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Discos duros en una tienda de Zaragoza
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Mercado Central de Zaragoza
El Mercado Central de Zaragoza o de Lanuza fue diseñado en 1895 por el arquitecto aragonés Félix Navarro Pérez para sustituir al tradicional que se realizaba al aire libre en la antigua plaza del mercado. Fue encargado por la Sociedad Nuevo Mercado de Zaragoza y en 1903 ya estaba finalizado. Es monumento histórico nacional desde 1978 y Bien de Interés Cultural desde 1982.
El edificio construido en estructura de hierro tiene un diseño funcional y armonioso y una planta rectangular. Félix Navarro había estado en París y conocía Les Halles, obra que sin duda le influyó a la hora de diseñar el mercado central. Planeó una planta rectangular con tres naves, más amplia y alta la central. Toda la estructura descansa sobre un semisótano que servía de almacén y que al exterior presenta la imagen de un zócalo.
Los materiales utilizados combinan la piedra y la arquitectura del hierro y de cristal. Las portadas presentan elementos neoclásicos (galerías de arcos, decoración escultórica de alegorías de la agricultura, la caza, la pesca y el transporte, medallones, pináculos con remate de fruteros) al lado de retículas de forja. Los capiteles de las columnas de hierro tienen formas originales, como cestitos, hojas de acanto, palmas neoclásicas y frutas en racimo.
En el período 2018-2019 se está procediendo por el Ayuntamiento de Zaragoza a su Rehabilitación por modernización, siendo la obra más importante de las realizadas en el inmueble desde su inauguración. El Proyecto se encuentra dirigido por José Antonio Aranaz, Arquitecto Municipal y ha sido redactado por los servicios técnicos de la empresa estatal MERCASA.
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Aserraderos movidos a vapor
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Motor de Lenoir
El ciclo Lenoir es un ciclo termodinámico idealizado a menudo utilizado en los modelos de motores de propulsión. Está basado en el motor patentado por Jean Joseph Etienne Lenoir en 1860. Este motor es a menudo considerado el primero de combustión interna comercialmente producido. La ausencia de cualquier proceso de compresión en el diseño da baja eficacia térmica que el Otto y el ciclo de Diésel.
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Anuncios de tractores
En estos vídeos podemos ver anuncios de tractores de los años 60.
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Motor Ibérica SA
Ebro era una marca de automóviles española creada en 1954 por la compañía Motor Ibérica, S.A., tras nacionalizarse las factorías de Ford. Se dedicaba a la fabricación de autobuses, camiones, furgonetas, vehículos todoterreno y tractores. Tenía su base en Barcelona, Madrid y Ávila, principalmente. También se fabricaban elementos de maquinaria agrícola en la planta de Noáin, Navarra. Hoy en día es parte del grupo empresarial japonés Nissan. Uno de sus modelos más conocidos es la furgoneta Ebro Serie F / Trade (posteriormente vendida como Nissan Trade).
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Trilladoras Ajuria
Los orígenes de Ajuria S.A. se remontan al año 1911 en que los alaveses Segundo Aranzábal y Serafín Ajuria constituyeron en Vitoria la sociedad Aranzábal y Ajuria, con el fin de fabricar y vender maquinaria y aparatos agrícolas. En 1927, finalmente, tras modificarse los estatutos de la sociedad nació Ajuria S.A..
A partir de 1927 la empresa alavesa se convirtió en la primera de España en la producción de maquinaria agrícola. A finales de la década la producción de trilladoras suponía en torno al 80 % del total de las fabricadas en España. Sin duda, la decisión de Ajuria S.A. de fabricar en serie trilladoras, adaptadas a las características del mercado español, fue una de las razones que impulsaron la mecanización de la trilla en el agro español a partir de mediados de la década de 1920. Se sirvió de una extensa y bien surtida red de sucursales distribuidas por casi toda España financiando las compras de sus clientes, a quienes acostumbraba a vender a crédito.
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Molí Vell de Rellinars
Ayer estaba de excursión cerca del pueblo de Rellinars. Aun se conserva el Molí Vell o d'en Gibert. Fue una harinera y, posteriormente, una fábrica textil. En la actualidad la fábrica está cerrada, pero en su interior se conserva una gran cantidad de maquinaria textil, a la espera de formar parte de un museo comarcal.
La fábrica conserva una rueda hidráulica de cajones, alimentación superior. El agua llega a la rueda a través de una tubería que cruza la carretera, y un pequeño canal que trae el agua de la riera de Rellinars.
