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Dámaso Merino Villarino

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Mundo gráfico, Madrid, 3 de diciembre de 1930

GRANDES INDUSTRIAS DE LA FARMACIA 

LA SOCIEDAD LEONESA DE PRODUCTOS QUÍMICOS 

Cuenta hoy la bella y hospitalaria capital leonesa con una de las más importantes industrias españolas, que goza de universal renombre.

No es otra que la Sociedad Leonesa de Productos Químicos, fundada por uno de los hijos más ilustres de la capital castellana: don Gregorio Felipe Merino, hombre de gran cultura y de laboriosidad ejemplar, que, además de su título de abogado, consagró su existencia a los estudios de la Botánica, en los que adquirió tal competencia y dominio, que decidió hacerse farmacéutico, licenciándose a los treinta y dos años, dando con ello un gran ejemplo de vocación y laboriosidad.

En el año 1827 estableció su farmacia, dando comienzo, por vías de ensayos, a pequeñas fabricaciones y experimentos, hasta que arrastrado, por su gran espíritu emprendedor se unió a su hijo don Dámaso, fundando la Casa G. F. Merino é Hijo, que entre otros negocios continuó con mayor intensidad el de la fabricación de productos químicos farmacéuticos.

Próspero continuó el negocio, desarrollando una gran esfera de acción, hasta que en 1903 don Fernando Merino Villarino lo convirtió en Sociedad Anónima.

El señor Felipe Merino inició su industria con escaso capital, salvando obstáculos y dificultades con su innegable talento, su fe, su constancia y sus grandes dotes organizadoras.

Actualmente, el capital asciende a millón y medio de pesetas, en acciones de mil; y doscientas mil en obligaciones nominales de mil pesetas.

Dichas obligaciones fueron emitidas con objeto de implantar la fabricación de agua oxigenada electrolítica a 100 volúmenes, poniéndose con tal motivo en circulación las 2.500 acciones que quedaban en cartera, y se emitieron 250 obligaciones. 

PRIMER CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN

El primer Consejo de Administración que rigió los destinos de la Sociedad Leonesa de Productos
Químicos, S. A., estaba formado por don Fernando Merino Villarino, director-gerente; don Joaquín
Santamarina, vicepresidente; don Sabino Plaza, secretario; don Manuel Diz y don Leopoldo Cortinas, vocales.

CONSEJO ACTUAL

Actualmente, el Consejo de dicha Sociedad está formado por los señores don Carlos Merino Sagasta, presidente; don Hermes Piñerúa, vicepresidente; don Bernardo Carracedo, secretario; don Fernando Diz, don Ángel Galarza, vocales; y don Bienvenido Larraz, director-gerente.

NEGOCIO PRESENTE

Hoy, la Sociedad Leonesa de Productos Químicos, S. A., se dedica a la fabricación de varias especialidades farmacéuticas, entre las cuales se cuentan las pastillas Merino; el Pneumógano (antibacilar) y Hematol (reconstituyente), etc., y de productos químicos como éter, cloroformo, alcohol absoluto, perborato, sales peroxidadas, extractos de plantas, etc.

Para el desarrollo de esta fabricación la Sociedad posee edificios dentro del casco de la población, que ocupan una extensión de más de tres mil metros cuadrados, contando además con otros dos mil de solares, para ir construyendo a medida que las necesidades del negocio lo requieran.

Esta importante fábrica ha sido dotada de la maquinaria más moderna que se conoce, y al frente de ella tiene personal especializado para cada sección. Tiene un director-técnico, dos doctores en Ciencias Químicas, dos farmacéuticos, varios prácticos y el personal auxiliar necesario.

Entre los grandes proyectos que tiene esta Sociedad figura la elaboración de algunos productos que se consumen en gran escala, y de algunos de ellos tiene ya obtenida y registrada la patente.

Las acciones de la Sociedad Leonesa de Productos Químicos se vienen cotizando en Bolsa desde hace tiempo.

