El Sol, 26 de abril de 1936
FRANCIA HOY ANTE LAS URNAS
Frente Nacional y Frente Popular
Las tendencias autoritarias en las elecciones
La importancia de las elecciones francesas tendrá una resonancia europea. El Gobierno que tome el Poder al día siguiente de la consulta legislativa deberá decidir entre un definitivo apoyo a la Sociedad de Naciones en Ginebra o una política personal capaz de ir quizá hasta un Convenio con Alemania. Este futuro Ministerio no será otra cosa que lo que exprese la mayoría de los sufragios de pueblo francés. Reflejamos ya en EL SOL los sentimientos de la más potente agrupación agraria. Conviene esbozar el panorama completo de los partidos y grupos que actualmente forman la "materia electoral".
Empezando por la extrema derecha, en materia internacional debemos señalar la corriente de opinión que, con poco cauce todavía, preconiza una alianza con Alemania. Un joven escritor, Rene Jolivet, acaba de publicar un manifiesto de esta tendencia en el semanario "Savez Vous". Dirigido a la juventud, este llamamiento ha aprovechado el ambiente creado por algunos ex combatientes franceses y alemanes y sus respectivos puntos de vista.
Naturalmente, la parte del manifiesto que más incremento ha tomado ha sido la ideología de una colaboración con la hermana latina del Este: Italia. Pero la concepción de un bloque germanoitalofrancés no es bien vista por todas las derechas, ni mucho menos. Por ejemplo, si los monárquicos admiten y reclaman la unión francoitaliana, se oponen a una aproximación germanogala.
Los de L'Action Francaise
Muchas personalidades han enviado su protesta a L'Action Française contra la condena a cuatro meses de cárcel impuesta a Charles Maurras, el doctrinarlo, el codificador del evangelio monárquico en Francia. Y hasta algunos republicanos han querido asociarse y protestar contra esta condena arbitraria. Efectivamente, por los artículos publicados en enero a propósito del peligro que representaban para la paz europea las multiplicaciones de sanciones contra Italia, Charles Maurras fue condenado en marzo... El Instituto de Cooperación Intelectual, organismo de izquierda, y aun de extrema izquierda, censuró también a los jueces, puesto que Eugenio d'Ors, representante oficial de la España literaria en París, se unió a las manifestaciones de simpatía en favor de Charles Maurras.
En cambio, después del Incidente en el entierro de Jacques Bainville, el historiador y académico de Acción Francesa, en el cual unos desconocidos hirieron a León Blum, el Gobierno, sin esperar los definitivos informes de la Policía, disolvió la Liga de Acción Francesa. ¿Qué pensar de este partido, que agrupa tantas simpatías espontáneas de intelectuales y suscita tantas severidades gubernamentales? La idea monárquica parece haber ganado en Francia nuevamente. Lo prueba la nueva publicación de "Le Courrier Royal", que ha despertado gran interés. Pero, para más seguridad de informes, acudamos a la fuente, preguntemos a los dirigentes de l'Action Française.
Junto al lindo teatro de los Champs Elysées, hoy día sin espectáculo y sin espectadores, se levanta el aristocrático hotel de L'Action Française. Por una parte, el público ha abandonado el templo donde se representaba la comedía criticando la política moderna. Por otra, se apasiona por la expresión restauradora de una política histórica. La acogida hecha al órgano que fue hace unos años semanal, luego diario, mal instalado en un piso cerca de la Gare Saint-Lazarc, le ha permitido las enormes tiradas de los grandes rotativos de información y posee hoy un hotel particular.
Charles Maurras, indiferente a su condena, continúa examinando diariamente el hecho importante a la luz de la doctrina monárquica. Desde hace veintinueve años, y en plena República anticlerical, valientemente, se atreve a anunciar a los franceses las catástrofes nacionales e internacionales que los amenazan por haber abandonado su disciplina y retirado su confianza a un jefe único hereditario. León Daudet, tan violento y tan combativo como Carlos Maurras, es dialéctico que anunció también, mucho antes de 1914, la guerra, y anteriormente también al 6 de febrero de 1934, los escándalos de la política francesa que llevaron a todo el pueblo parisién, comunistas y monárquicos, a manifestarse por primera vez contra la tercera República. Como, por otra parte, "L'Action Française" reveló durante la guerra muchos asuntos de espionaje, sus informaciones de política Internacional son consideradas como importantes hasta por los franceses que no comparten las opiniones del diario. Hoy día es inútil exponer en "L'Action Française" la cuestión "¿Debemos ponernos de acuerdo con Alemania?" Mucho antes de la ocupación de Renania por Hitler, "L'Action Française" anunció el rearmamento de Alemania y la inminencia de una guerra. De ningún modo cree posible la "entente" con Alemania. En este terreno, "L'Actíon Française" muestra un nacionalismo conforme al de 1914. Del mismo modo piensa con respecto de Inglaterra, salvo que proclama la necesidad da levantar las sanciones contra Italia. Las extremas izquierdas transforman esta actitud defensiva en belicismo agresivo, acusando a "L'Action Française" de querer la guerra, y olvidando su actitud contra Alemania, la acusan también de pactar con el hitlerismo en nombre del fascismo...