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Barraca de Pere Baqué
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Excavadora JCB en la masía Casajoana
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Elementos de máquinas
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Trebuquetes o almajeneques
El almajaneque era una máquina de guerra utilizada para lanzar grandes piedras de más de 500 kg de peso, con el fin de destruir las murallas o almenas de los castillos enemigos.
Su funcionamiento estaba basado en el sistema de palanca, con un brazo largo con el eje descentrado en cuyo extremo había un contrapeso; los más sofisticados tenían sistemas de reenvío mediante poleas. Habitualmente eran sencillos y se construían al pie de las murallas a derribar: disparaban los proyectiles en trayectoria baja y no alcanzaban gran altura, de manera que las piedras disparadas golpeaban contra las murallas, en vez de volar sobre ellas y caer en el interior del recinto.
Eran unas máquinas de diseño sencillo y rústico, pero a su vez eficaces y demoledoras.
Un gran almajaneque fue utilizado por Abderramán III en el asedio al castillo de Juviles, en las Alpujarras de Granada, con el que bombardeó con proyectiles de piedra sin cesar el castillo, hasta conseguir al cabo de 15 días la rendición del mismo.
Tom Stanton se dedica a fabricar y optimizar trabuquetes. Primero los construye a escala; luego prueba a variar la forma de la estructura, los contrapesos y la honda hasta lograr un resultado óptimo. Finalmente sale al jardín de su casa y los construye a tamaño real (o casi). Utilizando pesas y grandes vigas de madera lanza todo tipo de proyectiles más allá de sus confines – suponemos que con la seguridad de que no le caerán a nadie en la cabeza.
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Talleres de Amador Pfeiffer
Amador Pfeiffer creó en Barcelona una de las primeras empresas españolas de maquinaria agrícola, en 1863. Amador Pfeiffer había trabajado en la casa Alexander Hermanos, y conocía todos los secretos de la fundición de hierro. Instaló la fábrica y el almacén en la plaza de Cataluña de Barcelona, junto a la estación del ferrocarril de Sarrià.
Su producción se dio a conocer con motivo de la Exposición de París de 1867. Hacía tan sólo cuatro años que estaba establecido, pero presentó la que sería la gama principal de productos de la casa: un molino de aceite, una prensa para uvas, una bomba para elevar agua y una noria.
El molino de aceite tenía "un plato de hierro sobre el que ruedan al mismo tiempo cuatro rodillos cónicos, también de hierro, siguiendo la marcha giratoria de una corona del mismo metal. Uno de los rodillos es estriado para prensar con más facilidad las aceitunas, y los restantes son lisos. en el centro hay una caja de madera, en donde se echan las aceitunas, que el movimiento de rotación esparce bajo los rodillos. un distribuidor interior permite graduar la cantidad de aceitunas. Como consecuencia de la trituración, el aceite es recogido en una canaleta." (Orellana, F. de, Exposición Universal de París 1867).
La máquina pesaba 1.750 kilogramos y valía 5.400 reales. El movimiento se lo proporcionaba el tiro de un animal.
La prensa de uva funcionaba a mano con un bastidor de hierro y un cilindro que prensaba las uvas, sin romper las pepitas.
La noria constituía un mecanismo muy conocido: una rueda vertical que mueve una cadena sin fin, provista de cangilones que deben cargar el agua del pozo. Un engranaje permitía transmitir la fuerza para mover la rueda. Pfeiffer tenía modelos de noria pequeños, movidos a mano, y otros más grandes, movidos por una o dos caballerías.
Las bombas para elevar agua eran del tipo llamado anglo-americanas. El interior del cilindro, los émbolos y todas las piezas que tenían contacto con el agua eran de bronce. Las hacía de todos los tamaños y tanto para ser movidas a mano, como con caballería o con vapor. Pfeiffer también ofrecía bombas de agua para apagar fuegos.
Los únicos ciudadanos españoles que presentaron máquinas agrícolas en la citada Exposición fueron Amador Pfeiffer y una empresa navarra, que se llamaba Pinaquy y Sarvy, unos nombres tan navarros como Pfeiffer catalán.
En París dieron a Pfeiffer una medalla de plata por el molino de aceite y otra para la prensa de uva.
