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Museo do Povo Galego

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La Asociación "Patronato del Museo do Pobo Galego", constituida en Santiago de Compostela el 31 de julio de 1976, tiene como objetivos investigar, conservar, divulgar, defender y promover la cultura gallega en todos sus ámbitos y concretamente, crear y mantener un museo al servicio de estos objetivos.


Galicia posee una antigua y honda tradición marinera, reflectida en multitud de manifestaciones materiales y espirituales.




El antiguo refectorio del convento de San Domingos acoge la Sala del Mar, que reúne una muestra representativa de las embarcaciones más peculiares de Galicia.


La exposición se complementa con otras piezas, diseños y maquetas. Así, se puede seguir el proceso de construcción de un pesquero, ver los útiles y modelos del carpintero de Ribeira, conocer como eran los primitivos motores, como trabajan las distintas artes y que especies capturan.


Galicia, siempre vinculada al mar por su costa de características tan singulares, ha desarrollado con éxito  gran cantidad de buques propios, tanto para la pesca como para el transporte de mercancías o
personas. La construcción de barcos tiene una gran tradición en Galicia y siempre ha sido un sector industrial puntero. En 1888 se construyeron barcos de pesca con motores de vapor traídos de Inglaterra en Vigo. En 1927 fue botado el primer barco de vapor con casco de acero. En la década de 1950 comienza la fabricación de motores gallegos: el Ayón de Noia, el Lores do Grove, el HRM de Ribeira o el Pazo de Vigo.

Astilleros como Astano en Ferrol o Vulcano, Barreras y Freire en Vigo son un ejemplo de lo que la construcción naval vino a suponer en Galicia. No debemos olvidar la importancia que desde el siglo XVIII tenía Ferrol, astillero y puerto de la armada española.

En este desarrollo, el conocimiento de los pescadores y carpinteros de ribera fue fundamental, lo que hizo posible que los armadores fabricasen nuevos buques adaptados a las necesidades.

En 1927 se lanzó el primer barco de vapor con casco de acero y en 1929 comenzó en la presencia de la flota gallega en el "Gran Sol" y el mar de Irlanda, así como la pesca del bacalao con la pesca de arrastre en Terranova. Entre los años 50 y 60 se crean empresas como el grupo Calvo o la empresa Pescanova, S.A., que abren una nueva etapa de expansión de la pesca. Incluso hoy, a pesar de sus grandes problemas, la pesca gallega sigue siendo la más importante de la Unión Europea.

Máquina de vapor de Conservas Goday

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En la Illa de Arousa se encuentra el Centro de Interpretación de Conservas Goday, un edificio de gran importancia para la historia de la industria de Galicia, situado enfrente al Concello. En él se instaló en 1879 la fábrica de conservas fundada por D. Juan Goday Gual, emigrante catalán que ya en 1843 había establecido una fábrica de salazón en unos terrenos próximos.


La fabrica inicia su actividad después de un viaje en el que Goday conoce en Francia nuevas técnicas para la conservación de alimentos. A su regreso, y con una gran visión de futuro, decide instalar una factoría en la que aplicar esas técnicas.


Entre las innovaciones destacan la importación de una máquina de vapor, la construcción de un edificio especifico con una chimenea elevada, y la incorporación a la plantilla de técnicos franceses y soldadores especializados. Otra novedad fue la fabricación al "estilo de Nantes", en la que se fríe la sardina antes de ser enlatada y esterilizada. Este tipo de preparación se destinaba al mercado, y no tanto al suministro de los barcos.


De este modo, Conservas Goday, entraba en competencia en el mercado internacional, en manos francesas por aquel entonces. Dos años después de su entrada en funcionamiento, la Fábrica de Conservas es visitada por el rey Alfonso XII, siendo nombrada después "proveedor de la Casa Real".


La fábrica continuó proporcionando trabajo y riqueza a las gentes de A Illa de Arousa hasta pasada la mitad del siglo XX, en que cerró sus puertas.


Una de las piezas más interesantes que se exponen en la actualidad es la máquina de vapor, que Goday trajo de Birminghan en 1879 para alimentar la fábrica.








Museo naval de Ferrol

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El Museo Naval de Ferrol fue inaugurado el 5 de marzo de 1986.

Ubicado dentro de la base Naval de Ferrol, en el antiguo Cuartel de Presidiarios conocido como San Campio y proyectado en 1765, muestra la vinculación de la Armada con la ciudad desde que en 1726 Patiño eligiera la ría de Ferrol y la villa de la Graña para construir el arsenal de la Armada en la costa norte.


En 1749 comenzaron las obras de construcción del astillero de Esteiro y en 1750 las del arsenal de Ferrol. Mientras tanto, el de La Graña continuó funcionando como tal hasta la finalización de los trabajos que, tras varios proyectos y modificaciones, quedaron definitivamente terminados en 1770.


Entre los modelos conservados en sus salas sobresale el de la fragata Santa María Magdalena, de 34 cañones, botada en 1773 en Ferrol. Un fuerte temporal provocó su hundimiento en la ría de Vivero, junto al bergantín Palomo. Más de 500 hombres perdieron la vida en el naufragio. Algunas partes del casco y numerosos objetos, instrumentos náuticos y armas rescatados de su pecio se exponen hoy en las salas del museo.


Otros modelos de gran interés son el del buque-escuela Galatea y el del navío San Carlos Real de España, además de contar con una amplia colección de modelos de embarcaciones de pesca y cabotaje.

El museo conserva más de cien piezas de artillería.


En la sala de Tiro se exponen todos los elementos que conformaban la Dirección de Tiro de un buque del segundo tercio del siglo XX.

Se exhiben también instrumentos náuticos utilizados por el navegante en sus travesías desde el escandallo y la corredera de barquilla hasta el GPS. Entre la cartografía, merece especial atención el Atlas de Tofiño y la colección de planchas de cobre del Instituto Hidrográfico, de los siglos XVIII y XIX.

Una de las salas está dedicada a la Escuela de Electrónica y Transmisiones de la Armada (ETEA), con las piezas históricas de este centro ubicado en la base naval de Río, en la cercana ría de Vigo.