PERMANENCIA DEL PERSONAL

Uno de los detalles que dan más exacta idea de la seria administración de una Casa ó industria, es la mayor ó menor estabilidad de su personal, y por lo que a la Sociedad que nos ocupa respecta, vamos a citar algunos casos de prolongados servicios: Don Salustiano de la Fuente lleva en la Casa treinta y seis
años; don Gaspar Alonso, treinta y tres; don Antonio Arabio, veintisiete; don Julián García, diez y nueve; don Isidoro García, catorce; don Daniel G. Pimentel, veinticuatro; don Manuel Salgado, cincuenta y cinco, y don Bienvenido Larraz, veinticinco, lo cual constituye, como antes decimos, una
prueba palpable de seriedad y prestigio de la Sociedad.

Hemos tenido ocasión muy reciente de visitar la fábrica, quedando admirados ante las reformas que constantemente se llevan a cabo. Últimamente se ha construido una gran chimenea de 27 metros de altura, que corresponde al homo de ácido sulfúrico, a lo que se destina una nave de 35 metros de largo por 8 de anchura.

Industrias como la de la Sociedad Leonesa de Productos Químicos honran a un pueblo, a una nación, porque son portavoces de su gran prestigio, fuerza y vida industrial. 

 

CÁTEDRA DE PRÁCTICA: FARMACÉUTICA DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID

Es brillante seguramente el estado de la enseñanza de la farmacia en la escuela madrileña; pero sobre todo resalta la .aplicación y celo del Sr. Camps que dirige la de práctica farmacéutica. A fin de que sus interesantes trabajos no sean perdidos para los prácticos quo no pueden presenciarlos hemos creído útil publicar algunos de ellos, que tanto honran a los aplicados discípulos que los ejecutan como al ilustre catedrático que los dirige.

Observaciones sobre la obtención del sulfato mercúrico.

Al consultar los autores para ilustrarnos respecto a la preparación del sulfato mercúrico que nos fue encargada, nos llamó la atención con especialidad la discordancia que en ellos advertimos relativamente a las cantidades de mercurio y ácido sulfúrico, requeridos. Considerando que un átomo de mercurio (= 1251,29) solo necesita dos átomos de ácido sulfúrico monohidratado (=l226,46) para convertirse en sulfato mayor nos pareció desde luego excesiva la proporción que algunos aconsejan, de dos partes de ácido para una de metal; y nos propusimos como principal objeto de nuestro trabajo el investigar si disminuyendo la cantidad de dicho ácido podía conseguirse el mismo producto sin perjuicio de su bondad.

Llevados de esta idea, principiamos por mezclar los ingredientes en pesos iguales, diez y seis onzas de cada uno, y calentando la mezcla a fin de promover la reacción, procuramos sostenerla a fuego graduado mientras se notó desprendimiento de ácido sulfuroso. Cesado este y convertido todo el mercurio en sulfato, pasamos a ensayarle disolviendo una corta porción en agua destilada, y añadiendo a la disolución filtrada dos o tres gotas de ácido hidroclórico: el precipitado blanco producido por este reactivo nos dio a entender que una parte de la base existía en el grado inferior de oxidación; y que de consiguiente, se hacia indispensable la adición de nuevo ácido, si la sal había de ser en su totalidad mercúrica. La cantidad de ácido añadido fue de cuatro onzas; la calcinación fue conducida como en el caso anterior hasta que dejó de percibirse el olor sulfuroso; el producto fue desecado convenientemente; y visto que el ácido hidroclórico no enturbiaba su disolución, vinimos en conocimiento de que el sulfato mercúrico o deuto-sulfato puede obtenerse del todo exento de sal mercuriosa, haciendo obrar el ácido sulfúrico de 66° sobre el mercurio en la razón ponderal de 5 a 4, que es cabalmente la adoptada por nuestra farmacopea. Pero el cálculo antes enunciado nos advierte que el mismo efecto puede producirse actuando los factores en pesos iguales; y esto prueba que, si hemos conseguido alguna ventaja respecto de los que operan con cantidad doble de ácido, todavía nos hemos quedado algo distantes del punto a que es posible llegar.

