El fracking agrupa las actividades de extracción de hidrocarburos que se encuentran contenidos en la propia roca madre que, por la muy reducida o casi nula permeabilidad que tiene ésta, no han migrado a la roca almacén y, consecuentemente, no se pueden extraer mediante técnicas convencionales sino a partir de la fracturación hidráulica a alta presión (estimulación hidráulica) desarrollada en una perforación previamente realizada.
Con respecto al proceso de perforación, la tecnología propia del fracking lleva desarrollándose de forma más parecida a la actual durante los últimos 10 años, si bien es una derivación de técnicas muy similares que se llevan a cabo desde hace más de dos décadas y que ya se han practicado en más de un millón de operaciones en sondeos: esto implica una combinación de experiencia y desarrollo. Desde hace años ya hay tecnología para teledirigir la cabeza de perforación en el subsuelo, su avance, su posición y orientación, inspeccionar cómo ha sido la finalización del pozo, controlar la cementación de la tubería y medir el aislamiento entre el terreno y el pozo. El desarrollo de la fracturación en el subsuelo también se puede controlar, registrar y modelizar con el fin de poder corregirla si fuera necesario. Tecnológicamente, por tanto, no debería haber riesgos si se trabaja cumpliendo con las exigencias de las diferentes administraciones.