El Museo, dentro de la base naval de la ciudad, data del 1986, mientras que la exposición nacional, situada a escasos metros, abrió sus puertas en el año 2008 como principal museo marítimo español dedicado a la historia de la construcción naval de la que Ferrol fue clara protagonista. Los expertos catalogan esta muestra como la más completa en su temática y está dirigida tanto a un público profesional como al “no iniciado”, que al adentrarse en este mundo más técnico puede conocer paso por paso el proceso de construcción de un navío.

Museo del mar de Galicia

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El Museo del Mar de Galicia está emplazado en la vieja fábrica de conservas Alcabre-Molino de Viento (1887) en Vigo.

El edificio resultante mezcla vanguardia y tradición, formado por un conjunto de cinco naves rehabilitadas, un edificio de nueva construcción también de cinco naves, y la prolongación de un muelle preexistente donde se emplaza un acuario y un faro.



El eje temático que vertebra el museo es la pesca, tratando de acercar una visión global de la misma, ahondando en los fundamentos científicos que rigen la productividad de los mares y en la comprensión de los ecosistemas marinos. La exposición permanente, dividida en dos áreas temáticas, el mar y la pesca, emplea infografías, textos, videos y piezas para articular la estrecha relación de Galicia con la explotación de los recursos. Las instalaciones se completan con una amplia sala de exposiciones temporales, un acuario que reproduce el ecosistema de las rías y la musealización  de un  poblado de la edad del hierro existente en el lugar: El Castro de la Punta del Muiño del Viento.


La Xunta de Galicia impulsó desde 2006 la investigación del patrimonio subacuático, determinando que el lugar de depósito de los materiales de este origen sea el Museo del Mar de Galicia. En la actualidad el museo aborda la creación de una gran sala donde se narre la historia marítima de Galicia, desde la óptica comercial, en la que se integrarán los restos extraídos de distintos pecios de la costa gallega.


Submarino de Antonio Sanjurjo.



El museo está formado por un conjunto de tres edificios. La primera nave está destinada a exposiciones de carácter temporal, aunque la tendencia en los últimos años es que todas las exhibiciones se conviertan en permanentes. En esta parte del museo se encuentra su pieza estrella, el esqueleto de un cachalote de más de diez metros de largo y veinte toneladas de peso. Este mamífero varó en la playa de Montalvo, Sanxenxo, en el año 2003. Ahora, sus 171 huesos cuelgan del techo del Museo do Mar. Otra pieza curiosa, y de gran interés para los amantes de la historia local, es el minisubmarino o boya lanzatorpedos inventada por Sanjurjo Badía en 1898 para defender la ría de Vigo en caso de ser atacada por los americanos, que se encontraban en plena guerra contra España por la posesión de Cuba. Al lado de este peculiar artilugio encontramos tres trajes de submarinistas, uno por cada siglo del XVIII al XX. En la sala contigua hay expuestas doce maquetas de barcos elaboradas por el modelista vigués Santiago Signo y donadas tras su muerte.


Por una pasarela acristalada podemos acceder al segundo edificio, que alberga las exposiciones permanentes del museo. Podríamos dividir la sala en tres partes, la primera dedicada a la explotación del mar, la segunda a la elaboración de conservas y la tercera a la comercialización. Son elementos destacables de esta sala la maqueta que reproduce una de las primeras bateas de mejillones que se instaló en las Rías Baixas a mediados del siglo XX, hecha a partir de un galeón viejo recubierto con una malla de hierro y cemento; una prensa de salga; o la réplica del reloj y la bancada de la sala de puja de la lonja viguesa, abierta en 1905.


Un tercer edificio, mucho más pequeño, alberga un acuario que representa el ecosistema propio de las rías gallegas. En él nadan jureles, sargos, cabrachos, rodaballos o incluso una variedad de tiburón llamada Musola. Otra sorpresa de este museo descansa en su exterior, donde yacen los restos de una población castrense de más de 2.800 años de antigüedad. Y como colofón, al final del espigón que nos pone en contacto directo con el mar se erige un faro. Un sitio privilegiado para disfrutar de un atardecer viendo como el sol se esconde entre las Islas Cíes.






Museo Anfaco de la industria conservera

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El Museo ANFACO tiene como misión la conservación del patrimonio industrial y bibliográfico de la industria conservera de pescados y mariscos española y la difusión de su historia entre todos los ciudadanos, vista a través de la evolución de la organización empresarial que desde 1904 la representa. Es un espacio lleno de contenido donde, a través de objetos tales como antiguas latas, documentos, maquinaria, fotografías, etc.; se traza un recorrido por los orígenes y la consolidación del sector de las conservas de pescados y mariscos


El centro recoge más de cien años de historia de la industria conservera y de la asociación nacida en 1904, con piezas muy representativas del sector como las cerradoras automáticas de los comienzos o una representación de la fábrica de Massó hasta otros elementos de gran belleza como la colección de latas de la Guerra Civil, los anuncios antiguos de las conserveras o la elegante oficina de Curbera (“un tesoro”). Este centro ofrece visitas guiadas gratuitas para todas las personas interesadas, no solo para los colectivos y para los escolares a quienes entregan a mayores unas unidades didácticas adaptadas a todos los niveles educativos.  Tienen además un archivo muy valorado por los investigadores puesto que la industrialización gallega comenzó por el sector de la conserva y en Anfaco guardan documentos desde 1904, el año en el que se creó la segunda asociación empresarial más longeva de España.El Museo trata de divulgar la historia de la conserva, como una de las señas de identidad de Galicia y como un sector estratégico para su economía desde hace más de dos siglos, según explica la directora de la institución, Mariña López.


Desde Anfaco explican que “no se trata solo de cerrar una lata, es toda la labor desde el barco hasta la comercialización, la conserva, el impulso a la renovación de la flota, los almacenes frigoríficos, la logística hasta el diseño industrial que era pionero al crear una  imagen de marca y de calidad asociada. Tiene un efecto multiplicador”. Anfaco se creó porque los empresarios “tenían intereses comunes, al principio para repartir los cupos de hojalata que era escasos por el proteccionismo, montar laboratorios, facilitar la exportación, ayudar a la expansión internacional, además de  asegurar los derechos  de los trabajadores y el respeto medioambiental”. Anfaco tiene además una planta piloto en su Centro de Tecnologías Avanzadas de Investigación que muestra los procesos productivos de vanguardia.