También hemos notado que para esta operación la mayor parte de los autores franceses, recomiendan las retortas de gres; pero el que, teniendo noticia del precio a que resultan semejantes utensilios importados del extranjero, sepa que para extraer el sulfato de la retorta es indispensable romperla, no es de creer que se decida a usarla; mucho menos si atiende a que no pudiendo el operador agitar la mezcla para que en todos sus puntos participe del fuego con igualdad, ni asegurarse del estado de la operación mediante frecuentes ensayos, bien puede suceder que al propio tiempo de perderse una parte del producto por exceso de calor, quede por falta de temperatura otra parte de sal ad mínimum de oxidación, sin que ninguno de estos accidentes se advierta hasta después de haber inutilizado el aparato. Y pues que en cápsulas de hierro, y a falta de ellas en las de porcelana, la calcinación puede conducirse hasta su término con menos dispendio y mas seguridad, es incontestable la preferencia que se merecen en comparación de las retortas las cuales deberán reservarse para el determinado caso de querer dirigir los gases fuera del laboratorio o utilizarlos en alguna otra operación; bien que aun entonces no habrá necesidad de recurrir a las de gres, siendo mas económico y expedito el uso de las de vidrio.

Los encargados de la operación. José Ramón de Rioz y Pedraja. — Dámaso Merino Villarino. 



La Gaceta publica un real decreto con cediendo a don Isidro Llamazares y García, don Felipe Hernández Llamazares y González, don Sebastián Diez Miranda, don Eusebio Campo y Rodríguez, don Dámaso Merino Villarino, don Francisco Miñón y Quijano, don Sotero Rico y López y don Ricardo Mora Varona, en su nombre y en el de otros propietarios y comerciantes, mas principales de la provincia, la autorización que han solicitado para establecer en la ciudad de León una sociedad anónima de crédito, con el título de Crédito leonés con arreglo a la ley de 28 de enero de 1886. Esta sociedad que componen personas tan dignas y conocidas en el país, ha de proporcionar a esté considerables beneficios.

Exposición Regional leonesa de 1876

Para la EXPOSICION REGIONAL LEONESA DE 1876 el LABORATORIO DE PRODUCTOS
QUÍMICOS Y FARMACÉUTICOS de la empresa G. F. MERINO É HIJO de LEON publicó un catalogo de sus productos.



SECCIÓN DE FOMENTO

Minas. 

Por decreto de esta fecha he admitido a D. Dámaso Merino Villarino, la renuncia que ha presentado de doce pertenencias de la mina de hierro titulada La Manifiesta, sita en término del pueblo de Pobladura, Ayuntamiento de Rodiezmo, y declarado franco y registrable el terreno, dejando subsistente la concesión de las pertenencias señaladas en el plano con los números uno, dos, siete y ocho. 

Lo que se publica en este Boletín Oficial para conocimiento de aquellos a quienes pueda interesar. 

León 5 de Julio de 1878. —El Gobernador accidental, JOSÉ ANTONIO LUACES.

Por decreto de esta fecha he admitido a D. Dámaso Merino Villarino, la renuncia que ha presentado de la mina de hierro nombrada Venero, sita en el término del pueblo de Pobladura, Ayuntamiento de Rodiezmo, y declarado franco y registrable el terreno. 

Lo que so inserta en este periódico oficial para conocimiento del público. 

León 5 de Julio de 1878. —El Gobernador accidental, JOSÉ ANTONIO LUACES.



REAL DECRETO. 

Vengo en nombrar Vocal del Real Consejo de Sanidad, en la vacante ocurrida por fallecimiento de D. Rafael Sáez Palacios, a D. Dámaso Merino y Villarino, Doctor en Farmacia, como comprendido en el párrafo octavo, artículo 2.° del reglamento orgánico de dicho Real Consejo, aprobado en 23 de Febrero de 1875. 

Dado en Palacio a veintiuno de Junio de mil ochocientos ochenta y tres. ALFONSO

El Ministro de la Gobernación, Pio Gullón 


La elección de diputaos a cortes de 1891.


Senador por la provincia de León 

Dámaso Merino Villarino fue senador por la provincia de León en 1893, 1894-1895 y de su paso por allí se conservan una serie de documentos digitalizados.