LAS DIFUNTAS LIGAS
Desde el punto de vista Interior, ¿ qué papel puede representar l'Action Française?
Me recibe el Sr. D. Mauricio Pujo, el animador, el guía de todas las intervenciones callejeras de la Liga de Acción Francesa y de los "camelots du roi". Lo que el Gobierno no ha podido impedir es que muchachos de buena familia, empleados y obreros de todas las industrias, se conviertan voluntariamente en vendedores del diario en plena calle. En las entradas de las estaciones del "Metro" se los ve voceando "L'Action Française" junto a los obreros que proclaman "La Humanidad". El Sr. Pujo rehúsa, naturalmente, toda declaración sobre los procedimientos que empleará el partido de la Liga disuelta para conservar una vida secreta, un espíritu de lucha para el día en que sea necesaria una intervención. Sobre la pública actividad de la "Action Française", M. Pujo me declara:
— No tomamos parte en las elecciones presentando candidatos. Recomendamos sólo a nuestros amigos que voten "nacional". Nosotros combatimos el comunismo en la calle. No crea usted en una victoria segura. Francia es un país de pequeña propiedad. Ahora está de moda hablar de las "doscientas familias" que dirigen el país. "L'Humanité", que ataca con tanta ligereza a las grandes fortunas francesas, es la primera que recurre a las que, temiendo la expoliación, juegan el peligroso juego de apostar en el cuadro enemigo. En realidad, la fortuna en Francia está muy repartida. Así es como "Actíon Française" se recluta en la clase media: empleados, comerciantes, labradores, animados de un vivo espíritu nacional.
— ¿No cree usted que la crisis y la dificultad de los tiempos presentes hayan procurado muchas adhesiones al comunismo?
— Ciertamente; pero también es verdad que en Francia no existen verdaderos proletarios, como en Alemania o en Rusia. Todos los franceses saben leer, y hay en nuestro país un tesoro de honor que no se encuentra entre los obreros de la U. R. S. S. o de Alemania. Yo, que tengo la experiencia de treinta años de luchas en la calle, puedo afirmarle que las fuerzas comunistas militantes son inferiores en calidad y en número a las nuestras. Sus manifestaciones, a pesar de lo que ellos dicen, no han alcanzado nunca cien mil hombres. Es un público muy mezclado y que comprende muchos chiquillos. No niego, sin embargo, que los comunistas han hecho grandes progresos desde el motín del 6 de febrero de 1934. Pero el estudiante de Action Française tiene su valor personal y no espera un intercambio de injurias para entrar en la lucha y pasar al cuerpo a cuerpo. El obrero comunista le es superior, por el contrario, cuando usa armas, como piedras u otros proyectiles a mano.
— ¿ Cree usted en el éxito del comunismo?
— El peligro, a mi modo de ver, viene de los radicalsocialistas. Han impedido la vuelta a la salvación por la reacción del orden. Han abierto la puerta a la demagogia. Individualmente son poseedores y se agarran a los privilegios burgueses.
— Toda la política radicalsocialista francesa sigue evolucionando entre estos dos términos: primero, el deseo de satisfacer a Ginebra, opinando que si Francia deja escapar de sus manos el instrumento internacional de una paz posible deberá volver a la política de las alianzas. Pero esta solución depende de un Gobierno fuerte y duradero (cada consulta electoral cambia el rumbo del Ministerio).
Segundo, el esfuerzo para mantener a una misma distancia los apetitos glotones de la extrema izquierda y los codiciosos deseos de los reaccionarios para conservarlo todo sin sacrificarse en lo más mínimo. Por esta razón hemos sostenido las leyes de seguros sociales y hemos procurado defender los intereses do la industria, que hace vivir a tantos obreros.
— ¿Cree usted que a causa del comunismo el partido radicalsocialista, aun conservando su mayoría, perderá unos veinte puestos en el Parlamento?
— Estas apreciaciones son demasiado subjetivas. En conjunto, el partido radicalsocialista sigue siendo la principal fuerza política, porque ninguna otra, ni de derechas ni de izquierdas, ha sido capaz de destronarnos.
Este veterano del partido tiene razón.
Los hechos justifican la política del radicalsocialismo. Se decía en París que la política radicalsocialista era la responsable del escándalo Stavisky, y por consiguiente, de la jornada revolucionaria del 6 de febrero. Debía ser esto una equivocación. La prueba (me hace notar un radicalsocialista) es que la población sublevada de París acogió con entusiasmo la vuelta al Poder de Doumergue, encarnación auténtica del partido.
En resumen, hasta hoy, cada que Francia se ha visto amenazada seriamente por una revolución, ya sea de derechas, ya de izquierdas, la burguesía francesa y los puritanos de la idea republicana han formado un bloque en favor del radicalsocialismo. Funcionarios, pequeños rentistas y la gran mayoría de los partidos judiciales del Mediodía, sin dejar por esto de temer al bolchevismo, se horrorizan pensando en una posible dictadura de las derechas.