En 1867 Amador Pfeiffer fue uno de los industriales llamados a declarar, en Madrid, ante una comisión oficial que estudiaba los derechos arancelarios que pagaban los productos metalúrgicos. Allí dirá que obtenía las piezas de hierro moldeadas de las fundiciones de Barcelona, mientras compraba las barras de hierro maleable o bien a empresas españolas, como la Duro, asturiana, la Heredia, malagueña, o la Virgen del Remedio, barcelonesa, o las importaba de las herrerías francesas -Creuzot y Chantillón- ( "Información sobre el derecho preferencial de bandera y sobre los de aduanas exigibles a los hierros", Madrid 1867).
El fundador murió en 1875. Pocos meses antes había trasladado el despacho y los almacenes de la plaza de Cataluña a la Barceloneta.
El negocio fue continuado por su viuda, y ampliado. En el catálogo de 1876 figuran las máquinas agrícolas tradicionales, acompañadas de arados, guadañas, aventadoras, desgranadora de maíz. También ofrece instalaciones completas de fábricas de harina. Incorporó turbinas para saltos de agua, tuberías de hierro fundido y todo tipo de piezas que se puedan construir en una fundición. A pesar de la extensa gama de productos, siempre se presentará como constructor de maquinaria agrícola.
La hija mayor de Amador Pfeiffer, Matilde Pfeiffer y Garcia, se casó con Màrius Puig y Carbonell, el ingeniero industrial que era el director de la fábrica de su padre. Pero los dos pasaron a la historia no por su éxito industrial, sino por su trágica muerte. En la madrugada del 4 de octubre de 1881 se derrumbó la casa donde estaba la fábrica, y murieron trece personas. Entre ellas, el matrimonio Puig-Pfeiffer, dos hijos de este matrimonio y dos hijos del fundador -Ernest y Enrique Pfeiffer Garcia-, así como los trabajadores que dormían. La causa del accidente fue una explosión de gas.
La empresa continuó a nombre de Sucesores de Amador Pfeiffer: tres hijos que quedaban y dos cuñados, Marcelino Casajuana y Ignasi Jaumandreu. Y con gran empuje. Al final de siglo incorporaron el motor de gas a los productos ya conocidos. En la Exposición Internacional de Barcelona de 1888 ganaron una medalla de oro.
Al final de siglo era considerada la más importante empresa española de maquinaria agrícola. En su taller del paseo del Cementerio (Pueblo Nuevo) trabajaban entonces doscientos obreros.
Al comenzar el siglo XX, el negocio quedó en manos de Amador Casajuana Pfeiffer, nieto del fundador e ingeniero industrial. Su padre, Marcelino Casajuana, le regaló, en 1905, el primer Hispano Suiza que salió de fábrica con chasis de hierro. Este hecho y su interés personal lo llevaron hacia el sector del automóvil. Tuvo la representación en Cataluña de Dion Bouton y, desde 1906, de la Ford americana.
El taller de maquinaria agrícola se mantuvo todavía muchos años, pero en claro declive.
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Talleres Pinaquy y Sarvy
El ciudadano de Bayona (Bayona 1817 - Pamplona 1890) Salvador Pinaqui, industrial que en los padrones se califica a sí mismo como “maquinista”, instalado en Pamplona en 1848, estableció, asociado con Sarvy, una fábrica de fundición de utillaje agrícola en el molino de Caparroso, en la margen izquierda del Arga, pasado el puente de la Magdalena. Hombre popular en la ciudad, introdujo la corriente eléctrica, aseguró el abastecimiento de aguas durante el cerco carlista (1874) y recibió la medalla de oro conmemorativa de tal hecho (1876). También proyectó y realizó la subida de aguas a San Cristóbal y el aprovisionamiento de Briones (Rioja). Se titulaba caballero y comendador de la Orden de Carlos III y de la Cruz Blanca, apadrinado por la Diputación de Navarra y la junta de Agricultura, así como miembro de mérito de la Sociedad de Labradores de Valencia.
Su iniciativa más divulgada es la citada subida de aguas a Pamplona desde el Arga, pero su dimensión más importante viene dada por el trabajo en la mecanización del campo navarro. Pinaqui declaraba en 1859 haber vendido 250 unidades del arado de vertedera giratoria inventado por Tomás Jaén a partir de un modelo norteamericano, de ellas la mayor parte en Navarra.