La historia del siglo XX es el narrador de los acontecimientos que han marcado este sector, los éxitos y también las crisis de una industria que nació con clara vocación exportadora.

En los albores de siglo, en 1904,  un grupo de fabricantes de la conserva de pescados y mariscos constituyen la Unión de Fabricantes de Conserva de Vigo, primera organización patronal de Galicia. El espectacular aumento del número de fábricas conserveras que se produce en los años de la transición del siglo XIX al XX empujó a los empresarios a unirse para defender sus intereses comunes, en cuestiones como la rebaja de los derechos de importación de hojalata o la presencia en los mercados exteriores.


 En 1918 la pionera Unión de fabricantes de conservas de la Ría de Vigo se convierte en Junio de ese año en la Unión de Fabricantes de Conserva de Galicia ampliando su ámbito a toda Galicia.

En 1934 la Unión de Fabricantes de Conservas de Galicia decidió crear un medio de divulgación propio, la revista Industria Conservera esta publicación viene manteniendo desde entonces una función de servicio al sector transformador de productos del mar, transmitiendo sus inquietudes y aspiraciones a través de artículos de opinión, reportajes y entrevistas. Dirigida por Francisco Fernádez del Riego, contó también con la colaboración de Valentin Paz Andrade, dos figuras claves de la cultura gallega del pasado siglo y que tanto contribuyeron al mundo de la pesca y de la industria de los productos transformados mar. La Revista se ha convertido en el reflejo del sector.

En 1949 se crea el Departamento Técnico y de Investigación, junto con  la planta piloto de elaboración de conservas. Sin limitarse sólo a funciones exclusivas de laboratorio, este departamento impulsa también actividades de formación que revolucionarán las antiguas prácticas productivas y reducirá los costes.

En 1977 nace la Asociación Nacional de Fabricantes de Conserva de Pescados y Mariscos, ANFACO.

En 1994 se inaugura el Centro Técnico Nacional de Conservación de Productos de la Pesca, CECOPESCA y se instalan en la actual sede de la Universidad de Vigo. Su objetivo es garantizar la competitividad de una industria estratégica en Galicia, fomentando la innovación y el desarrollo.

En 2016 se pone en marcha el Centro de Tecnologías Avanzadas de Investigación para la Industria Marina y Alimentaria. Esta nueva infraestructura científico-tecnológica de 7.200 m2 contribuirá a afianzar el desarrollo y liderazgo de ANFACO-CECOPESCA y de la industria agro-mar-alimentaria española en el ámbito de la I+D+i.

A través de los hitos históricos de la Asociación conocemos también la historia de las conservas de pescados y mariscos, sus orígenes, los antiguos procesos de fabricación, la ciencia aplicada a la industria,el primer laboratorio de ANFACO-CECOPESCA y los inicios de la publicidad en el sector.

(En  2014) El Museo de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados y Mariscos (Anfaco Cecopesca) muestra desde hoy su última adquisición, el libro que escribió Nicolás Appert, maestro confitero y cocinero francés inventor del método de preservación hermética y por esterilización de alimentos.

Se trata de un ejemplar de "L'Art de conserver pendant plusiers anées, toutes les substances animaleset végétales", de la primera edición (París, 1810), firmado por el autor, por cuyo método fue recompensado con 12.000 francos por la necesidad del ejército francés de suministrar alimento en condiciones a sus tropas.

El Museo de Anfaco ha incorporado una serie de documentos que atestiguan los orígenes de la conserva, como un grabado de las contiendas militares de Napoleón y una serie de documentos de la fábrica de Appert, como correspondencia o letras de cambio.

Asimismo, ilustra la historia de la invención y evolución del abrelatas y de los diferentes envases utilizados en la conservación de los alimentos.

El muestrario incluye desde una bayoneta francesa del siglo XIX, pasando por el abrelatas explorador, el eléctrico, de mariposa, diamante, hasta los sistemas de apertura actuales y la última tecnología desarrollada en los laboratorios de Anfaco.

La muestra pone de relieve el hecho de que fue una empresa gallega la primera en incorporar la anilla abre fácil a las conservas de pescados y mariscos, y otra de la comunidad la que innovó con el pack de tres unidades de envase redondo.

La otra adquisición que desde hoy expone el Museo Anfaco son 61 fichas comerciales de la Oficina de Patentes y Marcas, todas de empresas gallegas, la mayoría viguesas, originales y que incluyen en su reverso información sobre la marca, su propietario y características gráficas de la misma.

La inauguración hoy de los nuevos fondos del Museo, que ha estado presidida por la conselleira de Medio Rural y del Mar, Rosa Quintana, forma parte de los actos organizados por Anfaco con motivo de su 110 aniversario.

Durante su intervención, Quintana ha hecho hincapié en "la pujanza" del sector gallego de la conserva de pescado y mariscos y su "capacidad de resistencia" frente a la crisis.

Ha recordado que el año pasado, el sector elaboró 342.525 toneladas de conservas de pescado en España, con lo que acaparó el 85% de la producción nacional.

Ha enfatizado que la industria conservera española registró una facturación de más de 2.500 millones de euros, lo que la ratifica como el país mayor productor de la UE y el segundo a nivel mundial tras Tailandia.

Museo Massó

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El Museo Massó se encuentra instalado en las naves industriales de la antigua conservera Massó Hermanos, en las cercanías del puerto de Bueu, en la ría de Pontevedra y en pleno corazón de la península del Morrazo. La idea de crear un museo fue sugerida por Guillermo Marconi durante la visita que realizó en 1928 a la Fábrica de conservas Massó. En el domicilio de la familia quedó sorprendido por la colección de instrumentos de navegación, documentos y libros antiguos, objetos curiosos y maquetas de barcos históricos. Siguiendo su consejo, los hermanos Massó levantaron una planta sobre lo más antiguo edificio de la fábrica, y en 1932 nacía el Museo Massó. Con el tiempo, los testimonios de las factorías conservera y ballenera y la actividad pesquera fueron completando el perfil del museo. En 1994, después del cierre de la fábrica, el museo fue adquirido por la Xunta de Galicia. Hoy en el Museo Massó convive el patrimonio marítimo e industrial con el espíritu erudito del coleccionismo de otra época.