La suerte del partido radicalsocialista consiste en que representa para esta numerosa población de Francia un oasis, una tregua entre la aventurera peregrinación por los desiertos místicos de la derecha y el simún avasallador de la izquierda.
II - REALISMO EN LOS COMUNISTAS
Si los radicalsocialistas pierden algunos puestos en el Parlamento, ¿será en beneficio de las extremas izquierdas?
¿Qué significan el partido comunista y el Frente Popular en Francia?
Particularidad curiosa: la literatura comunista es en Francia de un doctrinarismo y de una abundancia igual a la literatura de extrema derecha. En la rue de Lafayette, en la casa de las publicaciones revolucionarias: en los despachos de "La Humanidad" (rue de Montmartre) o en el centro de difusión de la rue d'Alsace, se ponen a la venta los manifiestos de los comunistas franceses: Dílitrov, Manouliski, Pieck, Marcel Cachín, M. Thorez, André Marty, Cootwald. Van Min, etc. (traducciones o ediciones españolas han vulgarizado el espíritu y la letra de estos nuevos evangelios).
Yo creía que la novedad del partido estaba representada por escritores que en la literatura ocupan una situación como sería en la alta sociedad la de madame Clermont-Tonnerre. Pero en una reunión sobre socialismo y comunismo de estos días he oído a un orador no literato tomar la palabra después de varios escritores y tener el valor de afirmar: "Todos estos escritores no nos interesan a nosotros. En seguida que tomemos el Poder, los haremos callar."
¿Ingratitud? Pero me acordaba de las palabras de un novelista, cuyo nombre callaré en justo castigo, al día siguiente de hacerse miembro del Frente Popular: "Me he vuelto bolchevique para tener la seguridad de que el Estado comunista haga enormes tiradas de mis novelas."
Me pareció natural, pues, esa noche, en la Sala Wagram, que al egoísmo de este mal escritor (que por cierto lo es malo fuera de toda consideración política) un obrero manual haya contestado con otro egoísmo de clase, confesando que la literatura lo tenía sin cuidado. Desde el momento en que Se habla de comunismo, toda preponderancia de profesión debe desaparecer. ¡Qué gracia si el Soviet central tiene que repartir becas a los intelectuales del mismo modo que un rey!... El obrero, desde su punto de vista, tenía razón. Ningún privilegio para nadie. Política y literatura no son hermanas; por lo menos en el dominio práctico.
UN CAMARADA MILITANTE
Mucho más útil me pareció interviuvar al elemento primordial del comunismo apartado de sus doctrinarios, es decir, a un camarada militante.
Para esto hice especialmente un día el viaje a Fontainebleau.
Los comunistas tienen esta ventaja: que les gusta el aire libre, la Naturaleza, el campo; no a los literatos, que por lo visto no suelen pasear por los senderos sembrados de hojas caídas, sino por las avenidas de la futura Academia soviética...
¡Nunca he encontrado un literato del Frente Popular entre encinas y pinos de la selva!...
Durante doce horas de peregrinación a pie, desde los robles hasta la salida del bosque sobre el Sena, he representado el papel de abogado del Diablo en el proceso da santificación del comunismo por un verdadero apóstol: Fernand Després, colaborador de "L'Humanité" y conocido en los círculos periodísticos por su honradez profesional y la fuerza sincera de sus opiniones políticas.
Las opiniones de este comunista representan la pura doctrina de la U. R. S. S., la experiencia de un amigo personal de Vaillant-Couturier, el deseo de un cambio radical en la sociedad. Creo que no se puede definir mejor el instinto de revolución de este hombre. Insisto sobre mi "partner", porque en él se reflejan las opiniones del artífice de la revolución, capaz mañana de salir a la calle y ponerse frente a los enemigos de la revolución social.
— Es usted —le dije— un hombre culto y al corriente de los Tratados. ¿ Qué pasó exactamente entre Rusia y Francia en cuanto a las deudas del Imperio ruso con Francia ?
— La U. R. S. S. propuso el reconocimiento de las deudas en 1919, 1921, 1922, 1925, 1926, 1927. Poincaré sacrificó los intereses de los pequeños rentistas en pro de los intereses de los Bancos. Esta actitud correspondía a la gran ofensiva antisoviética inspirada por los "trusts" petrolíferos.
Recuerdo un famoso número del "Journal Officiel" que citando las palabras del presidente Herriot a propósito de una sesión de la Cámara decía: "He visto en Rusia la lista de comisiones pagadas por la Rusia de los Zares a ciertos Bancos y ciertas personalidades francesas con el fin de decidir al público francés a prestar su dinero a San Petersburgo. Para la tranquilidad pública deseo ardientemente que tal lista no se publique jamás."