Condesa de Sagasta

Victoria Esperanza Dolores Mateo -Sagasta y Vidal nace en Madrid en un día de San Valentín del 1875. En 1915, en honor a las actividades comerciales, a la cercanía de la mujer con el pueblo y a su impronta dentro de la sociedad leonesa y, más concretamente en la Asociación Leonesa de Caridad, el Ayuntamiento de León determina plantar árboles en el paseo por el que tantas veces transitaba Esperanza y renombrar al mismo con el odónimo «Avenida de la Condesa de Sagasta». Esperanza, la Condesa, fallece repentinamente a la edad de cincuenta años, en su hogar, a causa de una hemorragia cerebral. El panteón de la Condesa de Sagasta y su esposo, Fernando Merino, es ahora el Panteón de los Hombres Ilustres de la provincia. 

Práxedes Mateo Sagasta inició su vida política y sentimental en 1854 en Zamora, donde fue nombrado jefe de Obras Públicas. Allí conoció a la única mujer a la que estuvo unido a lo largo de su vida. Pero era una mujer casada. [...] Ángel Ossorio cuenta que en sus primeros años, cuando vivió en Zamora, Sagasta se había unido a aquella mujer casada, Ángela Vidal Herrero, lo cual fue un hecho notorio porque la dama pertenecía a una de las familias más conocidas de la ciudad. Con la señora en cuestión Sagasta tuvo un hijo, nacido en 1851, José Mateo-Sagasta y Vidal, tronco de los condes de Torrecilla de Cameros, y una hija llamada Victoria Esperanza Mateo-Sagasta y Vidal, que falleció a los pocos meses de nacer, tras lo cual, recogió en adopción una nueva niña que fue bautizada con el mismo nombre que la anterior, a la que se le autorizó el uso del apellido Mateo-Sagasta y que posteriormente recibió el título de condesa de Sagasta, formando una familia extraña para la época, por la dificultad que existía para legitimar la situación. Solo pasados unos años, después de haber enviudado la señora, fue cuando pudo contraer matrimonio con Ángela Vidal, en Zamora, 33 años después de haberse conocido.




Atlas publicitario

Las siguientes imágenes están obtenidas de un Atlas publicitario de España y los diferentes continentes editado por la Sociedad Leonesa de Productos Químicos con los datos del censo de 1897, por lo que cabe pensar que se elaboró alrededor de 1900.






Anuncio de la Papelera Leonesa en El Globo.



El Globo, Madrid, 22 de noviembre de 1902.

SESIÓN EN EL COLEGIO FARMACÉUTICO

DON DÁMASO MERINO

Anoche reuniose el Colegio de Farmacéuticos de Madrid para celebrar el hecho de cumplirse ayer ciento sesenta y cinco años do su fundación, y dar cuenta con esté motivo de los trabajos realizados por la Corporación durante el año actual y leer al mismo tiempo la biografía de un farmacéutico ilustre, cumpliendo con las disposiciones de sus antiguos Estatutos, que disponen enaltecer las glorias de los individuos que oon sus obras y su talento enaltecieron la profesión.

Este año, según acuerdo tomado en otra sesión, correspondía al digno presidente del Colegio, doctor D. Germán Ortega, hablar de aquel ilustre leonés, gloria de la ciencia y de la industria española, uno de los pocos hombres que en medio de un país privado de todo ambiente industrial iniciara en su patria, León, un fecundo resurgir de iniciativas, que compitieron en su clase con lo que hacían países más adelantados.

Cumpliendo con nuestro deber de cronistas, dejamos la palabro al Sr. Ortega, que con verdadera fidelidad traza la figura de aquel eminente patricio.

En cumplimiento de un precepto reglamentario, fui designado para escribir al elogio histórico del señor MERINO, y no ciertamente porque mis antecedentes literarios ni mis conocimientos pudieran ser garantía que permitiese esperar un trabajo acabado y digno de los relevantes méritos de nuestro llorado amigo.