Locomotora Sarita

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El estado de conservación de las máquinas de tren que alberga el Museo Ferrocarrilero John Trulock, cerrado al público en dependencias de la Fundación Pública Gallega Camilo José Cela de Iria-Flavia, en Padrón, dejaba mucho que desear en 2016.


La locomotora Sestao, al fondo de la imagen, está totalmente oxidada en los jardines de la fundación padronesa y rodeada incluso de maleza por un lado. El óxido se come también la recreación de una estación de época (en primer término de la imagen), ubicada en el mismo espacio. En similar estado podría estar, además, la otra locomotora, la Sarita, que tiene cedido el museo que lleva el nombre del abuelo de Camilo José Cela, John Trulock, gerente de la compañía West Galicia, que instaló la primera línea férrea en la comunidad entre Santiago y Carril. La Sarita permanece tapada en los jardines de la fachada de la fundación.El museo lleva cerrado desde diciembre del 2012, por una decisión adoptada por el patronato de la Fundación Cela, cuya gestión ya estaba entonces en manos de la Consellería de Cultura.


Conocida como la locomotora del abuelo de Cela, John Trulock, la locomotora Sar, fabricada en Leeds, llegó al puerto de Lisboa en 1880 para aprestar servicio en los ferrocarriles de Beira Alta. El presidente de esta concesión y de la Cámara de Comercio de Vilagarcía, José María Abalo y Souça, regaló esta locomotora a John Trulock y fue rebautizada con el nombre de ‘Sar’, que derivó en la ya conocida ‘Sarita’. La máquina empezó a ser conocida como la locomotora del gerente, que la utilizaba para sus desplazamientos. Tras la muerte de Trulock, la máquina se destinó al servicio de maniobras de la estación de Carril y su último viaje fue en 1968, haciendo el trayecto Vigo Vilagarcía.


Centro de Interpretación de la Electricidad de Ézaro

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El Centro de Interpretación de la Electricidad de Ézaro, también conocido como el Museo de la Electricidad, está ubicado en las antiguas instalaciones de la 'Central de O Pindo' la cual fue construida en 1903 para suministrar energía a la fábrica de ferroaleaciones de Brens (Cee), y ampliar además la red eléctrica de la Costa da Morte que comenzaba a quedarse escasa.


Tras ser cedido a la Asociación Neria por Ferroatlántica, y tras casi dos décadas sin uso, el centro abrió sus puertas al público en 2008. Actualmente está compuesto de 3 salas en las que los visitantes podrán ver y conocer donde se generaba la electricidad que durante todo el pasado siglo se distribuía por la comarca, energía que ellos y sus antepasados usaban. Desde una cristalera se puede observar las turbinas donde una de ellas continua en funcionamiento para uso propio. Los gráficos y fotografías allí expuestas nos harán entender como se almacenaba el agua en presas, se transportaba en canales y tubos hasta las instalaciones donde harían girar las turbinas y generar así electricidad que se distribuiría e líneas de alta tensión para su uso final.






Bomba de vapor en el jardín de Adif en Burgos

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En los jardines de unas oficinas de ADIF en Burgos se encuentra, muy bien conservada esta antigua bomba de vapor de caldera vertical. Se utilizaban para subir el agua a los depósitos que utilizaban las locomotoras de vapor.








En el manómetro se puede leer: A, des Brulais & Reliquet, Constructeurs Mecaniciens, NANTES.


Cañón Vickers modelo 1923 de 152,4/50mm de Ferrol

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El Cañón Vickers 152,4/50 mm fue la pieza más representativa del plan de artillado de 1926, también llamado de Primo de Rivera, el cañón de costa de origen inglés se usó para completar la artillería primaria de 381 mm, se contrató con la Sociedad Española de Construcción Naval la fabricación en España de 52 piezas, las cuales se montaron en diversas baterías de la costa coruñesa, murciana y menorquina.


Destinada a abatir desde tierra a embarcaciones menores y más rápidas que los grandes buques.


El cañón consistía en un tubo con manguito y suncho de culata. El cierre por tornillo, con 4 secciones roscadas y dos lisas. La obturación era mediante anillo y embolo. El montaje era de giro central, con frenos hidráulicos y recuperador neumático.


Los cañones Vickers eran muy similares a los que empleaba la Armada en sus Cruceros, pero no eran exactamente iguales. Hasta tal punto que las piezas de Marina y Ejercito no eran intercambiables.


Durante la Guerra Civil se movilizaron algunas de estas piezas para ser instaladas en unidades de la Marina Nacional. En posguerra, la fábrica de Reinosa reanudó la producción de estos versátiles y fiables cañones para defender con ellos gran parte de nuestro litoral peninsular e insular.


Estas piezas eran denominadas en el argot del artillero de costa como quince veinticuatro, de origen naval y diseñadas por la británica Vickers Armstrong, fueron adquiridas en el año 1926 para potenciar los buques y la defensa costera.


Construidas en España entre 1926 y 1952 por la Sociedad Española de Construcción Naval, S.E.C.N. en Reinosa (Cantabria).






Las centrales eléctricas del rio Xallas

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Carburos Metálicos, clave en la llegada de la electricidad a la Costa da Morte, (cuyo origen se remonta a 1897: hace 120 años) fue ampliando sus instalaciones y aumentando su producción. Después vendría la constitución de La Sociedad Hidroeléctrica del Pindo, que obtiene su primera concesión para aprovechar las aguas del río Xallas con destino a producción de energía eléctrica por Real Orden de 4 de Mayo de 1900, elemento imprescindible para poder poner en funcionamiento la fábrica de Brens-Cee, en 1906. Las primeras obras para la puesta en marcha de esta fábrica se inician en 1903.


Así consta en el libro de actas de plenos del Ayuntamiento de Cee: el 30 de mayo de 1903 se pone en conocimiento de la corporación municipal que Francisco Saunier (consejero delegado de la Sociedad Hidroeléctrica del Pindo) estaba a construir en el arenal de Brens y en el monte de Botellóns varios edificios. Posteriormente, el 8 de agosto de 1903, el Ayuntamiento da la aprobación a las obras mencionadas, haciendo constar que en la zona terrestre no ocasionan daño de ningún tipo y que «indudablemente embellecerá aquel perímetro», al margen de la gran importancia económica que tendrá para la comarca.