— En una guerra posible entre Francia y Alemania (paso a este capítulo, que tanto nos preocupa a todos), el deber del obrero francés ¿no será cruzarse de brazos, puesto que el hombre civilizado debe oponerse a la guerra?
— Esta actitud seria el "derrotismo" prohibido por Lenin. El proletariado no actúa del mismo modo en cuanto a la guerra según se trate de un proletariado esclavizado o de un proletariado dominante. El proletariado no se interesa por la victoria de la burguesía. Al contrario, una derrota debilitaría a sus patronos, y por consiguiente, aumentarían las probabilidades que el proletariado tiene de suprimir la burguesía. El "derrotismo revolucionario" quiere la derrota del imperialismo y la derrota de la contrarrevolución. Quiere la victoria del proletariado y de la revolución. Debe tener en cuenta la existencia de la U. R. S. S. y la existencia de las dictaduras fascistas. Por consiguiente, el "derrotismo revolucionarle", tal como lo entendía Lenin, impone a los obreros, en caso de guerra, procurar por todos los medios la derrota de la contrarrevolución fascista y la victoria de la Unión Soviética.
Seguimos caminando a través de la selva de Fontainebleau. Mi guía me lleva al pie de unos robles de quinientos años y que un permanente amor ha conservado, a pesar de los sucesivos cambios de régimen político. Bajo estas altas bóvedas verdes nuestros pasos resuenan. El sendero primitivo nos hace pensar en los tiempos remotos, cuando el galo debía de empezar a derrumbar el exceso de árboles de la "Galia hirsuta". Y naturalmente, se ofrece al espíritu el paralelismo entre el pasado geológico y la obra de roturación prevista por el comunismo en la selva de la agricultura capitalista.
El comunismo, viendo las cosas desde muy arriba, no tiene en cuenta esta famosa división de la propiedad francesa. No se trata de esta propiedad tipo de siete a diez hectáreas de la cual vive una familia y que ha dado materia a estas luchas novelescas contra las leyes de Hacienda que hacen pagar elevadamente el traspaso de herencias de padre a hijo. El comunismo quiere entregar la tierra a los arrendadores.
Después, mi interlocutor me dice:
— Una vez la tierra en manos de los labradores, se hará la organización cooperativa de la agricultura, colectivización de la casi totalidad de las tierras, de todo el ganado, de todas las herramientas mecánicas. El trabajo estará a cargo de grupos especializados. La repartición individual de los productos se hará en proporción de las horas de trabajo de cada miembro de esta colectividad.
Evidentemente, esto constituirá un cambio radical en la vida del labrador francés. En lugar de trabajar de sol a sol para sí mismo y su familia, trabajará como un funcionarlo los campos, que serán a la vez suyos, del vecino y del Estado. A mi juicio, se trata de la revolución más grande de Francia. La revolución de 1789 no tenía más finalidad para el labrador que sustituir en calidad de propietario absoluto y definitivo al señor o al monasterio que poseía una finca. Ahora se tratará de sacrificar en aras del Estado este amor propio de poseer un campo y combinar la jornada según el capricho personal. En cambio, estos veinte millones de labradores franceses harán jornadas más cortas y tendrán la seguridad de que el Gobierno les comprará toda la cosecha. El comunismo les promete acabar con la especulación de los intermediarios.
Regresando a la ciudad, dejo a mi compañero después de haberme explicado que el labrador sufre también a causa del "trust" de las famosas "doscientas familias capitalistas" que gobiernan a Francia.
HECHOS VIOLENTOS
La propaganda comunista se hace esta semana con más inteligencia, más solicitud y más aplicación que nunca. Un librito recién salido a la luz en vísperas de elecciones se propone definir la posición que ha tomado el comunismo en las principales revueltas de Europa en estos últimos años.
Da exactamente esta declaración del partido comunista: "Los trabajadores y los labradores revolucionarios de la Unión Soviética nunca destrozaron las iglesias, ni saquearon los monumentos artísticos, ni incendiaron las fábricas. Son las tropas de la contrarrevolución blanca las que emplearon estos procedimientos. Lo mismo pasó en Asturias. La contrarrevolución es la que destruyó la Universidad de Oviedo. Para justificar la represión salvaje de la revolución de octubre, la contrarrevolución española inventó la leyenda de los sacerdotes asesinados."
Y el autor de este librito, volviendo los ojos hacia el pasado, añade: "Bajo la Commune de París en 1871, los "versalleses" bombardearon París, y Thiers declaró que valía más destruir París que dejar subsistir la Commune. En Alemania, Goering es quien organizó el incendio del Reichstag. En Austria, las tropas de Dollfuss bombardearon Viena."
Naturalmente, esta opinión sobre hechos históricos está interpretada con mucha pasión por los electores simpatizantes con la idea comunista. Los unos se alegran de ver que el comunismo no está dispuesto a emplear procedimientos violentos. Otros opinan que la violencia sería criminal. Poco a poco, matemáticamente, desde las reformas propuestas por los radicalsocialistas hasta el desabrimiento de la pequeña burguesía contra el capitalismo, cada gesto social del individuo o de la masa nos acerca al Estado soviético.