Hijo del ilustrado y laborioso farmacéutico leonés D. Gregorio Felipe Merino, nació en León el 11 de Diciembre de 1827, coincidiendo el natalicio de nuestro biografiado con la apertura de la oficina de farmacia que instaló en la ciudad citada su señor padre, establecimiento éste que, por el crédito que supo darle D. Gregorio Felipe con su asiduidad y su celo, mereció desde luego la confianza del vecindario y sirvió de bien cimentada base para el desenvolvimiento que, con la cooperación inteligente del hijo, tuvieron la oficina primero, el laboratorio farmacéutico y el comercio de droguería después, para lograr bien pronto, y como resultado de los esfuerzos bien dirigidos de ambos profesores, traspasar los limites de la ciudad, obtener el éxito más feliz en la provincia y extenderse más tarde a la Península toda y aun al extranjero.

Pasó a la Universidad de Madrid en 1844, y estudio hasta el 48 los cinco años que exigía al reglamento para obtener el titulo de bachiller en la Facultad de Farmacia. En dicho último año, y obteniendo el diploma correspondiente, se matriculó para seguir los dos años de práctica que prevenía la Real orden de 1 de Octubre de 1846, bajo la dirección de D. Gregorio Felipe Merino (su padre), y a su lado practicó el tiempo reglamentario.

En Mayo de 1850 volvió a Madrid y recibió la investidura de licenciado el 30 del mismo mes, terminando los estudios de Farmacia.

La importancia que ya entonces tenia la farmacia de su padre, el deseo de adquirir mayores conocimientos en el terreno práctico de la profesión en países más adelantados que el nuestro y los consejos de sus maestros, que veían en él una esperanza para la ciencia farmacéutica, moviéronle a visitar las principales farmacias y fábricas de productos químicos y farmacéuticos de España y del extranjero, emprendiendo una serie de viajes por Francia, Suiza y Bélgica, donde estudió detenidamente las industrias química y farmacéutica, entrando en relaciones con las personalidades más salientes de aquellos países, las cuales supieron hacer justicia a sus méritos y le honraron con una sincera amistad.

Al regresar de estos viajes, que tan provechosos habían de serle, quiso utilizar las enseñanzas recibidas, y consiguió de su padre que le consintiera la instalación de una droguería, dedicándose a la vez a la práctica de la farmacia y al desarrollo de la química industrial.

A la muerte de su padre, en 1882, encargose de la dirección de la casa, y desde esa fecha comienza el desarrollo de sus poderosas iniciativas.

Animado por el éxito obtenido en los primeros años y convencido de que lo que en otros países se hacía, podía conseguirse en León en condiciones más ventajosas, continuó con más energía el desarrollo de sus planes, y como si pretendiera dar una prueba más de su cariño a la profesión, principió por ampliar y reformar la oficina, hasta convertirla en una de las mejores de España y aun del extranjero.

Pertrechado con los conocimientos adquiridos en las aulas y los que acumuló en sus viajes de estudio, lleno de fe y entusiasmo, acometió la fabricación en grande escala, viendo bien pronto coronados por el éxito sus esfuerzos.

Sus iniciativas no tenían limite; su privilegiada inteligencia y variadas aptitudes le permitieron ocuparse de asuntos muy diversos.

Educado en la época más turbulenta que hemos atravesado durante el pasado siglo, era difícil sustraerse a las pasiones que dominaban a todos los españoles, y tomó parte activa en la política.

Afiliado al partido liberal desde muy joven, liberal fue.

Cediendo a los ruegos de la amistad, más que a los impulsos de su deseo, desempeñó sucesivamente y con honrada independencia los cargos de concejal de León y diputado provincial.

Fue elegido diputado a Cortes por León, y juró y tomó posesión el 24 de Junio de 1879. Elegido por segunda vez, juró al cargo el 17 de Octubre de 1881.

En las elecciones generales de 19 de Marzo de 1891 fue elegido senador del reino, representando también a la provincia de León. 

Así, en 1856, apenas terminada su carrera, estableció en León una fabrica de fundición de hierro.

En 1861 formó sociedad con D. Diego Agustín Francombe, de Bristol, para la fabricación de toda clase de utensilios de uso doméstico y de maquinaria, ya de hierro fundido, ya de hierro dulce.