Los inicios de la fábrica de Brens, en 1906, son prometedores y ante la necesidad de aumentar la producción pronto se demandarán nuevos servicios y la ampliación de las instalaciones. Así, el 15 de noviembre de 1908, la Sociedad Hidroeléctrica del Pindo presenta el proyecto de ampliación del muelle de Brens.Los primeros años de producción generaron muy buenos resultados y los beneficios de Hidroeléctrica del Pindo solo disminuirán en la segunda mitad de la I Guerra Mundial: de unas ganancias de 364.086 pesetas en 1913 y de 317.436 pesetas en 1915, se pasó a 29.534 en 1916 (en 1917 y 1918 no contribuyó por utilidades), con una rentabilidad sobre el capital de tan solo un 2,5 % en ese último año.


En 1950, según diversos estudios, esta Hidroeléctrica ocupaba el decimotercer lugar entre las empresas gallegas, según sus activos netos. Poco después, en 14 de mayo de 1955, esta Sociedad será absorbida por Carburos Metálicos. El último paso en esta larga historia se dará en diciembre de 1992 cuando Ferroatlántica sustituya a Carburos Metálicos y pase a controlar tanto las fábricas como el aprovechamiento hidroeléctrico del río Xallas, situación que se mantiene en la actualidad, aunque ahora peligra por la intención de la empresa de vender las centrales eléctricas, como por todos es bien conocido.



El aprovechamiento de las aguas del río Xallas para generar electricidad es muy intenso en la actualidad. A la primera concesión del año 1900 seguirían otras de ampliación (11 de febrero de 1913) y reconocimiento (24 de octubre de 1919). En la década de 1960 se iniciaron las obras del embalse de Fervenza (terminado en 1966), que es el más importante situado en el curso de este río. Después vendrían otras obras menores entre las que destaca la construcción, en la década de los ochenta, de un nuevo embalse en Santa Uxía de Ézaro.


Al margen de generar electricidad para la fábrica de Brens, para lo que se aprovechaba el salto de agua de 180 metros utilizando 7.000 caballos de potencia, también, y de otro salto, instalado unos cientos de metros más arriba, en la aldea de Santa Uxía, con 1.220 HP, se producía electricidad para las villas de Cee, Corcubión, Noia, Muros y Fisterra.


La primera central hidroeléctrica, situada en O Ézaro, y que como se comentó, generaba electricidad para la fábrica de carburo de calcio de Brens, daba trabajo a 80 empleados en diferentes turnos, ya que el trabajo en las instalaciones era continuo. Por su parte, la fábrica de Brens producía en los años veinte 50 toneladas de ferromanganeso, siendo la primera de España en este material y la tercera en producción de carburo.Al margen de la industria, la electricidad también se fue implantando poco a poco en las poblaciones de la Costa da Morte, siendo Cee una de las primeras localidades de Galicia, al margen de las grandes ciudades, que vio primero la luz eléctrica en sus calles. Tal hecho ocurrió por primera vez el 1 de abril de 1906 de la mano de la empresa ceense Electra Cereijo. En ello influyó indudablemente el hecho de recaer en una misma persona la alcaldía de Cee y la empresa eléctrica (Juan Cereijo Fernández).


En un pleno celebrado el 13 de mayo de 1905, el alcalde y dueño de la eléctrica incidía en la necesidad de contar con un alumbrado público eléctrico. Así, el 18 de octubre de ese mismo año se adjudica la autorización para tender una red de baja tensión por el núcleo urbano ceense a favor de José María Guillén Cabeza, por una cantidad anual de 3.000 pesetas.Los inicios no fueron fáciles, ya que en agosto de 1906, la corporación municipal reclamaba de la empresa un normal funcionamiento del alumbrado. Para la generación de la electricidad, Electra Cereijo construyó una central en el río Carboal (el que se conoce como muíño de Pou).En este contexto, el Colegio Fernando Blanco aprovechó para instalar la luz eléctrica a través de un contrato con la Electra Cereijo firmado en 20 de marzo de 1906 por un importe de 3.484 pesetas y 30 céntimos, cantidad en la que no se incluían los aparatos de lujo (lámparas, etcétera) que correrían a cargo del propio colegio.


Como curiosidad, el colegio pagó a Electra Cereijo la primera factura de consumo eléctrico a los seis meses de la instalación siendo el importe abonado, impuestos incluidos, de 406 pesetas y 45 céntimos.

«El último paso en esta larga historia es cuando Ferroatlántica sustituye a Carburos Metálicos»


La denominada central de Castrelo, en el río Xallas, tan de actualidad estos días, al igual que las otras de Ferroatlántica, no tiene una denominación muy ajustada a la realidad. Castrelo es una aldea situada a 0,5 kilómetros en la margen derecha del río Xallas y a unos tres de la presa de abastecimiento. Lo más correcto sería llamarle embalse de Campelo por ser el más cercano a la presa, o embalse do Brazal, lugar y camino de acceso.Se sabe que la Dirección General de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas aprobó el 1 de junio de 1957 el expediente incoado por Hidroeléctrica del Pindo (Gaceta de Madrid del 16-02-1913) para la ampliación y mejora del salto de Castrelo en el río Xallas con destino a la producción de energía eléctrica, transferida a la Sociedad Española de Carburos metálicos S. A.


El consejo de Administración de esta sociedad en reunión del 20-11-1992 materializó la transmisión de la división de ferroaleaciones y energía eléctrica al Grupo de Villar Mir de acuerdo con las condiciones formuladas el 19-11-1992 por la Xunta de Galicia. Entre otras condiciones, el grupo comprador deberá hacer constar su propósito de dar continuidad a las actividades tanto eléctricas como de ferroaleaciones. Las obras fueron llevadas a cabo según el proyecto de la concesión por 75 años, aprobado por orden ministerial del 22-04-1948 y modificado en 1957 según el proyecto del ingeniero Baldomero Tino Gil, con un presupuesto de 6.232.176 pesetas.