Los disconformes y el individualismo
I - TARDIEU, DESERTOR DE LOS DEMOCRATAS
La característica de las elecciones francesas de 1936 es la aparición de elementos extraños. De manera paradójica salen a la luz y se presentan al público personalidades que no se apoyan en ningún partido, en ninguna Liga, pretendiendo encarnar en si mismos la aversión general al régimen. Cada uno de estos resurgimientos constituye la esperanza de aquel elector no satisfecho por ningún programa. Cualquiera que sea el resultado de las elecciones, este elector inconformista tiene una esperanza: "Si no se puede gobernar bien con esta nueva Cámara, ya sabemos que podemos contar con Tardieu."
¿Se presenta André Tardieu como dictador de reserva? Desde el día en que este quincuagenario hizo pública su decisión de no presentarse a estas elecciones, añadiendo que dentro del Parlamento no se podía trabajar por el bien público, una gran parte de los franceses esperó su anunciada declaración. Como Hitlcr, Tardieu publica su profesión de fe en una obra, "La révolution á refaire", cuyo primer tomo, de los cinco anunciados, acaba de aparecer bajo el título de "El soberano, cautivo". Tardieu desiste noblemente de toda gestión parlamentaria, porque opina, después de una larga experiencia en la Cámara, en el Senado y en diferentes Gobiernos, que en resumen la tercera República francesa ha faltado a los tres principios básicos de 1789: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Dice Tardieu; "La Constituyente propone la violación de la correspondencia privada; la Convención asesina por las calles y en las cárceles. La segunda República, triunfante en 1848, confunde voluntariamente la "Libertad" con el Poder. La tercera, engendrada en el desastre (1871), logró su organización confundiendo la libertad de votar con la libertad de ser personalmente libre." Y Tardieu empieza a citar las persecuciones de esta República contra la Iglesia, contra la libertad de Prensa, contra la libertad de asociación. El ilustre exministro expone el cuadro de las supresiones de recursos jurídicos en los innumerables casos de violación de libertad. Sobre la "Igualdad", e1 autor cuenta de qué modo en Francia se reservan los empleos y colocaciones a una sola categoría de ciudadanos. La República ha creado toda una clase de privilegiados. El éxito del libro de M. Tardieu —nos aseguran a la vez un burgués y un campesino que lo leen con avidez— es debido al capítulo donde habla de la "Fraternidad".
El ex presidente del Consejo establece el balance da las tres Repúblicas francesas por lo que toca a la propiedad. La Revolución no quiso llegar a la consecuencia de sus principios, que la obligaban a proclamar el comunismo. Imitándola, las dos Repúblicas siguientes intentaron y lograron la confiscación progresiva e hipócrita de la propiedad. Los medios empleados fueron: impuestos progresivos sobre el patrimonio y dificultades artificialmente creadas para la explotación del trabajo personal. Por otra parte, aumento cada vez más acusado de los sueldos del Estado y subvenciones secretas a todas las actividades contra la familia y el patrimonio.
Ante la acusación contra la falsificación de la democracia en Francia, el ciudadano tiene todavía el recurso de votar en favor de los hombres honrados, capaces de darle una República sana, recta, pura... Pero Tardieu puede afirmar en su libro y probar por medio de cifras que apenas vota la décima parte del pueblo francés. Cuenta también el ex ministro cómo se falsifica el sufragio universal en Francia. La burguesía francesa, los "trusts" extranjeros que tienen en la República intereses creados y el infeliz contribuyente que paga todo, esperan la parte constructiva del programa algo revolucionario de Tardieu. Ninguna campaña de Prensa de derechas desde el 6 de febrero de 1934 habrá logrado, como este primer libro de Tardieu, apartar a cierto sector de la opinión de la actual forma democrática francesa. Pero todavía no se sabe en beneficio de qué nuevo orden social se intentará el cambio.
¿Tardieu dictador? Sus próximas manifestaciones en los cuatro nuevos tomos anunciados nos ilustrarán sobre el programa de este ex ministro republicano.
II - DORIOT, DESERTOR DEL PARTIDO COMUNISTA
Hace unos días fui a Saint-Dénis para oír al ex comunista Doriot en un mitin. Saint-Dénis, al norte de París, es una inmensa llanura repleta de fábricas entre los serpenteos del Sena. Centro obrero importantísimo por su población de proletarios y por la circulación de las ideas más avanzadas.
En el teatro municipal de Saint-Dénis, Grenier, candidato comunista, se opone a Doriot, alcalde de esta ciudad. Doriot era uno de los líderes del comunismo. Como tal tuvo la curiosidad de darse cuenta por sí mismo de los progresos en materia social y política debidos al sistema comunista en la U. R. S. S. De esta experiencia personal sacó la más inesperada de las consecuencias: Doriot confesó que la U. R. S. S. significa una explotación tiránica del obrero de todas clases por un grupo muy reducido y más tiránico que cualquier Gobierno burgués.
