Un pequeño taller instalado en Valencia puesto en marcha a finales del siglo XIX por los emprendedores Devís y Noguera acabó transformándose en Macosa, una fábrica de material ferroviario que lideró las exportaciones del sector durante varias décadas. La firma fue absorbida por Alsthom y luego, por Vossloh y Stadler. Pese al cambio de propiedad lleva un siglo fabricando trenes.
Vagones frigoríficos construidos por la fábrica Construcciones Devís en una imagen de 1927.
Las empresas industriales centenarias que han resistido los conflictos bélicos del siglo pasado, ciclos económicos adversos o la feroz competencia de otras firmas y todavía continúan vivas son escasas en la Comunitat Valenciana. Entre estas acaba de celebrar su 118º aniversario la antigua Talleres Devís y Noguera (fundada en 1897), en la actualidad en manos de la multinacional germana Vossloh. Tal como recuerda su actual presidente, Íñigo Parra, aquellos fundadores «ni remotamente podrían sospechar que cien años después ese proyecto, pese a los cambios de razón social y propiedad, seguiría manteniendo el mismo espíritu con el que ellos iniciaron su andadura».
Imagen de los Talleres Devís. (Foto: vossloh-espana.com)
El Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de la Comunitat Valenciana editó El legado de la ingeniería valenciana. 115 años de los Devís a Vossloh (1897-2013). En ese libro, cuentan Francisco Signes (extrabajador) y Joaquín Capilla (exdirectivo), quienes han vivido en sus propias carnes la transformación de la compañía en estas últimas décadas, la evolución de unos talleres de origen muy humilde durante sus inicios hasta llegar a convertirse en un referente mundial en el ámbito de la construcción de material ferroviario tras la iniciativa de dos valencianos treintañeros de finales del siglo XIX: Miguel Devís Pérez y José Noguera Chulià. Eran caldereros de profesión. En esa época de crecimiento y necesario equipamiento de la industria, de la manufactura en general (Cuando la economía valenciana era sobre todo agraria) estos emprendedores aprovecharon la expansión de los campos de naranjas para fabricar componentes fundamentales para mejorar las nuevas plantaciones citrícolas: calderas de vapor, mecanismos de transmisión a motor o bombas elevadoras.
La dictadura de Primo de Rivera (1923) articuló medidas legislativas que configuraron ambiciosos planes de obras públicas, así como subvenciones y apoyos a las compañías ferroviarias y a la industria auxiliar de aquellos tiempos. Fue una etapa clave en el desarrollo de esta fábrica. En noviembre de 1928 falleció el patriarca familiar Miguel Devís Pérez y la sociedad se transformo en Construcciones Devís. En estos primeros tiempos de actividad fabril (Todavía no existía Renfe) la mercantil construyó para firmas españolas hoy ya extinguidas como Norte, MZA, Andaluces Oeste, Central de Aragón, CTFV o Tranvías de Sevilla.
El impacto de la crisis del 29 surgida en EE UU con el crash de la Bolsa en la economía española y la proclamación de la República en España alteró los planes de una compañía ya profesionalizada y con elevada carga de trabajo truncada también por el estallido de la Guerra Civil. Un comité de empresa fue elegido por los trabajadores y ejerció la labor de dirección y gestión de una industria que pasó a producir material bélico o vehículos blindados. La constitución de Renfe (1941) supuso el gran salto adelante. Esta compañía estatal pasó a ser el principal cliente de Construcciones Devís, con nuevos talleres en Valencia, Alcázar de San Juan y Carcaixent y con unos 2.000 trabajadores durante la década de los años cuarenta. Las ampliaciones de capital para acometer sus inversiones dieron entrada en la sociedad a la familia Villalonga y Boluda (consejeros de Bancor y del Banco de Valencia).
La constitución de Macosa en 1947, resultante de la fusión de Construcciones Devís y Materiales y Construcciones (con plantas en Barcelona) disparó la actividad del grupo. Del taller metalúrgico se pasó a una gran sociedad, que además de Renfe, contaba con General Motors como socio tecnológico. El último de los tres hermanos Devís falleció en 1961 y desde entonces la saga familiar se extinguió en la relación con esta compañía valenciana.
La construcción de locomotoras diésel-eléctricas durante los años sesenta fue clave en otro ciclo expansivo, sobre todo por las ventas al exterior. En 1970 Macosa era la segunda empresa española más exportadora. En esos tiempo decidió abrir una nueva factoría en Albuixech, aunque la crisis financiera y laboral de Macosa de finales de los setenta, así como el parón de los pedidos de Renfe, truncó su ampliación. En 1991se produce la integración de grandes multinacionales europeas de construcción ferroviaria y la francesa Gec Alsthom tomó las riendas de Macosa, ya fusionada con otras firmas. Con todo, la crisis de su matriz en 2005 motivó la desinversión de su fábrica de Albuixech, adquirida por Vossloh AG, que volvió a colocar al centenario negocio en el mapa internacional y garantizar su futuro. El grupo suizo Stadler ha aprovechado las desinversiones de Vossloh para hacerse con la planta por 172 millones
Debería ser caso de estudio en las facultades de ingeniería industrial. En 1897, dos herreros afincados en Valencia, Miguel Devís y José Noguera Chulià, fundaron en el barrio de Marxalenes Talleres Devís al calor de la necesidad de dotar de componentes a la pujante industria naranjera de la época. Lo que comenzó como una calderería gracias a un capital social de 2.500 pesetas de la época, se ha transformado en una factoría en Albuixech (a menos de 10 kilómetros de la capital valenciana) de locomotoras, trenes, 'bogies' o vagones de metro con 900 personas en nómina que ha superado todas las crisis desde entonces, tanto económicas como de sus propios accionistas. Fue colectivizada durante la Guerra Civil por el bando republicano, se convirtió en una de las pocas industrias pujantes en la posguerra y tras la Segunda Guerra Mundial, y sobrevivió a la reconversión industrial de la década de los ochenta del siglo pasado.