Las obras comenzaron en 1947 con la construcción de un canal de tres por cuatro metros de sección en un trayecto de 6.800 metros teniendo que salvar once túneles y un viaducto de 20 metros de altura, conocido como A Ponte do Peón. Las condiciones de trabajo eran muy malas y muchos de los obreros enfermaron por silicosis, causando muchas muertes aún después de finalizada la obra. Las parroquias más afectadas fueron las de Buxantes (Dumbría) y Arcos (Mazaricos); raro será la aldea que no tenga algún familiar fallecido por esta causa. El túnel más costoso fue el conocido como el del Prado do Trancho, de 1.627 metros. Todo el material de escombro para el vaciado del túnel era sacado en carretas y tirado por un terraplén, sin miramientos estéticos ni protección del medio natural.


Una foto aérea, de septiembre de 1960, muestra los escombros sacados por la boca oeste eran depositados en el cauce del río das Teixoeiras y sus cantos rodaban hasta el Xallas, que en sus crecidas se encargaba de repartirlos por el cauce. Observen el caudal del río Xallas, que apenas llevaba agua en verano. Todo el caudal se cortaba en la presa do Brazal para conducirlo a la central. Tanto la presa como el viaducto, de dos pilares centrales, unidos con arcos de medio punto, fueron construidos de cantería por el grupo de canteros de Ameixenda a las órdenes del empresario Rosalino sobre los años 1950-51. No se tiene constancia de que en esta obra hubiera accidentes.
















Historia de Cee

La fábrica de Cee es la más antigua y emblemática en el complejo industrial de Cee-Dumbría.

Instalaciones de la fábrica

  • Un horno de arco eléctrico sumergido de 24 MVA para la producción de Ferrosilicio
  • Un horno de arco eléctrico sumergido de 39 MVA para la producción de Ferromanganeso y Silicomanganeso
  • Un horno de arco sumergido eléctrico de 28 MVA para la producción de Silicomanganeso
  • Un horno monofásico de 600 KW que produce pasta de electrodo del tipo Söderberg
  • Dos filtros de tratamiento de humos en el horno de FeSi, que producen Microsílice
  • Un filtro de tratamiento de humos para los hornos de FeMn y SiMn

La fábrica se encuentra en Galicia, al lado del muelle de Brens-Cee, donde actualmente son recibidos las materias primas y los productos suministrados a los clientes son cargados. La carretera de acceso es la AC-552 y el aeropuerto más cercano es La Coruña.



Cañón de costa Vickers 381/45 mm

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El cañón Vickers de 381/45 mm, también conocida como 38 con 1, expresado en cm, fue una pieza de artillería naval usada en España como artillería de costa para la defensa de las bases navales de Cartagena, El Ferrol, Mahón y, posteriormente, el Estrecho de Gibraltar, estando en servicio entre los años 1933 y 2008. Es la pieza de mayor calibre usada en España, su dotación era de quince personas.
























Cañón de 88 mm FlaK 18/36/37/41

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El cañón de 88 mm FlaK 18/36/37/41 fue una pieza de artillería alemana usada durante la Segunda Guerra Mundial. Usada tanto como artillería antiaérea como anticarro, consiguió su fama gracias a este segundo papel, ya que podía penetrar el blindaje (100 mm) de cualquier carro de combate a grandes distancias, por lo que era efectiva contra los carros de combate pesados soviéticos KV-1 y KV-2. El modelo Pak 43, por ejemplo, podía penetrar 167 mm de blindaje a 1000 m. Era conocido por los alemanes como Acht-Acht (Ocho-ocho).

En el Museo Militar de La Coruña se encuentra uno de estos cañones, a la entrada.








Museo Castillo de San Antón en La Coruña

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El Castillo de Santo Antón, antigua fortificación construida para la defensa de la ciudad de A Coruña, se sitúa frente el Paseo del Parrote, en la conocida como "Illa da Pena Grande". Durante su período insular (hasta los años 40 del siglo XX), Santo Antón se comunicó con la ciudad desde la Casa de Botes o de O Boteiro, actualmente habilitada como biblioteca del Museo.


En 1960 el Ministerio del Ejército cedió el edificio al Ayuntamiento de A Coruña, creándose el Museo Arqueológico y Histórico de la ciudad, que abre sus puertas al público en 1968. De titularidad municipal, conserva y expone piezas de la prehistoria y de la historia relacionadas con el castillo, con la ciudad y con Galicia. La exposición consta de tres secciones: arte medieval y heráldica (acceso y patio de armas), arqueología (interior, planta baja), historia del edificio y de la ciudad (interior, planta baja y alta).









La exposición que exhibe el Museo Arqueológico e Histórico tiene piezas de incalculable valor que abarcan desde los orígenes de la civilización en Galicia hasta la historia más moderna de la ciudad y de la provincia; un túnel del tiempo por descubrir paseando por las antiguas dependencias de la fortaleza. A la salida de la planta baja puede visitarse La Cisterna, antiguo aljibe excavado en la roca que recogía el agua de la lluvia para abastecer al castillo.








En la cuesta de acceso a la planta alta encontramos la Borna, una reproducción de un barco de la Edad del Hierro. También en el patio-jardín superior se encuentra la reconstrucción de la cista megalítica de Taraio (Malpica), y los petroglifos trasladados desde el Monte Outón-Polvorín, en las cercanías de la Torre de Hércules, además del faro, un pozo...















En la terraza superior, cubriendo el exterior de la cúpula de la capilla, se encuentra un mural cerámico realizado por la fábrica de Sargadelos y diseñado por Francisco Xosé Pérez Puerto (1987), en el que se recogen episodios de la historia y de la leyenda coruñesa: la Batalla de Elviña, la heroína María Pita, el atlante Xerión y Hércules... En la Casa del Gobernador se exhiben objetos del pasado reciente de la ciudad: el Salón Barroco, la Sala del XIX con la Batalla de Elviña y la Guerra de la Independencia o la Sala de las Navegaciones, dedicada a los viajes marítimos.



















































Por último, la sacristía y la capilla del castillo, de estilo neoclásico, está presidida por la Virgen del Rosario.


Jardín de San Carlos

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El jardín de San Carlos fue construido como castillo defensivo fuera de las murallas en el siglo XIV y quedaría unido a la ciudad en el XVI. Poco a poco fue perdiendo importancia como baluarte o "Fortaleza vieja" y, tras estallar el polvorín que contenía, fue abandonado hasta que ya en el siglo XVIII fue recuperado como jardín por Carlos F. de Croix.