El Catálogo de instrumentos para la agricultura e industria de la fábrica de S. Pinaqui y Compañía, de Pamplona (1859) detallaba en veinte páginas y trece grabados otros tantos aperos “de los que se consideran más adaptables a las circunstancias y frutos de nuestro país, ya importados del extranjero, ya perfeccionados en vista del éxito que han obtenido”. Se trata de extirpadores de raíces, arrobaderas, rastras, gradas, arados, escardadores, cernedores aventadores, cascadores, trilladoras, segadoras, desgranadores, cribas, molinos de grano y máquinas “necesarias a la fabricación del aceite, molinos para polvorizar el yeso, el tanino para las fábricas de curtidos, bombas de todas clases, bombas de nuevo y excelente sistema, cilindros para las carreteras (…) máquinas para limpiar trigo, sierras mecánicas movidas por agua o vapor, prensas hidráulicas, prensas de rosca; máquinas para moler chocolate. Artesas mecánicas a brazo o movidas por caballerías. Adelgazaderas para macerar el pan, máquinas de vapor; aparatos para hacer el gas para el alumbrado; máquinas para picar la carne para chorizos. Pesas y básculas decimales. Máquinas para la elaboración de la cal hidráulica; sondas para buscar agua; máquinas para moler albayalde, la semilla del lino o linaza”.
Con sus máquinas “para la agricultura e industria” mereció medallas de Isabel II y de la Exposición de Agricultura (Madrid, 1857) y la de oro de Pamplona (mayo 1864).
La fábrica trabajó hasta 1885. Más tarde continuaron la firma Arrieta y Sucesores de Pinaquy.
Siendo económicamente solvente y cansado de la amplia renta que debía pagar al Conde de la Rosa, dueño del molino de Caparroso, Salvador Pinaqui pensó en instalarse en un solar de su propiedad. Está documentado que para 1883 había comprado los solares de la calle Mayor 40 (actual 14) y de la calle Pellejerías 23-25 de Iruñea. A sabiendas de la prohibición militar a construir fuera puertas, el 17 de abril de 1884 Salvador Pinaquy solicitaba al ayuntamiento de Pamplona la autorización para instalar una industria de maquinaria y fundición en un edificio de la calle Mayor. El gran patio interior entre la citada calle y la de Pellejerías (hoy Jarauta) le iba a permitir construir una nave en la trasera del inmueble para acoger un horno de tipo cubilote, con una capacidad de 330 decímetros cúbicos con el que fundir las piezas, una máquina de vapor de seis a ocho caballos de fuerza y su taller de maquinaria. A primeros de 1885 comenzó la actividad en dichas instalaciones de la calle Mayor. Poco tardaron en producirse las quejas vecinales, tanto por los ruidos como por los humos que constantemente emanaban de sus chimeneas, que adolecían de escasa altura. Aducían los vecinos que el ayuntamiento había concedido permiso para tan solo un horno y que había, al menos, cinco chimeneas en funcionamiento. Tras un informe de la Junta de Sanidad que le obligó a algunas pequeñas modificaciones, la actividad continuó. El concejal Lecumberri contestaba a los vecinos en una de las sesiones que las molestias referidas eran inherentes al que vive en poblaciones y que a él también le molestaban las campanas de la catedral.
Por otra parte, en aquellos años se estaba desarrollando en todo el mundo la electricidad y su supuesta utilidad para el alumbrado de calles, locales públicos y viviendas. Desde que el físico y presbítero Simón Martinicorena iluminara su habitación del seminario Conciliar de Pamplona en 1871, muchos fueron, en la ciudad, los ensayos y pequeñas demostraciones de la iluminación eléctrica mediante lámparas incandescentes. Salvador Pinaquy, inquieto y emprendedor como siempre y con muchos contactos con las casas suministradoras europeas de materiales, quiso participar activamente en la electrificación de Pamplona. Son conocidas sus iniciativas de instalar 4 lámparas en el atrio de San Saturnino en el IV Centenario de la aparición de la Virgen del Camino en 1887, la pionera iluminación del café Iruña en 1888 o de participar en las primeras pruebas de alumbrado público de la ciudad ese mismo año. Como ya había abandonado las instalaciones del Molino de Caparroso obtenía la energía eléctrica mediante máquinas de vapor móviles con sus dinamos acopladas y poco después instalando una central térmica en la calle Estafeta.
