banca privada.
—¿Han visitado el Middland Bank?
—No hemos tenido tiempo.
A preguntas de si se habla llegado a algún acuerdo concreto, respondió que la Comisión no había ido a firmar acuerdos. Finalmente, negó en absoluto que se haya establecido ningún compromiso que suponga el envío de oro como garantía prendaria, y se negó a hacer ninguna declaración que indique siquiera la más pequeña orientación respecto a la política que va a seguirse, aunque en este aspecto—añadió—"soy francamente optimista".
El Consejo del Banco estuvo dedicado a escuchar a los comisionados, y parece que se tomó el acuerdo da reiterar al Gobierno el apoyo decidido de la primera entidad de crédito para resolver el problema del cambio.
En los centros bursátiles del Extranjero se sigue cotizando la peseta en alza, habiendo llegado a 45 pesetas la libra en Londres.
¿Ha salido oro para Londres?
Contrastando con la negación rotunda del Sr. Bas de que no hay compromiso alguno firmado para enviar oro al Extranjero en garantía prendaria, leemos en una revista financiera que esta semana sale la primera remesa de oro para Londres. Y agrega: "En presencia ya de una primera remesa de oro, en barras, del Tesoro por unos 26 millones de pesetas, remanente aproximado de la existencia en el balance del Banco de España, no podemos por menos que llamar nuevamente la atención del ministro de Hacienda, señor Wais, con el consabido "quo vadis"?, que tanto se parece a su apellido."
Declaraciones del Sr. Flores de Lemus
El Sr. Flores de Lemus, que ha acompañado a la Comisión del Banco de España en calidad de experto, ha recibido a uno de nuestros redactores, al que ha hecho interesantes manifestaciones sobre la labor de la comisión y sobre las posibilidades de la peseta para el futuro. Confirma el Sr. Flores de Lemus la excelente acogida que han tenido los financieros españoles por parte de todas las autoridades bancarias visitadas. Todas han manifestado que para cuanto signifique normalización del cambio español, sin meterse en el tipo a que se haga esa normalización, ya que eso es cuestión exclusiva del Gobierno estudiar ese tipo y fijarle, puede España contar con la ayuda moral y material de las poderosas entidades nacionales e internacionales visitadas, ya que la aspiración de todos y el beneficio de todos es negociar con países estables, política y financieramente considerados.
Desmintió la especie de que se baya contratado nada ni se haya pedido nada, y menos con el Banco de Inglaterra, cuya visita por los Sres. Bas, Aritio y Pastor—el Sr. Flores de Lemus se quedó en París—fue puramente de cortesía. Ahora bien: para el caso hipotético de que fuera necesario alguna vez utilizar algunos créditos, la Comisión española escuchó juicios halagüeños respecto a la seriedad de España para el cumplimiento de los compromisos, ya que está conceptuada en el Extranjero como uno de los países que mejor pagan.
Una prueba evidente de que nada se ha pedido a nadie está en la rectificación de conducta de la Prensa francesa, que si bien acogió un poco recelosamente a la Comisión, no tardó en comprender la verdadera finalidad de ella.
En opinión del Sr. Flores de Lemus, no es necesario ningún crédito ni ningún auxilio material del Extranjero para que la peseta recobre su verdadero nivel de cambio, "porque sería estúpido pedir lo que ya tenemos". Tampoco es de opinión que deban deshacerse de un golpe las dobles de moneda, porque supondría una inflación grande que vendría a agravar la situación del mercado, sin contar con que las dobles esas son muy poco costosas, ya que en el Extranjero está el dinero muy barato y se dobla con facilidad. Cuando estemos más despejados podrán retirarse esas dobles, si se quiere.
Se muestra optimista — quizá más optimista que ninguno— respecto al porvenir de la peseta; pero no es problema que pueda resolverse por ensalmo. La situación actual la estima muy semejante, salvando las diferencias naturales de estructura económica de una época y otra, a la de Villaverde, y ahora, como en aquella ocasión, cree que hemos llagado al punto más bajo de la curva de crisis, debiendo ya remontarse los factores económicos.
Claro es que a condición de que los Gobiernos conserven un mínimum de prudencia en los gastos y se pueda tener en todo momento el control de la inflación. En estas condiciones, la estabilización puede hacerse al tipo que desee el Gobierno y sostenerse el cambio indefinidamente.
Preguntado cuál serla, en su opinión, el nivel del cambio al que se equilibran los pagos y los ingresos de la balanza económica y, por consiguiente, el punto alrededor del cual podría girar una estabilización en este momento, dijo que lo tenía calculado con bastante aproximación; pero no era discreto hacerlo público. «Desde luego—añadió—, la libra estos días se dirige rápidamente hacia ese punto.»