En 1874 y exuberante de capital, se dedicó a los negocios de Banca, y desde esa fecha siempre representó en León a la Compañía Arrendataria, para la administración de las rentas del Timbre, Tabacos y Giro mutuo. 

En 1896, y cuando su último padecimiento le tenía inmóvil en un sillón, aún tuvo alientos para planear y organizar la Sociedad Minero-hullera leonesa, de la cual fue socio fundador y principal accionista.

Todas las clases de la sociedad lloraron su muerte, porque todas ellas perdieron mucho con la desaparición del hombre honrado, emprendedor y caritativo, cuyo nombre vivirá eternamente en la memoria de los que aman la ciencia y el trabajo.

La solemnidad celebrada anoche por el antiguo Colegio de Farmacéuticos de Madrid, donde se ha patentizado que la asociación espontánea y libre puede realizar obras de provecho para la Patria, terminó con lo adjudicación del premio ofrecido a un alumno de la Facultad de Farmacia, y que ha sido otorgado a D. Benigno Baquero, practicante de la farmacia regentada por el licenciado D. Ángel Durrifo.

Asistieron al acto, entre otras personas, que sentimos no recordar, los Sres. Ortega, Estévanez, Pérez Honrado, Torrecilla, Madariaga, Castro, Fernández del Villar, Benedicto, Escribano, Blas Manada, Castro, Pulido, Gómez Pamó, Arcas y director de La Farmacia Española

Acción de La Papelera Leonesa de 1900 instalada cerca de la estación de ferrocarril.

Almacenes de la papelera Leonesa que acaban de ser destruidos por un incendio, 21 de agosto de 1907


Buena parte de los contactos que condujeron a la creación de la Papelera Española corrieron a cargo de dos personajes prominentes: Luis Canalejas, hermano del presidente del Consejo de Ministros y propietario de la Papelera del Tajuña, y Fernando Merino, de La Papelera Leonesa, yerno de Sagasta y fugaz gobernador del Banco de España. 

La historia de la industria química y farmacéutica leonesa tiene históricamente su punto de arranque en la fábrica de los Merino en el barrio de San Lorenzo a principios del siglo XIX, aunque aquella primera Sociedad Leonesa de Productos Químicos no se constituyó como tal hasta 1903. Con el inicio del siglo se constituyó también la Sociedad Papelera Leonesa, adquirida en 1933 por la Unión Química Española para fabricar productos también médicos. En 1941 la compró Juan Abelló, cuyos productos farmacéuticos fueron evolucionando hasta la producción en los años 70 de los populares Frenadol, Citrovit y Prevalón.

El conjunto arquitectónico fue estrenado en esas fechas por la Sociedad Papelera Leonesa, con el fin de producir papel, pasta y cartón. Pocos años después de su inauguración, en 1907, un incendio destruyó parte de sus instalaciones y la producción de papel en León llegó a su fin. No obstante, las instalaciones fueron aprovechadas para que diversas empresas del sector químico elaboraran sus compuestos en los laboratorios donde tiempo atrás se producía el papel.

En 1925 el edificio fue adquirido por la Real Compañía Asturiana de Minas y en 1933 ocupado por la Unión Química Española, hasta que Juan Abelló Pascual lo compró en 1941 para instalar en él la filial de su empresa.


Gobernador del Banco de España (Revista de las Cortes Generales)

Fernando Merino Villarino, ocupó el cargo de Gobernador del Banco de España en dos ocasiones; la primera en 1906 y la segunda en 1909 tras su dimisión en 1907. Así pues, Merino ocupó durante dos períodos el cargo de Gobernador del Banco de España.

Durante su primer mandato se efectuaron dos emisiones, la de 30 de junio y la de 24 de septiembre de 1906. La emisión de 30 de junio de 1906 se imprimió en una serie única, con billetes con valor de 100 pesetas. Se imprimieron sesenta millones de ejemplares, numerados en cinco grupos de doce millones cada uno. El primer grupo sin letra y los restantes con las letras A, B, C, y D. Su tamaño fue de 123 x 89 mm. Fueron fabricados en calcografía y tipografía por la casa Bradbury, Wilkinson & Company Ltd., de Londres (Inglaterra). Debido a las sucesivas ampliaciones en la tirada se pueden observar claras diferencias de tonalidad e, incluso, de ajuste de los fondos entre diversos ejemplares. El desgaste de las planchas pudo motivar también que se realizaran nuevos grabados siguiendo el mismo modelo. El papel fue fabricado en Inglaterra, con mucho cuerpo y gran carteo.