A punto de concluir el año 1890, el 17 de diciembre, Salvador Pinaquy falleció a los 73 años en su casa de la calle Mayor. Su hijo, aún muy joven y como habíamos dicho de salud frágil, no podía hacerse cargo de la empresa, de hecho murió tan solo diez años después que su padre. Martin Sancena, también natural de Igantzi, cuñado de Pinaquy y que había sido llevado por su hermana a trabajar como fundidor pocos años antes, asumió entonces la dirección con tan sólo 32 años. A partir de esa fecha la empresa continuará dirigida por miembros de la familia Sancena siendo, por otra parte, de justicia decir que, siempre mantuvieron en sus distintas razones sociales, logotipos y anuncios comerciales el ser los sucesores de Pinaquy, haciendo honor al fundador de la empresa.
De esta forma, en 1894, Martin Sancena, su madre Josefa Vergara, el heredero Salvador Pinaquy (hijo) y el comerciante Mauricio Guibert se constituyeron en sociedad con el nombre de Sucesores de Pinaquy y Cía. añadiendo a su objeto social inicial, que era la fundición y el taller de maquinaria, la producción y venta de electricidad. Esta sociedad tan solo duro cinco años y en 1899 se disolvió vendiendo toda la parte referida a la producción eléctrica a la recién constituida Electra Pamplona. Los Sancena, excepto alguna pequeña participación en la Electra Recajo, abandonan entonces la línea de la producción de electricidad para dedicarse de lleno a la fundición y taller de maquinaria. En estos primeros años del siglo XX la razón social pasa a ser Fundición de Hierro y Construcción de Máquinas Martín Sancena. Sucesor de Pinaquy. La industria se consolida incorporando además, un taller de cerrajería y una ferretería al por menor en el bajo de la calle Mayor. De modo paralelo, aumenta su patrimonio urbano, elevando un piso su vivienda y adquiriendo otro inmueble en Jarauta 42-44 como así consta en el informe de Catastro de 1904.
En 1925 fallece Martin Sancena y la razón social pasa a ser Viuda de M. Sancena. Sucesores de Pinaquy quedando como director gerente su hijo Carmelo que acababa de terminar sus estudios de ingeniería industrial. De forma progresiva va dejando la fabricación de piezas para maquinaria agrícola en la que ya había gran competencia en Pamplona en varios talleres, Arrieta, Astibia etc. para dedicarse cada vez más a la fabricación de elementos de mobiliario urbano y saneamiento.
En 1933-34, y viendo que sus talleres se le quedaban pequeños, construyen una nave en la Rotxapea, junto a los corrales del gas, para trasladar allí la fundición. Tanto los talleres mecánicos como las oficinas permanecerían en la calle Mayor hasta 1961 en que también el taller se trasladó a la calle Joaquín Beunza. La primitiva instalación del casco viejo fue reformada y reutilizada por un comercio de muebles, que ha estado en actividad hasta hace pocos meses. Como curiosidad contar que, durante la guerra del 36 llegaron a montar un prototipo de vehículo blindado en chapa para el ejército golpista. Aparte de su paseo demostrativo por la Plaza del Castillo no debió resultar muy efectivo en combate y ya no se fabricaron más unidades.
Tras la temprana muerte de Carmelo Sancena en 1940, su madre Severiana Abadía y su viuda Juana Morales deciden dar continuidad a la empresa por medio de la sociedad limitada Casa Sancena, Sucesor de Pinaquy con un capital de 417.682 pts. Así se abrió una etapa de varios años con la gerencia en manos de personas que no eran de la familia, hasta que, en 1968, se hace cargo Santiago Sancena Morales, nieto de Martin y ya en sus últimos años un bisnieto, Miguel Nagore Sancena. Su dedicación prioritaria será entonces la producción de mobiliario urbano: papeleras, fuentes, bancos, sumideros, bocas de riego, sifones de descarga, tapas de alcantarilla… siendo de esta forma el ayuntamiento de Iruñea uno de sus más importantes clientes. La barandilla con el león pasante del escudo de la ciudad, que ocupa más de 3.500 metros lineales de nuestras calles y parques, es uno de sus productos más conocidos así como distintos modelos de bancos. En casa Sancena, no sólo se fundían las patas de los mismos sino que se procedía al montaje de listones o tablones y se colocaban en su correspondiente lugar, constituyendo de esta forma una labor íntegra.