El aspecto actual del jardín de San Carlos se debe al gobernador Francisco de Mazarredo en 1834 y presenta una característica de jardín romántico. Ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico junto con las murallas.












Su valor radica en su privilegiada situación desde la que se observa, gracias a su mirador, todo el puerto de La Coruña, en su vegetación, y en la tumba, un sepulcro planteado como monumento funerario, del general escocés Sir John Moore, muerto en la batalla de Elviña en 1809 luchando mientras defendía el embarco del ejército inglés frente a las tropas napoleónicas francesas del general Soult.

También hay placas homenaje a los 172 oficiales y hombres de la Armada Real Inglesa que murieron en el naufragio del buque "Serpent" cerca de Cabo Villano el 10 de noviembre de 1890.

Faro de Finisterre

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El faro de Finisterre es un faro situado en el cabo Finisterre (La Coruña, Galicia, España) construido en 1853.


La torre es de cantería y base octogonal, de 17 metros de alto con una cornisa sobre la que se apoya la balconada. La bóveda tiene una linterna poligonal. Su luz, situada a 143 metros sobre el nivel del mar, consigue más de las 23 millas náuticas. La constante niebla del invierno provocó que se le añadiera una sirena en 1888, la Vaca de Fisterra, para avisar a los navegantes del peligro existente.




































El hecho de que esta punta fuera el Finis Terrae para los antiguos hizo que nacieran sobre ella una serie de leyendas. A pesar de la existencia del faro, la zona fue escenario de naufragios, como en 1870, cuando se hundió el Monitor Captain, llevando 482 personas de su tripulación en el suceso más luctuoso de esta costa.








Pequeña grúa en el puerto de Noya

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En el puerto de Noya, en Galicia, se encuentra esta pequeña grúa de movimiento manual.









Cañones en el castillo de Bayona (Pontevedra)

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Antiguamente, se asentó aquí la villa de Baiona, por privilegio otorgado por los Reyes Católicos para defenderse de las incursiones corsarias.

La península ocupa una extensión de 18 hectáreas rodeadas de 3 km. de murallas almenadas de entre los siglos XI y XVII.


Después, el recinto se convirtió en residencia de los diferentes gobernadores militares de la fortaleza, entre ellos el conde de Gondomar. Posteriormente pasó a manos privadas hasta que, en 1963, lo adquirió el Ministerio de Información y Turismo para instalar en su interior el Parador de Turismo "Conde de Gondomar".



















Actualmente, la muralla mantiene las tres torres desde las que se vigilaba la fortaleza. A la entrada está la Torre del Reloj (que escondía una campana que servía para dar la alarma en caso de ataque enemigo); al este se yergue la Torre de la Tenaza, cuyo cometido era defender el puerto mediante unas baterías de tiro y, en la parte más oriental de la fortaleza, sobre la bahía, está la Torre del Príncipe, quizá la más antigua, que actuaba como faro para los navíos. Ésta última tiene tres escudos (de los Austrias, de los Sotomaior y el de la villa) y debe su nombre a que en ella estuvo preso el príncipe portugués Afonso Enriques en el 1137.


Museo de la Carabela Pinta

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Baiona fue el primer puerto de Europa que recibió la noticia del descubrimiento de América. El 1 de marzo de 1493, la carabela Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón, atracó en estas aguas. Con la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento se construyó una réplica de la embarcación que permanece amarrada, para los visitantes, en uno de los muelles.


En 1999 se reacondicionó el pequeño museo colombino que alberga la nave, dotándola de todos los elementos de la época colombina, tanto de la cultura cristiana como de la indígena cultura taína. De esta manera el visitante puede contemplar la carabela tal y como llegó a Baiona en 1493 y revivir la gesta del descubrimiento contemplando las figuras que representan a la tripulación y a los indígenas americanos, además de reproducciones de los metales, plantas, alimentos y animales exóticos hallados en el nuevo mundo.






Las carabelas

La información que se tiene sobre este tipo de barco es escasa. Su nombre procede del árabe "carabo". Fue importada de oriente por los portugueses, que le incorporaron la vela latina (triangular).

A principios del siglo XV sólo Portugal y España utilizaban las carabelas. Los portugueses explotaron al máximo sus cualidades y los españoles se la copiaron luego, naciendo así la carabela andaluza que fue evolucionando durante el citado siglo. Se logró un casco más angosto, una popa bastarda de espejo, una dotación de tolda y tilla (pequeñas cubiertas a popa y proa sobre la cubierta principal) y se sustituyó la vela latina por la redonda o mixta, hecho éste que le permitía aprovechar al máximo los vientos y le hizo ser más manejable y menos vulnerable a los golpes de mar. Además se logró que fuese más estable al bajar su centro de gravedad.

Las carabelas se diferenciaban de las naos por su menor tamaño y su ligereza y por la ausencia de castillo, cofa, vela cebadera y gavia.

La carabela Pinta

Fue construida por los carpinteros de ribera de Palos de la Frontera y era propiedad de Cristóbal Quintero y Gómez Rascón, vecinos de aquella villa, a quienes les fue incautada. Su nombre parece deberse a que perteneciera anteriormente a la familia Pinto, también de Palos. La Pinta era la más veloz de las tres naves colombinas y con frecuencia tenía que esperar a las otras dos durante el histórico viaje, debido también a las dotes del capitán Pinzón. El día 8 de octubre, en lucha por llegar los primeros a descubrir las nuevas tierras, alcanzó una velocidad de 15 millas por hora (12 millas/hora actuales), superior a la que puede alcanzar hoy un mercante de vapor medio.

Mercadurías que trajo la Pinta de América

Metales

Oro. Colón y Pinzón llegaron a obsesionarse con la búsqueda de oro, muy abundante en el Nuevo Mundo. Para los historiadores es imposible hacer una estimación de la cantidad traída por las carabelas, pero parece que fue suficiente para dorar los techos de varios templos, labrar alhajas de otras iglesias y repartirlo entre los tripulantes de la Pinta y la Niña.

PLANTAS ALIMENTICIAS

Maíz. Era para los indios el único cereal de su dieta, ya que no existían otros. Pronto comenzó a cultivarse en España, más como alimento del ganado que como ingrediente para fabricar pan.
Yuca o mandioca. Arbusto de hojas divididas con raíces carnosas de gran tamaño. En la dieta de los nativos era más importante aún que el maíz. Con ella elaboraban el pan cazabe, que aguantaba más de un año sin pudrirse. Había dos variedades de yuca: una amarga –la más apreciada por los indígenas– y otra dulce. En España no tuvo éxito.