El último cambio de manos se produjo el pasado 4 de noviembre. Como consecuencia de la necesidad de la empresa alemana Vossloh de desinvertir en activos para mejorar sus balances, la suiza Stadler Rail AG ha desembolsado 48 millones de euros en efectivo y ha asumido la deuda de la filial española, que asciende a 124 millones de euros. Pero antes de la llegada de la compañía suiza que preside Peter Spuhler hubo otros accionistas, algunos de ellos ya desaparecidos.
La primera consolidación de la factoría se produjo durante la dictadura de Primo de Rivera. En 1928, tras el fallecimiento del patriarca Miguel Devís, la empresa pasó a renombrarse Construcciones Devís. Al calor de los planes de desarrollo de infraestructuras del Estado, se convirtió en industria auxiliar imprescindible del sector ferroviario español. El levantamiento fascista y la guerra fratricida derivada cortaron de cuajo los planes de crecimiento. Trabajadores de la fábrica tomaron el control y la pusieron al servicio de la República para la construcción de blindados.
Sin embargo, la derrota del régimen democrático no significó el cierre de la empresa. Al contrario, los dueños recuperaron la propiedad y en 1941 la pusieron al servicio de la recién creada Red de Ferrocarriles Españoles (Renfe). La plantilla llegó a alcanzar los 2.000 empleados en nómina y se crearon talleres también en Alcázar de San Juan y Carcaixent, según se explica en el libro 'El legado de la ingeniería valenciana. 115 años de los Devís a Vossloh (1897-2013)', escrito por los exempleados Joaquín Capilla y Francisco Signes y publicado por la propia empresa en colaboración con el Colegio de Ingenieros Industriales de la Comunidad Valenciana.
En esos años, la burguesía valenciana, que también estaba reflotando el Banco de Valencia, se implicó en el proyecto industrial. Familias como los Villalonga y Boluda aportaron capital, y en 1947 se produjo el nacimiento de Macosa, el consorcio metalúrgico surgido de la fusión con la catalana Sociedad Material para Ferrocarriles y Construcciones, con planta en Barcelona. General Motors pasó a aliado tecnológico y cliente, al igual que Renfe. La última locomotora a vapor construida para la empresa estatal salió de la cadena de producción valenciana en 1958. Aquí también se construyó la primera locomotora diésel de España.
La llegada de la democracia y las crisis industriales de los setenta y ochenta tampoco acabaron con la fábrica, ya reubicada en Albuixech para poder hacer frente a la cartera de pedidos. La reconversión industrial la arrojó a brazos de Alstom, el gigante francés que absorbió a Macosa en 1989. Sin embargo, Alstom vivió su propia crisis y la fábrica fue adquirida por Vossloh AG en 2005, que la acaba de traspasar a Stadler Rail por 172 millones de euros también por necesidad de desinvertir en algunos activos. La compañía suiza le ha cambiado el nombre a Stadler Valencia y pretende convertirla en su factoría de referencia para el mercado del norte de África y Latinoamérica, y también en España y Francia, donde hasta ahora no tenía presencia.
La planta tiene cartera de pedidos por 400 millones para los próximos años y posee clientes además en Alemania, Reino Unido, Sudáfrica, Noruega o Israel. La nueva Stadler (la centenaria Devís) es proveedora de firmas como Ferrovial, Acciona, Comsa, Direct Rail Services (DRS), ETF o Beacon Rail. El encargo más reciente son siete nuevas locomotoras para el operador británico DRS a través de Beacon Rail, que serán utilizadas tanto para el transporte de mercancías como de pasajeros.
“Una de las claves del éxito es el capital humano. La empresa tiene más de 100 ingenieros en plantilla”, explican fuentes de la empresa que preside Íñigo Parra. Este ejecutivo valenciano es otro superviviente de multinacionales. Entró en Alstom para dirigir su división de Transporte en España y la factoría valenciana en 1997, y llegó a ser vicepresidente de locomotoras de la multinacional francesa. Tras la llegada de Vossloh, se mantuvo al frente de la compañía y ahora se ha ganado la confianza de Peter Spuhler, el máximo ejecutivo de Stadler Rail, que lo ha ratificado como presidente de Stadler Valencia.
Dos locomotoras fabricadas en la planta de Albuixech. (EFE)
La compañía suiza mete en su balance una factoría saneada y con un patrimonio neto de 96 millones de euros, según el último depósito de cuentas, correspondiente a 2014. La compañía cerró con un beneficio neto de 7,2 millones de euros tras facturar 211 millones. Según los datos facilitados por Vossloh cuando se anunció la venta a Stadler, la cifra de negocio hasta septiembre del año pasado ascendía a 182,4 millones. La previsión para 2016 es alcanzar también los 200 millones.