Pero seguramente, la pieza más emblemática fundida por Sancena sea la fuente del león, que tiene una curiosa historia. En 1950 el ayuntamiento compró un modelo de fuente a la casa Glenfield Coy Ltd. La compañía, ubicada en la localidad escocesa de Kilmarnock, se había fundado en 1865 y una de sus especialidades era precisamente el modelo de fuente de león que, si se rastrea un poco, la encontraremos en distintos y alejados lugares del mundo. El ayuntamiento cedió alguna de las piezas originales a Sancena y este hizo el correspondiente modelo, fabricándola desde entonces en serie y llenando Iruñea y sus alrededores —hay catalogadas más de 350— con dicho modelo. Siendo, pues, algo característico de nuestra capital, como hemos visto no es exclusivo. Algunas de las que se suponen originales llevan grabada la marca Glenfield Co Ltd en su base y están colocadas una sobre el viejo aska de la calle Vergel, debajo del baluarte de Redin y otra en la calle Dos de Mayo del barrio de la Nabarrería.
Con los últimos años del pasado siglo llegó la crisis económica mundial y cientos de pequeñas empresas, como las que nos ocupa, resultaron muy afectadas. La competencia con otras fundiciones, sobre todo foráneas, puso a la emblemática Sancena contra las cuerdas. En esto no hemos sabido emplear y dar valor al comercio de cercanía, al que ahora se ha comenzado a dar importancia. Como ejemplo, basta fijarse en la cada vez menor presencia de la marca Sancena en las tapas de alcantarilla y sumideros de la ciudad, teniendo presente que hasta finales del pasado siglo eran casi exclusivas y constituían el 70% de la facturación de la empresa. A pesar de nuevos proyectos de inversión y algunas ayudas gubernamentales, el traslado forzoso en 2004 al polígono industrial Soltxate/Agustinos, por necesidades de la nueva reorganización y urbanización de la Rotxapea, fue seguramente la puntilla y en 2006 la empresa, que aún contaba con veinte trabajadores activos, cerró definitivamente.
En estos días y coincidiendo con el inminente derribo de la nave de la calle Mayor, también obligada por la nueva ordenación urbana, un grupo de ciudadanos trata de reivindicar la figura de Salvador Pinaquy solicitando al ayuntamiento un reconocimiento, dando nombre a una calle o alguno de los espacios de nueva creación entre las calles Mayor y Jarauta. Por supuesto que me adhiero a la iniciativa; Salvador Pinaquy debe considerarse como una persona notable, uno de los más importantes artífices de la industrialización de Iruñea y de la mecanización de la agricultura en la Navarra de la segunda mitad del siglo XIX.
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Soportes para cojinetes
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Refinería de petróleo de Badalona
Antes de 1879, en Barcelona había varias empresas distribuidoras de queroseno y “schiste”, como Canals y Soujol, Buxo Hermanos, Dionisio Pepino y Pedro Sans.
Refinería de Badalona "La Catalana" en 1789, cuando era propiedad de Deutsch y Compañía
La empresa Suari i Canals construyó una pequeña refinería de petróleo, con su muelle de descarga, en las playas de Badalona en 1879. Anteriormente se había construido otra refinería en San Sebastian. En 1882 la refinería de Badalona pasó a manos de la empresa de Ramón Canals y Compañía, que tenía su despacho en el Passeig de la Duana, num. 5, de Barcelona. Poco después, en 1893, la refinería fue comprada por la empresa francesa Deutsch y Compañía.
A continuación se pueden ver las otras refinerías de Deutsch y Compañía en España.
Alexandre Deutsch de la Meurthe fue uno de los primeros importadores y refinadores de petróleo en España. Era conocido por su marca El León. Establecido inicialmente en Madrid, tenia en su activo las medallas de oro en la Exposición Universal de Paris, de 1878, la de Ámsterdam, de 1883 y la de Amberes de 1885. En 1888 gano igualmente la medalla de oro de la Exposición Universal de Barcelona. El galardón menciona que su producción anual era de unos 12 millones de litros de petróleo refinado.
Deutsch de la Meurthe tenía cuatro refinerías en España, en Santander, Sevilla, Alicante y Badalona. La fabrica de Badalona recibía el nombre de La Catalana, la de Santander el de La Cantábrica, la de Alicante La Británica y la sevillana La Lucilina.
A principios del siglo XX Deutsch instalo su central en Barcelona, mientras la fábrica de Badalona tomaba el nombre comercial de Refinería Española de Petróleos. Tenia una flota propia de buques que transportaban el petróleo. En el año 1925 la empresa se transformo en sociedad anónima: la Sociedad Marca El León. S.A.