Batata o Age. Planta convolvulácea. El age y el boniato son las variedades más conocidas de esta especie. Los españoles descubrieron el age, llamado generalmente batata, planta comestible de color pardo, similar a la patata pero más rica en azúcar y almidón. Se consumió en España hasta el siglo XVII, cuando Pizarro trajo de los Andes la papa quechua, que nosotros conocemos como patata.

Fríjol. Aunque los fríjoles y habas ya se consumían en España, a la tripulación le sorprendió la gran cantidad de especies diferentes. Sin embargo, Colón no describe en su Diario los nombres autóctonos de cada una.

Maní. El maní o cacahuete era también importante en la dieta de los indios, pero mediocre e insustancial para los españoles, que lo consideraban alimento para los cerdos. Se comía crudo.

ESPECIAS

Ají. Era la pimienta de las Indias, de la que poseían grandes plantaciones. También llamada uchu, chile o guindilla.

Canela. Varios tripulantes de la Pinta aseguraban haberla encontrado, aunque Colón dudó de que fuese canela por su calidad inferior a la canela clásica.

PLANTAS TEXTILES

Algodón. Posiblemente la planta que en mayor cantidad trajo la Pinta. Era muy abundante. Las mujeres indias confeccionaban con ella mantas, enaguas, hamacas, redes y otros productos. La especie era muy similar a la traída a España por los árabes.

Maguey. Colón la llamó áloe y lináloe, por su parecido con estas especies, de las que se sacan resinas para purgantes, de ahí su interés en hacer acopio de ellas (trajo casi media tonelada). El maguey es conocido en España como cuerda de pita y se usa para cordelería.

PLANTAS MEDICINALES

Almáciga. Muy abundante. Colón la confundió con la almáciga europea, de utilidad médica, cuando en realidad era una especie parecida al terebinto mediterráneo.

Mechoacán o jalapa. Confundida por la tripulación con el ruibarbo. El mechoacán era de color negro y sabor amargo. Su jugo fue usado luego como purgante.

Tabaco. Los indios lo usaban para calmar dolores –aspirándolo en polvo– o como emplastos para las heridas, aunque también fumaban y masticaban sus hojas. Los tripulantes españoles copiaron a los indios este último uso.

PLANTAS COLORANTES

Bija y jagua. Con los tintes extraídos de estas plantas los indios pintaban sus cuerpos para protegerse del sol y de los insectos y con fines mágicos y rituales. La bija daba un colorante rojo y la jagua uno negro azulado.

FRUTAS

En aquellas islas había una gran variedad de frutas. Colón las describe con nombres europeos de especies similares, lo que las hace difíciles de identificar. Algunas de ellas las trajeron desecadas para que no se pudriesen durante el viaje.

ÁRBOLES MADERABLES

Las carabelas trajeron muestras de las numerosas especies de árboles encontrados en la isla de Cuba y en la Española, entre ellos de hicaco, mangle, ceiba y caoba.

ANIMALES

Debido a la dificultad que entrañaba su transporte y a las mínimas posibilidades de supervivencia trajeron pocos animales exóticos; sólo llegaron con vida algunas especies de papagayos. Pero sí trajeron algunos otros conservados en sal o desollados, como un pez cofre, una iguana –cuya carne era muy apreciada por los indios, al igual que sus huevos, que consideraban un manjar– y pieles saladas de cori (conejillo de Indias) y hutia o jutia, una especie de mamífero terrestre.

ÚTILES

Aparte de los productos fabricados con oro y algodón los expedicionarios trajeron otros útiles. Unas carátulas hechas con huesos de pescado llamadas guayças, cinturones –adornos para la cintura–, unas macizas pelotas de goma hechas con una mezcla de varias raíces y resinas, azagayas (varas), almadías (canoas), hamacas, calabazas, arcos y flechas. Es posible que trajesen también otros enseres e instrumentos utilizados para fabricar el pan cazabe.

Otra carga traída por la Pinta, más abstracta y de consecuencias ingratas, era el virus de la espiroqueta "treponema pallidum", causante de la sífilis, que las mujeres indias contagiaron a los tripulantes de las carabelas. De esta manera entraba por España la entonces terrible enfermedad para prender luego como la gasolina por todo el mundo; su primera víctima mortal fue Martín Alonso Pinzón. La epidemia se declaró públicamente en Europa en 1494, de ahí que fuese llamada luego el "mal napolitano" o "enfermedad de los franceses".



No se conoce a ciencia cierta cómo era la nao Victoria, el pequeño barco de 85 toneles de capacidad y 45 hombres de dotación, comandados por Juan Sebastián Elcano, que terminó la gesta de dar la primera vuelta al mundo. Perseguida por buques portugueses después de atravesar el Pacífico y el Índico, solo 18 de sus navegantes arribaron con vida a Sanlúcar de Barrameda, el 6 de septiembre de 1522. Hay documentos en el Archivo de Indias, pero no hay planos y desde hace un siglo se discute cuál era en realidad la forma de una de las naves más importantes de la historia, la que hizo posible el sueño de Colón de traer las especias por la ruta del oeste.


Vapor Hidria Segundo

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El vapor Hidria Segundo se rescató de un desguace en el año 1997 para convertirlo en un buque museo y buque de pasajeros. La restauración nos llevó 9 años y tuvimos que cambiar nuestras vidas vendiendo todo lo que teníamos. No nos arrepentimos, lo conseguimos. Pero ahora necesitamos el apoyo de todos vosotros para poder volver a la tierra a donde pertenece, a Galicia. El Patrimonio marítimo en España necesita la ayuda de todos para que nuestra historia no desaparezca. Vuestra aportación hará posible que el Hidria Segundo pueda cambiar su manera de interactuar con la población. Nuestra intención es una vez estemos ya en Galicia formar una asociación donde los socios puedan disfrutar del uso del barco de distintas maneras dependiendo de su tipo de cuota, garantizando así el mantenimiento anual del barco y contribuyendo también a que la entrada a bordo para el resto de la población sea simbólica. Un buque museo a vapor para todos.










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