Esta sesión es inolvidable.
Doriot, a pesar de las objeciones de su competidor y de los comunistas que asistían a la reunión, pronunció unas palabras más formidables que las del peor de los capitalistas: "¿Historias de la U. R. S. S. y de sus falsos paraísos? No me mintáis. Porque regreso yo mismo de Rusia y he visto mucho."
Doriot, ex obrero —me dice mi vecino de butaca—, cuenta de qué manera Solonevich participa en el partido reinante, mientras que los que hubieran podido gobernar y dirigir al pueblo están en la cárcel. Este Solonevich, según Doriot, ha inventado un sistema dé emulación entre obreros tan exclusivo y cruel, que a la salida de los talleres se ejecutan verdaderas matanzas por rivalidad de ganancias. En la U. R. S. S. —afirma el orador— no se puede nunca protestar contra el patrono, es decir, contra el Estado, único, infalible dueño.
"Este Solonevich —continúa diciendo Doriot desde la tribuna— afirma que hay en Rusia actualmente cinco millones de detenidos en los campos de concentración. Además no hay que olvidar la inmensa población de las cárceles y los desterrados de Siberia. El bolchevique Solonevich estima que el total de los condenados por los Soviets llega a diez millones. Sin contar los muertos..."
Después hace Doriot el proceso de la falsa sencillez y del falso pacifismo del comunismo:
"Porque en lugar de poseer solamente una milicia, tenéis ahora los bolcheviques mariscales con galones y otras cosas por el estilo. Porque Toukatchewstky escribe: "Necesitamos la guerra para que la Humanidad vuelva a encontrar todas sus fuerzas viriles." A los franceses no nos interesan estas palabras. Nosotros, que hemos visto la guerra hace veinte años, ya nos basta ella sola hasta el fin del mundo."
He aquí que un espectador interrumpe:
— ¿Y el Pacto francosoviético?
Doriot explica que es una burla. Francia debería hacer la guerra, en el caso de que Alemania tuviera pleito con Rusia, para apoyar a la U. R. S. S.: pero, por otra parte, sí Alemania ataca a Francia, la U. R. S. S. no podrá hacer nada en favor de Francia, por hallarse lejos de Alemania y separada por Polonia.
El alcalde de Saint-Dénis llega hasta el punto más agudo del momento y hasta la audacia de opinión que debería provocar a la sala contra él:
"¿Hablan ustedes de Frente Popular y de guerra para defender a los Soviets? Yo soy capaz de hacer una unión contraria para defender la paz."
Doriot, ayer comunista, afirma hoy —puesto que es la conclusión lógica de su grito final— que preferiría una alianza con el fascismo antes que el Pacto francosoviético. Es algo formidable, inverosímil. Y el público sigue sin echarlo de la escena. El odio a la guerra en Francia lo justifica todo.
La venganza consiste sólo en unos pasquines en las paredes, injurias anónimas contra el alcalde de la ciudad...
III - EL SEMANARIO "7" Y LOS DOMINICOS FRANCESES
Cierta clase de electores se refugia en el catolicismo.
Como recurso moral, muchos se inclinan hacia los grupos de manifestación católica. Pero hay que advertir que el catolicismo, como tal, no está representado por ningún partido.
Algunos socialistas se han adherido al partido de los demócratas populares que representa el diario "L'Aube".
El otro día hablaba delante de mi un grupo de electores:
— Para moralizar al público —dijo uno— tenemos que observar los principios religiosos. La moral no puede ser laica. Gracias a Dios, los dominicos nos dan alimento cristiano para los siete días de la semana...
— ... en su semanario "7"—contestó un socialista—. Temen tanto el advenimiento del bolchevismo, que actúan completamente como demócratas. Les agradecemos mucho el haber combatido al capitalismo. Pero han acogido la idea del "stakanovismo", o sea, indirectamente el elogio del procedimiento por el cual los Soviets unen la antigua explotación capitalista a la explotación maquinista bolchevique.
Un católico atrasado todavía, como en el tiempo del anticlericalismo, es decir, que juzga a la República francesa según la política de persecución religiosa de la época de Combes, opina:
— No puedo admitir que haya frailes franceses capaces de sostener la República que hizo la ley de Congregaciones religiosas y cometió el robo comercial de apoderarse de la razón social de la Chartreuse. Si la Iglesia pretende volver a su primitivo espíritu, debe renunciar a la grandeza del Vaticano, al esplendor de las catedrales, a la jerarquía llena de pompa de cardenales y obispos, y restituir la sencillez y el colectivismo de las catacumbas.
Otro católico optimista, que quiere conservar a la vez la posibilidad de votar por los ministros republicanos y poder ir a la iglesia sin que lo tomen por reaccionario. Se alegra, al contrario, de ver alrededor de París las nuevas iglesias, escuelas, sin pinturas o esculturas costosas, de una sencillez que las hace semejantes a loa templos protestantes. Este católico republicano opina:
— De este modo, la Iglesia no despertará la envidia en las masas y ofrecerá la verdadera expresión de la caridad.