Las instalaciones industriales de refinado fueron expropiadas por CAMPSA en 1927, y mas adelante, en el año 1930, cambió el nombre nuevamente por el de Compañía Auxiliar para el Comercio y la Industria.
El 15 de junio de 1892 un terrible tornado asoló Badalona. Duró tres minutos y tuvo su centro de acción al nivel de tierra, en el espacio casi recto que hay desde la fabrica Cros hasta la calle del mar.
Donde los efectos del ciclón fueron más violentos, por su importancia y extensión, a parte de las desgracias personales, fue desde la vía del tren al mar. La refinería de petróleo presentaba el mismo aspecto que si hubiese sufrido un bombardeo. Una pila de 15.000 barriles fue desecha por el viento y lanzada a enormes distancias.
En 1892 la empresa Catasús y Compañía, propiedad de los hermanos Pere, Antoni y Josep Catasús i Ferret, siendo socio también su cuñado Josep Planas i Carbonell, tenía las instalaciones de refinado en Sant Marti de Provençals (Poblenou, Barcelona).
En Pasajes Luciano Mercader y Viuda de Londaiz tenían un negocio de importación de petróleo desde la década de 1870, aunque sin refinería, que no llegó a construirse hasta 1880. En tarragona existían las refinerías de Joan Vilella y Compañía y de La Pennsylvania, desde 1979. La compañía Fourcade y Gurtubay, parece ser que, estableció la primera refinería española.
Más tarde aparecieron otras refinerías en la geografía nacional como Varoña, Maraña y Cía., de Santander, en 1880; La Gallega, de Ferrol, aparecida en 1883, o Destilación Babé y Cía., de Vigo, de 1887. También Mesa, Marchesi y Martínez, de A Coruña, empiezan a destilar en 1894, mientras en Alicante la fábrica La Británica (Deutsch et Cie) y la Sociedad Fourcade Gurtubay tenían por aquellas fechas almacenes para la manipulación y venta de petróleo. En Palma de Mallorca, Manuel Salas, en 1881, construye el complejo Sa Petrolera, para el refino del petróleo con objeto de vender queroseno para iluminación.
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Maqueta de motor diésel
Estamos acabando esta maqueta de motor diésel construido con la impresora 3D. Los archivos para imprimir las diferentes piezas se pueden encontrar en Thingiverse.
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Pistones Tarabusi
El señor Amedeo Tarabusi fue enviado desde Italia a Bilbao como representante de la fábrica de Borgo pistones e introdujo la marca AT. La empresa Tarabusi fue fundada en el año 1.928 en Bilbao por Amedeo Tarabusi para la fabricación de cilindros y pistones para motores de combustión interna.
En 1.940 adoptó la forma de Sociedad Anónima y pasó a fabricar sus productos partiendo de fundiciones propias de Aluminio y Hierro. Tarabusi fue una de las pocas empresas en el mundo en diseñar y fabricar las partes mas importantes del pistón, las camisas de cilindros y segmentos estándar.
En 1.998 Tarabusi se integró dentro del grupo industrial Corporación Industrial Egaña junto con otras compañías de su sector.
En 2.002 los grupos industriales Corporación Industrial Egaña y GSB se fusionan y crean CIE Automotive. Tarabusi diseña y fabrica pistones, aros de pistón (o segmentos), ejes de pistón (o bulones) y camisas de cilindro, destinados tanto al sector de automoción como a motores industriales, marinos y de gas, así como a compresores. En 2008 Tarabusi firmó un contrato en exclusiva para el mercado italiano con Finimpianti Srl, una empresa italiana que opera en todo el mundo en el sector de los componentes del motor.
Publicidad de 1960.
En el taller en donde crecí había un catálogo de estos pistones, en donde se veía la maquinaria que utilizaban para fabricarlos y también un cenicero.
Borgo era un fabricante Italiano de piezas mecánicas, su primer piston fué fabricado en 1910 y se fabricó hasta 1941. "El pistón de los records"; sus famosos pistones han sido utilizados en la mayoría de automóviles y motocicletas tanto italianas como españolas y también en aviación, Borgo fue comprada por la compañía alemana Mahle que sigue fabricando los mismos componentes.
En España Borgo fué representada por la empresa Tarabusi S.A. de Bilbao.
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Pequeños motores diésel y gasolina de los años 50
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Proyectos tecnológicos
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