Desechó también la hipótesis de que las Sociedades petrolíferas hayan desplegado esos planes maquiavélicos que les han atribuido, y cree que el alza de los días últimos se debe exclusivamente al enrarecimiento del mercado, pues en el pánico de Agosto todo dependió de 60.000 libras, cantidad ínfima si se tiene en cuenta que diariamente se negocian en épocas normales unas 160.000.
En aquella época el envío de un millón de libras en oro a Inglaterra hubiera abortado el pánico y seguramente no hubiera dado lugar a la situación actual.
El motivo de la suspensión del marqués de Cabra
En «El Financiero» se ha publicado una información sobre los motivos en que se ha fundado la suspensión del subgobernador del Banco, señor marqués de Cabra. He aquí algunos de los párrafos de la aludida Información:
«Por ausencia del gobernador del Banco visitó el subgobernador primero, señor marqués de Cabra, al ministro de Hacienda, señor Wais, el miércoles 15 del corriente, entregándole el ministro al subgobernador notas de cuatro telegramas para que hiciera el favor de ponerlos».
Estos telegramas se limitaban a pedir precios de fletes y seguro para el transporte de oro. De regreso en el Banco el señor Belda debió de darse cuenta de que había manifiesto error de expresión, puesto que la salida de oro amonedado está prohibida de real orden, según creemos, canjeándolo por barras el Banco, caso de exportar oro el Tesoro, y que el oro debía de referirse al Tesoro, puesto que no babía acuerdo del Banco en tal sentido, interpretando, naturalmente, que debió de ser una omisión involuntaria del Sr. Wais, ya que otra cosa no podía en modo alguno pensarse.
Así, pues, se pusieron dos telegramas a una de las dos plazas, pidiendo flete y seguro, según creemos, «para exportar oro en barras del Tesoro».
Los otros dos telegramas, dirigidos también a otra plaza extranjera, los retuvo en su poder el Sr. Belda para dar cuenta al Consejo del Banco en su primera reunión, como prescribe el artículo 130 del reglamento, en razón a que, de haber puesto aquellos dos telegramas, se habría perjudicado o inutilizado por completo una negociación secreta que llevaba el Banco en servicio nacional, estando dirigido uno de los telegramas, precisamente, a la «entidad negociadora.»
La Época, 30 de octubre de 1930, página 1.
LA CUESTIÓN DE LOS CAMBIOS
Manifestaciones del señor Wais
Los redactores financieros de la Prensa diaria visitaron anoche, al ministro de Hacienda para obtener impresiones relativas al favorable curso que lleva el cambio de la peseta.
El señor Wais se mostraba satisfecho de la reacción experimentada por nuestra moneda, y a preguntas de los periodistas confirmó la noticia de que el Consejo del Banco de España se habla reunido para tratar del punto concreto do su decidida cooperación en la política monetaria acordada por el Gobierno y que ahora entra en una fase de inmediata actividad preestabilizadora.
«Desde luego—dijo el señor Wais—, la resolución del Consejo, en el sentido que indicaba la correspondiente moción, fue adoptada por absoluta unanimidad».
Habló luego el ministro de las dobles pendientes, y declaró que no se trata de cancelarlas en seguida, sino de proceder con ellas según aconsejan las circunstancias del cambio, en cuanto a su liquidación o renovación, hizo notar que ya en Londres, no mostraba el mercado deseos de seguir doblando, en vista de la reacción de nuestra moneda, y que sólo se cedían las libras al contado.
Con respecto al rumor que circuló de la supuesta posibilidad de que se concertaran créditos en el extranjero para desarrollar las operaciones previas de la estabilización, expresó el señor Wais su convencimiento de que, examinada serenamente la situación, no era preciso recurrir a esa clase de operaciones, porque España cuenta con las disponibilidades necesarias para actuar en aquel sentido, con elementos propios.
También hizo notar el ministro la circunstancia de que España fuera una de las últimas naciones europeas que hubiesen resuelto estabilizar su moneda, y aseguró que el Gobierno está firmemente convencido de que, salvo acontecimientos imprevistos, en esa política está la solución más conveniente para los
Mundo Gráfico, miércoles 21 de enero de 1931
El envío a Inglaterra de un millón de libras esterlinas
Según se puede ver en "Mundo Gráfico" del miércoles 21 de enero de 1931, por esas fechas el gobierno español realizó un envío a Inglaterra de un millón de libras esterlinas en oro, para, parece ser, estabilizar la moneda.
El barco SS Orbita fue un transatlántico construido en 1914 por Harland & Wolff en Belfast para la Pacific Steam Navigation Company. Entre 1921 y 1926, el Orbita formó parte del servicio de la Royal Mail entre el Reino Unido y la ciudad de Nueva York. Posteriormente volvió a trabajar para la Pacific Steam Navigation Company. Durante la Guerra Civil este barco trasladó refugiados republicanos al puerto de Valparaiso.