Y este hombre de la clase media me hace leer un párrafo sintomático del discurso que pronunció en el Canadá, tierra donde todavía se habla la lengua francesa y tierra católica por excelencia, el enviado de "7": "La acción política no es la acción política. Efectivamente, he aquí el caso de Francia. La Iglesia acepta perfectamente una Francia monárquica. En todo caso, depende de lo que sea el rey. De la misma manera, la Iglesia no pone objeción a que sea republicana. Eso depende de lo que sea la República. Existe un Estado soviético aceptable. Soviet en ruso quiere decir Consejo. Si un Estado quiere organizarse sobre el plan de una serie de Consejos locales cuyas decisiones son examinadas por el Consejo central, la Iglesia no pone obstáculo ninguno. La administración del Estado en si misma le es absolutamente indiferente. El marxismo de los Soviets es lo condenable; pero no el sovietismo."
Acusar al liberalismo de "7"—continuaba— de tener simpatías por el bolchevismo no es cosa justificada. Los dominicos franceses siempre han sufrido acusaciones por parte de los reaccionarios. Acuérdese usted de Santo Tomás de Aquino, entonces profesor de cátedra en la Sorbona, como lo es hoy el Sr. Gilson, representante de "7" en el Canadá. ¡También Santo Tomás fue acusado de racionalismo por los reaccionarios de la época!
La verdad es que "7" declara preocuparse únicamente de "la Iglesia que no tiene ninguna forma política que recomendar". Sin sostener los derechos del capitalismo, "7" refleja las justas reivindicaciones del obrero. Este semanario, y sobre todo el grupo religioso que lo dirige, presidido por el reverendo padre Bernadot, afirma "dar audiencia igualmente al patrono que al proletario, con la voluntad firme de demostrar de qué modo los espíritus cristianos, sea cual sea la categoría social a que pertenezcan, pueden conservar desde divergentes puntos de vista una voluntad común de mutua comprensión".
Un padre dominico de "7", queriendo quizá definir el liberalismo que inspira al diario, me confiesa que no están dispuestos a condenar a André Gide. Prefieren quizá la posibilidad de su conversión más que apoyar cualquier manifestación en favor del catolicismo conservador. El movimiento dominico contribuye a republicanizar y a popularizar el cristianismo. Sirve de refugio moral a muchos desesperados.
IV - LA MISTERIOSA AGRUPACIÓN DE LAS CRUCES DE FUEGO
Existe una juventud francesa que desea acabar con la dialéctica política para empezar con la acción, sin cambiar do régimen y sin reproducir en este país ni el fascismo ni el hitlerismo. Con el apoyo de los ex combatientes se ha creado la Liga de Cruces de Fuego, dirigida por el coronel La Rocque.
El historiador deseoso de redactar imparcialmente la crónica de nuestro tiempo debe acoger las criticas de la Acción Francesa, y al extremo opuesto, los de la extrema izquierda, contra esta Agrupación. También debe mencionar la critica que algunos de sus miembros han formulado:
¿ Por qué razón los jefes de la Liga no han llevado el 6 de febrero sus tropas al asalto de la Cámara de los Diputados? ¿Por qué el 11 de noviembre de 1935 la Liga no ha asaltado el Palacio del Elíseo? En las dos fechas, el elemento centro de Francia, harto de la deshonrosa política interior y de la peligrosa política exterior, creía llegado el momento de acabar de una vez con la débil política sin plan del Gobierno.
El coronel La Rocque organiza mítines por toda Francia. Le hemos oído precisar el plan siguiente:
— Queremos: un Presidente de la República provisto efectivamente del derecho de disolución; la responsabilidad individual de los ministros; un Gobierno para cada legislatura, salvo en caso de fuerza mayor; supresión de recomendaciones parlamentarias en favor de autoridades oficiales u oficiosas, y esto, bajo pena de severos castigos; limitación de la edad parlamentaria, limite que podría únicamente franquear cierta categoría de personajes, que una ley designaría como "bienhechores de la patria"; sensible reducción del número de diputados, a los que se prohibiría el ejercicio de la profesión de abogado, miembros de Consejos de administración y el beneficio de funciones remuneradas por asuntos privados o del Estado. Por el contrario, sueldo fijo, de suerte que los parlamentarios puedan satisfacer las obligaciones que requiere su cargo; una Cámara con derecho de iniciativa en materia de gastos, provista de reglamentos severos para castigar el "abstencionismo" y las abstenciones no justificadas en debates y escrutinios; un Consejo Nacional Económico funcionando al lado del Parlamento, como una especie de Consejo de Estado, representando la profesión organizada de cada región, exclusivamente consultivo y obligatoriamente consultado; el voto obligatorio en todo escrutinio, y el voto familiar.