Carece de marcas al agua, siendo de destacar que, desde 1884, fue la primera vez que tal característica estuvo ausente en los billetes del Banco de España. En la cara principal están representadas dos figuras femeninas alegóricas de la Poesía y la Música, y, en el reverso, el escudo de España de la casa de Borbón franqueado por las columnas de Hércules con cinta que contiene la leyenda “Plus Ultra”. Asimismo, en la cara principal, se hallan grabadas las firmas del Gobernador, Fernando Merino Villarino, y la del Interventor, Emilio Rodero de la Calle, y, estampillada, la del Cajero, Luis Clemente Fabiani. La numeración va impresa en rojo, una en el centro del anverso y cuatro en las esquinas del reverso.

Se pusieron en circulación en noviembre de 1906. Las planchas de esta emisión fueron destruidas en julio de 1930 en presencia del Director de la Agencia del Banco de España en Londres. A pesar de la relativa perfección técnica de este billete, fue falsificado, apareciendo ejemplares ilegítimos en los años 1907 a 1910. 

La rapidez en la ejecución y la excelente calidad de los billetes suministrados por la casa Bradbury, Wilkinson & Company fueron, sin duda, causa del nuevo encargo acordado por el Consejo del Banco de España el 7 de septiembre de 1906, correspondiente a la emisión del 24 de septiembre de 1906, que constó de dos series, de 25 y 50 pesetas. Se imprimieron veintiocho millones de ejemplares del de 25, numerados en cuatro grupos, el primero sin letra y los restantes con las letras A, B y C, de tamaño es de 111 x 72 mm. De la de 50 pesetas se imprimieron veinte millones de ejemplares, numerados también en cuatro grupos, igualmente el primero sin letra y los restantes con las letras A, B y C., con tamaño es de 120 x 81 mm. Ambos billetes son en todo semejantes a los de la emisión anterior realizada por Bradbury, Wilkinson & Company. La gran extensión de la tirada por sucesivas ampliaciones, motivó la aparición de ejemplares con tonalidades muy distintas. Es probable que, como en el caso anterior, las planchas gastadas se reemplazaran por otras. Se autorizó la puesta en circulación del billete de 25 pesetas el 4 de marzo de 1907 y, el del de 50 pesetas, el 24 de junio del mismo año. Estos ejemplares estuvieron en circularon muchos años y consta que las planchas fueron destruidas junto a las de la emisión anterior. Ambos billetes fueron objeto de falsificación. Es de destacar que durante su segundo mandato de Fernando Merino no se emitió ningún billete.


Fabricación de cloroformo

A continuación se puede ver un anuncio de la revista Farmacia Española del 9 de mayo de 1907.


Pastillas pectorales de G. E: Merino e hijo

En la Farmacia Merino se conserva un cartel publicitario con el eslogan: “TOS, desaparece con las pastillas pectorales de G.F. Merino e Hijo”. Los botes de lata serigrafiados que contenían las pastillas en 1923 indicaban que de su fórmula formaban parte el liquen, malvavisco, codeína y dionina. En ese año el Director técnico del laboratorio era Francisco Alonso Luengo y el bote de pastillas se vendía a un precio de una peseta. Enrollado en el interior del tubo de lata también venía un cromo coleccionable de las diferentes provincias españolas.




A continuación se puede ver el cromo correspondiente a Guadalajara en el que aparece el retrato de Casto Plasencia, pintor nacido en el pueblo de Cañizar en 1846 y muerto en Madrid en 1890. 


A continuación se pueden ver otros cromos y anuncios.








Anuncio de 1911.

Anuncio de 1925.

Anuncio de 1926.

Anuncios de 1928.


Anuncio de 1929.
















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