Después de haber oído este programa, que me pareció digno de atención, he pedido una entrevista al coronel, suponiendo que le interesaría explicar al Extranjero su concepto de la política exterior francesa. El coronel no solamente rehúsa toda interviú a periódicos extranjeros, sino que prohíbe a sus colaboradores concederlas en nombre de la Liga. En cuanto a política exterior, ¿qué pretende esta Liga, que lo mismo condena Moscú, que Roma o Berlín? Las Cruces de Fuego afirman "servir de guía y de arbitro". ¿Por qué no toman posición en favor del Pacto francosoviético o en favor de la supresión de las sanciones a Italia?
Un misterio.
Un militante de las Cruces de Fuego, satisfecho de pensar que ochocientos mil miembros forman parte de la Liga, pero confesando que no sabe a dónde el coronel La Rocque quiere conducirlos, reflexiona así:
— Somos muchísimos los que, como yo. ignoramos hacia que finalidad nos lleva el coronel. Pero en la guerra tampoco conocíamos las intenciones del Estado Mayor. De la misma manera que obedecíamos entonces, obedecemos ahora ciegamente.
El cronista imparcial no puede aceptar la explicación presentada por los enemigos de las Cruces de Fuego; a saber: que el ministerio de la Gobernación dirige esta Liga entre bastidores. "El psicólogo quizá puede suponer que el Gobierno, viendo que las Cruces de Fuego no perturban el orden público más que los comunistas, las tolera por la razón de la amenaza de una guerra". No me extraña que ante el odio creciente a toda guerra el Gobierno francés se regocije secretamente pensando que ochocientos mil ciudadanos juegan a la movilización. En el caso de que hubiera demasiados pacifistas empedernidos, demasiados "objecteurs de conscience", el movimiento de las Cruces de Fuego restablecería el espíritu combativo...
Las Cruces de Fuego, ¿representan una fuerza de reserva para apoyar al primer Gobierno sólido que se presente en Francia? ¿Se revelarán, por el contrario, como la fuerza conservadora de la República si se ve amenazada por un dictador, ya sea de derechas, ya de Izquierdas?
Otro misterio.
V - SOLO LA PUREZA DEL SUFRAGIO PUEDE SALVAR EL PAÍS
Hemos pasado revista de los partidos que presentan candidatos, de los grupos ideológicos que indirectamente determinarán los votos y también de los reformadores posibles. Nos hemos esforzado en reflejar sus respectivas doctrinas con la mayor objetividad.
La situación económica de Francia no es desesperada. Hay ciudades pequeñas donde el Banco de Francia tiene abiertas cuentas corrientes muy considerables. Y no hablo como detalle de lujo de los tesoros artísticos que se trasmiten de generación en generación, cuyas muestras existen hasta en familias humildes, por la razón de que el francés siempre ha querido adornar su hogar con obras de arte. El Imperio colonial francés está todavía incompletamente explotado. El Ejército francés tiene archivados secretos de defensa muy potentes. La tierra de Francia no necesita muchos abonos. El único mal que acongoja al país es la falta de confianza. Falta de confianza más bien en los hombres que gobiernan el país que en su propio destino. Si estas elecciones tuvieran por finalidad el presentar al mundo un referéndum nacional definitivo en favor del régimen bolchevique o fascista, la guerra, que se acerca cada día más, se podría evitar por el nuevo peso que Francia colocaría en un lado u otro de la balanza.
Desgraciadamente, todas las candidaturas no se presentan francamente en favor de los Soviets o de Italia. La palabra que más frecuentemente se lee en todos los programas es la de paz. Pero ninguno indica claramente cómo asegurar esta tan deseada y tan necesaria paz. De modo que los electores vacilan. Y el mismo deseo, el mismo afán, hará variar votos de derecha a izquierda, como de izquierda a derecha, según la interpretación personal de los programas. Dentro de estos límites, se prevé generalmente una mayoría acentuada de izquierda. De todos modos, no se nota una moralización de la campaña electoral.
Adolphe de Falgairolle escribió varios libros relacionados con la República y la Guerra Civil.
LOS RESULTADOS
Las elecciones legislativas francesas de 1936 tuvieron lugar el 26 de abril y el 3 de mayo, iniciando la XVI legislatura, la última de la Tercera República.
El Frente Popular ganó las elecciones y la Sección Francesa de la Internacional de los Trabajadores (SFIO) se convirtió en esta ocasión en el principal partido del país por su peso electoral, lo que dio lugar al primer gobierno dirigido por un socialista, el de Léon Blum. Asimismo, el Partido Comunista (PC-SFIC) ganó peso e influencia política. Sin embargo, debido a las divisiones internas y la desaprobación de Moscú, los comunistas decidieron apoyar sin participar en el gobierno socialista. Por su parte, los radicales perdieron influencia en beneficio de los otros dos grandes partidos del Frente Popular.
Se realizó una votación unipersonal masculina en dos vueltas por distrito, según la ley de julio de 1927. El 29 de julio de 1939, la amenaza de Alemania empujó al gobierno a aumentar en dos años la duración de la legislatura.